Kael evita en la medida de lo posible a los duelbot. No puede permitir que estorben en su camino. Desciende las escaleras casi tropezando y llega a un pasillo donde encuentra la baraja de Lyra en el suelo.
Toma cada carta para regresar la baraja a Lyra, cuando la encuentre. Recogió una carta mágica que le llama la atención, le recorrió una sensación por la mano al tomarla. ¿Una deformidad en la carta? En la parte superior derecha había un símbolo marcado, por la forma en la que estaba hecho, debió de ser con las uñas.
Un trío de duelbots aparece en el otro extremo del pasillo. Kael guarda la baraja de Lyra, y la carta con el símbolo la combinó con la suya propia. Se echa a correr, atravesando la entrada principal de la academia. Los robots lo acechaban.
Ha estado demasiadas horas despierto, en movimiento, en duelos, y sabe que se cansará con el tiempo, tal vez demasiado pronto, y ellos no. No se puede permitir el descanso, por ahora.
Aelric, amargo por haber dejado a Pegasus solo contra aquel grupo de extraños, se dirigía a la academia de duelos a través de un helicóptero.
Al aterrizar y avanzar unos cuantos pasos, encuentra un avión que reconoció, debe ser con el que viajó su hermano. Más allá, presencia la existencia de los mismos seres que le rodearon en el edificio de Ilusiones Industriales. Pero esos que encontró estaban destruidos. «Son robots». También hay estudiantes inconscientes en el suelo.
Aelric le envía un mensaje de texto a Pegasus informándole lo que sucedió. Es seguro que si alguien continúa consciente ya haya pedido ayuda a tierra firme, no es mala idea hacerlo también, por precaución.
Deyner y los demás deben estar luchando contra ellos. Si hay tantos robots, es imposible que no sea así. Aelric mantiene su disco de duelos encendido.
Revisa su celular, ha tratado de comunicarse con Deyner desde que dejó atrás a Pegasus, pero este no ha respondido. ¿Acaso fue derrotado tras llegar? De ser así, alguien habría respondido por él. No tiene sentido.
Él logró llegar al frente de la academia. A tiempo para reconocer a su hermano a la distancia, adentrándose en el bosque, aprovechando que un par de estudiantes distraen a los robots.
Pese a su condición física, logra darle seguimiento. ¿A dónde se dirige? Además, no comprende por qué está solo. No está Kael, la chica o el profesor.
—¡Deyner! —llama, alzando un brazo.
Su hermano se detiene, casi resbalando con un charco de hojarasca. Regresa por sus pasos. Su rostro es un reflejo de gran agotamiento. Claro, no han dormido en casi todo el día.
—Tengo muchas preguntas y una mala noticia. —dijo Aelric.
—¡No hay tiempo, habla mientras nos dirigimos al volcán! —Deyner le indica con su cabeza que se apresure, reanudando su avance.
—¿Qué sucedió? —Sigue a su hermano.
—El sujeto ese, Magni, el que está robando las cartas, secuestró a la chica para obligar a Kael a un duelo. ¿Qué sucedió con las cartas de Obelisco?
—Esa es la mala noticia…
«¿Será posible que Kael enfrente a Ra y Obelisco al mismo tiempo?», piensa Aelric. No ha ocurrido mucho tiempo entre el robo y el regreso a la isla por parte de los demás, puede que el duelo no haya comenzado aún. Detiene a su hermano sosteniéndolo del hombro.
—Hay algo de lo que quiero hablar contigo. ¿Cómo le ganó Kael a Lyra?
—¡No es tiempo para eso!
—¡Sé que hay algo que no me han contado! ¡Habla!
Para la desgracia de ambos, llamaron la atención de duelbots que se encontraban cerca. Así que acaban envueltos en un duelo.
—Genial, tendremos tiempo para hablar mientras corremos peligro —regaña Deyner que golpea con su codo el costado de Aelric.
Kael logra llegar a la cima del volcán. El calor le hace dar un par de pasos atrás. Percibe cómo su sudor se evapora. Maldición, el sobreesfuerzo le ha nublado la vista y sus pulmones duelen.
—Jamás pensé que este volcán fuese activo, qué peligro.
—¡Te estuve esperando! —La voz de Magni estalla más al frente.
Kael avanza hasta llegar a una plataforma al borde del cráter del volcán, al otro extremo Magni se encontraba en otra plataforma, a su lado, encerrada en una jaula cuadrada de algún material transparente que pendía de una cadena, yacía Lyra, bajo ella hay un contador de puntos de vida, y más abajo… el magma.
—Este duelo no será como los que acostumbras, será un duelo apostando la carta de Slifer el dragón del cielo y la vida de Lyra. —«Y posiblemente la tuya». El hombre enciende su disco de duelos, y un objeto se implanta en el de Kael—. En esta batalla, si pierdes todos tus puntos de vida, la trampilla bajo los pies de ella se activará, y caerá al magma, y las cartas de Slifer serán mías.
»Si ganas, ella se salvará. Ah, cierto, estarás recibiendo choques eléctricos cada que pierdas puntos de vida, al igual que yo. —«Tras ver cómo acabó con ese duelbot, sé que debo tener cuidado, no solo porque él tiene a Slifer, sino porque esa baraja es amenazante. Estoy seguro de que lo acabaré con Ra».
«El maldito planeó muy bien cómo ponerme contra la espada y la pared. —Mira hacia Lyra—. Tengo más de un motivo para no perder el duelo». Enciende su disco de duelos.
Editado: 16.04.2025