Youth

Frio, nublado, triste, desolado, alegre, nostalgia, controversia..., odio, fraude, fracaso, un alma que aún no encontraba descanso, incluso sabiendo que la mañana pronto llegaría, no quería, ya no quería esperar por ver el horizonte manchado de calidez, porque, si era sincero, ahí ya no la había.

Abría los ojos, se enderezaba, se volvía a erguir, y finalmente decidía levantarse, con una mirada que inspeccionaba cada rincón para al final dirigirse a la ventana derecha, mirando el amanecer, fresco, pero soleado, y la nostalgia invadía de nuevo todo su ser, la tristeza lo volvía a apuñalar sus costados y la felicidad poco a poco le recordaba lo triste que era crecer.

Porque podía ver un hermoso paisaje, estudiantes de tercer año paseando por ahí, jóvenes con sus grupos de amigos, sonrisas y destellos juveniles, escuelas libres y alumnos promedio, ¿Cuánto cuesta la felicidad?
Tal vez, lo sabía, y eso era lo peor, porque dentro de tal conocimiento reconocía la amargura que lo destrozaba, que lo hacía perder el equilibrio, el brillo en los ojos, y las ganas de despertar cada día, aquel que lo hacía reflexionar sobre la pesades académica y el estrés escolar, de los tormentosos fines de semana y los nulos inicios de esta. Porque...honestamente,  había perdido cualquier rastro de juventud, pero es normal ¿No?, todos pierden la juventud en algún momento de la vida, las personas crecen maduran, y en el mejor de los casos, son felices.

Pero no, no era normal, porque había perdido la juventud a una corta edad, cuando los 15 llegaron, fue quizá, como aquel golpe que cuentan los treintañeros, y eso dolía, dolía como nunca había dolido algo, como si una daga se incrustara en el corazón, y lágrimas desbordantes cayeran a un pozo sin fondo, incapaz de llenarse o siquiera dar insinuación de reflejo.

Dolía porque veía una vida que no podía ser, porque mientras ellos tomaban un botón del mando, yo estaba tomando un lápiz, porque mientras ellos escribían en las playeras de sus compañeros, yo estaba escribiendo una formula en el pizarrón, porque mientras ellos vivían, yo moría dentro de un mundo al que los adultos llaman futuro.