Qué difícil era desprenderse de todo aquello que amas. Ya habían transcurrido dos meses desde que había dejado su país marchándose para olvidar y para su suerte, lo estaba logrando. Pero extrañaba a sus padres, siempre los llamaba pero eso no era suficiente, necesita abrazarlos y que la consintieran. Pero no podía verlos sin antes conseguir la residencia en Corea y poder salir y entrar al país cuando quisiera, para eso faltaba mucho tiempo.
Rosalie estaba terminado con su cliente cuando Do Yong la llamó para su oficina.
—No te asustes querida. —La calmaba ella a ver su expresión de terror—. Te llamé porque tengo aun cliente especial para ti, se llama Kim Myung Soo, es integrante del grupo INFINITE, te lo dejo a ti porque sé qué harás un buen trabajo con él.
—No se preocupes haré lo que este en mi mano, le aseguro que encontraré la manera de que se sienta satisfecho.
Do Yong asintió pidiéndole que se marchara que él ya estaba a punto de llegar, se fue para arreglar las cosas sintiéndose algo nerviosa, no sabía por qué, pero alejó todo pensamiento y continuo con lo suyo. Pasaron unos minutos cuando tocaron la puerta, al abrir se encontró con un chico alto, un físico de arrebato, vestía de negro, se veía que tenía una personalidad algo distante, pero a lo mejor se equivocaba.
—Buenas tardes caballero, pase adelante me llamo Rosalie hoy seré quien lo atienda —expresaba ella haciendo una reverencia como es costumbre.
—Hola… soy Myung Soo —respondía el chico algo inquieto. Nunca había visto a una chica así de hermosa y eso lo estaba poniendo nervioso.
—Sé que no me conoce pero lo mejor que puede hacer es relajarse, no le voy hacer daño ni nada por el estilo, este es mi trabajo —declaraba ella con entusiasmo, le extendió el álbum que tenía de los trabajo que realizaba para quienes no sabían cómo lo hacía—. Dígame que le parecen y si tiene algo en mente me lo puede decir sin ningún problema.
—No…bueno… confío en ti lo dejo en tus manos —respondió este al fin.
Ella le mostro una sonrisa de satisfacción haciendo que él se la devolviera, Rose lo guio hasta su silla de trabajo para lavarle el cabello y ver que podía hacer. Se paró frente a él para evaluar el rostro del chico y ver que le quedaba mejor. Myung Soo estaba nervioso. Él no era muy sociable con los desconocidos, pero había algo en ella que lo inquietaba impidiéndole que dijera algo, Rose en cambio hablaba de todo, comentándole que le quedaría mejor y todo aquello.
—Tienes un acento muy peculiar ¿de dónde eres? —Se animó a preguntar él por fin.
—Si todos me lo dicen —respondía ella riendo—. Venezuela.
—Wow no había conocido a una venezolana de cerca, es verdad lo que dicen, es el país de la belleza.
Rosalie se sonrojo, no entendía el motivo de su incomodidad, se limitó a seguir y calló por un momento.
—Espero no haberte incomodado —expresó el chico avergonzado.
—No, para nada solamente que no me acostumbro a los halagos —respondía ella agachando la cabeza.
La tomó por el mentón levantándole el rostro y quedar frente a frente.
—Nunca te avergüences, ni mucho menos bajes la cabeza. Siéntete orgullosa por la belleza que posees.
Ambos se quedaron mirándose a los ojos, ella no se sentía incomoda con él, pero tampoco era correcto estar en esa posición, tocaron la puerta interrumpiéndolos y alejarlos de golpe. Se miraron algo incomodos por lo que había pasado, ella se levantó para ver lo que querían.
—Oye gata, Do Yong dice que luego de que termines para ir a que conozca la ciudad de noche. —Le informaba Yang Mi.
—Si claro, ya no falta mucho. —Confirmaba ella para luego cerrar y continuar.
— ¿Gata? —preguntaba Myung Soo.
—Si me gane ese apodo por la forma y el color de mis ojos.
—A mí también me apodaron como al felino, tenemos eso en común —mencionaba él con entusiasmo y sonreírle con ternura.
Rosalie no dijo nada más, el chico la había puesto muy nerviosa con ese cambio de actitud así como con esa apariencia intimidante, el que no hablara mucho no ayudaba en nada tampoco. Prefirió continuar con lo suyo para poder terminar e irse a divertir con sus compañeras, hacía tiempo que no se distraía, ya era hora.
Cuando el chico se retiró las asombró a todas cuando se despidió de ella dándole un beso en la mejilla. Como le tomaban el pelo a la gata, le hacían bromas de todo tipo, pero nunca llegaron a molestarla, hacer que ella perdiera los estribos era una tarea bastante difícil. Pasaron la noche en un club nocturno tomando una más que otras cervezas o botellas de soju.