—¿Qué sucedió después de eso? —Kael permanece al lado de Lyra.
—Planeamos conseguir las cartas de dioses egipcios en este año que estaban separadas y poco protegidas. La única preocupación de Meg y Luza eran unos cuantos duelistas, entre ellos: Seto Kaiba, Jaden Yuki, Aelric Pegasus…
—¿¡Aelric!? —Deyner voltea a ver a su hermano, le mortifica el rostro inexpresivo de su hermano.
—A ellos les preocupaba que por el encuentro entre Kael y Seto Kaiba este se presentara para evitar que consigamos las cartas —menciona Lyra—. Garyi vigiló el duelo, por eso, tras recibir el aviso de que Kaiba no se entrometería, actuamos. Luza y Meg tomaron el rol de detener a Aelric.
—Y actuaron al percatarse de que decidió salir y buscar a Deyner. —añade Crowler.
«Así que él es una preocupación para ellos». A Kael le causa mal sabor de boca saber que consideran a Aelric una amenaza, aunque claro, como no va a serlo con su odiosa baraja. Al acabar todo este asunto, buscará su revancha.
Garyi avanza por un extenso pasillo de muros y techo de roca. Era un buen lugar para ocultar la máquina del tiempo, pero es agotador recorrer todo ese camino, incluso sobre su D-wheel.
El gran pasillo desemboca en el espacioso interior de una cueva, gracias a la montaña en la que se encontraban. ¿Quién buscaría o sospecharía de este sitio?
Claro, a menos que alguien revele la ubicación.
Encuentra a Magni de pie cerca de la gran plataforma plateada, contemplando al Dragón alado de Ra.
—Al parecer derrotaron a Meg, Luza y Lyra. Fracasaron en conseguir a Slifer —anuncia Garyi.
—Fueron unos inútiles, ya sabía que no debía dejarlos permitir que utilizaran esas barajas de segunda. Tendremos que encargarnos personalmente de tomar las cartas restantes. —Magni regresa al Dragón alado de Ra a su baraja—. ¿Sabes quién posee a Slifer?
—Es un chico que va a esa academia de duelos en la que se infiltró Lyra. Por lo que he visto solo es un duelista del montón, aunque logró derrotarla. Posee una baraja centrada en el Dragón negro de ojos rojos.
—Es una lástima que esos tres murieran, pero no tiene sentido lamentarnos. —Magni avanza a su propio D-wheel.
—Bueno, resulta ser que Lyra no utilizó el detonador eléctrico.
—¡Qué! —Magni toma del cuello a Garyi, elevándolo un pie de altura con su brazo—. ¡Estabas ahí, debiste encargarte de que lo usara!
—¡Lo siento! —Garyi arrastra aire a su garganta—. Ella se deshizo del dispositivo antes de ir a buscar la carta de Slifer. Ahora está con Maximillion Pegasus y compañía.
Magni libera al otro hombre lanzándolo a un lado y manipula un computador en el cual se proyecta en forma de holograma, lo que el robot espía observa en esos momentos.
«Esa mocosa, nos ha traicionado». Magni aprieta su máscara agrietándola de los costados.
Garyi acaricia su cuello, se le marcaron los dedos del enorme hombre que se coloca su máscara.
—Iré a esa academia de duelos a matar dos pájaros de un tiro, tú consigue las cartas de Obelisco el atormentador.
—Entendido —responde, con la voz más chillona de lo acostumbrado.
Toma su propia motocicleta para duelos y se dirige a la posición donde se resguarda el tercer dios egipcio
«Será pan comido». Garyi se detiene ante el resonar del acero. Ante él se presenta algo enorme. «Al parecer ni yo ni Magni estaremos solos».
—¿Cómo utilizarán exactamente las cartas de dioses egipcios y bestias sagradas? —Kael se pone de pie, le duele el cuerpo por estar demasiado tiempo sentado.
—Esa parte del plan no la conozco yo, solo Magni. Es posible que Garyi, pero no puedo asegurarlo.
—Aun no puedo creer que un viajero del tiempo intentara matarme. —exclama Pegasus llevándose una mano a la frente.
—Supongo que solo debemos obtener las cartas antes que ellos —dijo Deyner—, y derrotar a quien tiene al Dragón alado de Ra. Estamos empatados, creo.
—Dejémosle el trabajo a Aelric, después de todo él es el peligro para ellos. —Kael le da la espalda al susodicho.
«Debe estar molesto por no ser considerado una amenaza». Lyra ríe para sí misma.
—Supongo que ellos estarán buscando ahora a Obelisco el atormentador
—¿Conoces la ubicación de Obelisco? —añade Aelric.
—Solo sabía que Pegasus tenía a Ra y que Slifer estaba aquí.
—En resumen, no sabes. —finaliza Deyner.
—No…
—¿Y usted, Pegasus? —Kael calla un momento y se da una leve palmada en la frente. ¡Qué estúpida pregunta!
—Está en otro edificio que sirve a Ilusiones Industriales, la más lejana de los tres, temía que el joven Kaiba deseara obtener de nuevo esa carta.
—Alguien debería ir y asegurar la carta —Kael señala a Aelric con un pulgar.
Deyner ladea la cabeza, divertido por la indignación del chico dragón.
—Muy bien, iré yo —acata Aelric exasperado. Tendrá que esperar más para obtener detalles sobre el último duelo de Kael. Aún no le cuadra que Kael derrotara a un dios egipcio.
Editado: 16.04.2025