Yudzi

1

Nos quedaban literalmente veinte minutos en coche hasta la casa de campo donde se iba a celebrar una gran fiesta de disfraces, cuando recibí un mensaje en mi teléfono de un número desconocido. Dos fotos y un vídeo corto. En la primera foto, una morena, de rodillas, le estaba haciendo una mamada a mi novio. En la otra foto, mi novio Dave besaba a la morena agarrándola por el trasero. Puse el vídeo, solo duraba diez segundos, pero se veía claramente cómo mi Dave empujaba a la morena contra la pared y se la follaba.
Y todo habría estado bien, y yo quizá habría pensado que se trataba de una relación pasada, si él no estuviera ahora sentado a mi lado con la misma camisa que en la foto y el vídeo y, lo más importante, con un bigote pintado para una fiesta de disfraces, que ahora parecía un poco manchado, y ahora entendía por qué. Ahora entendía por qué lo había esperado 20 minutos: en ese momento se estaba follando a una morena.
—Oye, nena, ¿quién te escribe? ¿Tengo que empezar a ponerse celoso? —pregunta Dave juguetonamente, como si nada hubiera pasado.
—Dices que se te ha averiado el coche... —Me volví hacia él con todo el cuerpo y lo fulminé con la mirada. —¡Dios mío! ¡Qué cabrón eres! —le digo con toda la ira en mi voz.
—Eh, eh, nena. ¿Qué ha pasado? —sonríe forzadamente y reduce la velocidad, mirando de vez en cuando a mí y a la carretera.
—¡Para el coche! ¡No voy a ir a ningún sitio contigo! —exijo enfadada.
—¿Por qué no me explicas qué está pasando? —Qué cabrón, ahora mismo me dan ganas de darle un puñetazo en su bonita cara. Y qué demonios se me ocurrió empezar una relación con él. Sabía que los guapos suelen ser unos mujeriegos, pero no... ¡Pensé que yo era especial!
—¡Para el coche! —grito aún más fuerte, y Dave finalmente se detiene en el arcén. Nos hemos parado junto a un bosque, rodeados solo de árboles y una carretera desierta.
—Cariño... —intenta preguntar de nuevo, pero espero a que apague el motor y, en cuanto lo hace, le doy una buena bofetada.
—¡Cerdo! ¡Mujeriego! ¡Basura! —le digo con rencor, cogiendo mi bolso y saliendo del coche. No quiero quedarme ni un segundo más a solas con este animal, y no puedo ni quiero ir a la fiesta, comportarme amablemente delante de sus amigos y fingir que no ha pasado nada.
—¡Al menos explícamelo! —Este cabrón sale corriendo detrás de mí y me detiene, agarrándome del brazo. Yo le arranco el brazo con rabia y lo destruyo con la mirada. Dios, ¿por qué no tengo poderes sobrenaturales? ¡Le obligaría a follarse a sí mismo por el culo! Así de enfadada estoy ahora.
- ¡Explícamelo tú! ¿Para qué tener una relación si eres un cabrón, un animal lujurioso, incapaz de dejar pasar a una sola mujer? ¿Para qué quieres una novia estable si estás dispuesto a follarte a cualquier morena en un callejón? - Le digo todo esto con rabia.
—¡Entonces Judith te envió el vídeo! —expresa él sus pensamientos. ¿Quién es Judith? Esto me desconcierta.
—¿Qué Judith? —pregunto.
—Mi ex, hace poco se me insinuó, quería que me la follara, pero hace tiempo que no me interesa en ese sentido. Incluso amenazó con contárselo todo a mi novia actual. Así que ha conseguido tu número en algún sitio. Me lo explica con cierta indiferencia y tranquilidad, y yo me quedo alucinado con todo esto. Habla con tanta calma. Admite que esa morena no es la primera y, por lo que parece, tampoco será la última. Joder. Es incluso humillante. Esta vez no es mi novio el que no me ha convencido, sino yo a él, ya que solo llevamos un mes juntos y él ya me está engañando con otras. Me quedé callada durante un rato, sin saber qué decir...
—¿Es decir que ni siquiera vas a negar nada, me estás diciendo con toda tranquilidad que, mientras salías conmigo, te acostabas con diferentes prostitutas? —le miro con reproche.
—¿Y qué sentido tiene? —me sorprendo aún más.
—¿Para qué? ¿Para qué te sirve esta relación? ¿Para qué me has pedido tanto tiempo que saliera contigo si sabías desde el principio que no te bastaba solo conmigo? —recuerdo cómo antes me colmaba de flores y regalos, no me dejaba ni pasar hasta que accedí a salir con él.
«Mis amigos piensan que hacemos muy buena pareja, tienes un aspecto increíble, eres guapísima... Así que, pequeña, entenderé si quieres romper, pero ahora te pido que vayamos a la fiesta, mis amigos nos están esperando». Te prometo que después de la fiesta te llevaré a casa y, si quieres, no volveremos a vernos nunca más, pero ahora vuelve al coche, ¡ya llegamos tarde! - Me quedé sin aliento por la indignación que me provocó su explicación, ni siquiera tenía palabras. Estaba en shock por su descaro y su forma de ver las cosas.
— ¡No volveré a subirme al mismo coche que tú! Aunque por fuera seas guapo, ¡por dentro eres un auténtico cabrón con el alma podrida! —Mis palabras finalmente lo enfurecieron. ¿Acaso había herido su orgullo, o tal vez le habían molestado mis comentarios sobre su aspecto físico?
—Escucha, Nicole, estamos en medio del bosque y no te aconsejo que muestres ahora lo ofendida que estás por una decisión tan poco inteligente y poco meditada. Vamos a la fiesta, quédate al menos una hora y luego podrás llamar a un taxi, ya que tanto he herido tu delicado corazón —dijo con una mueca en la última frase.
—¡Vete, Dave! —le gritó enfadada y se dio la vuelta para marcharse.
—¡Pues vete! ¿Crees que estoy muy triste? Tengo tres como tú al día y, a diferencia de ti, me hacen mamadas con mucho gusto y chillan como quieren que las folle! —me responde ese animal lujurioso y, dándose la vuelta, se dirige al coche, da un portazo y arranca el motor.
- ¡Qué cabrón eres! ¡Un perro mal criado! - le grito todos los insultos que sé.
- ¡Vete, Nicole! ¡Que te vaya bien! -me grita Dave a través de la ventanilla abierta de su todoterreno y se aleja a toda velocidad. ¡Qué cabrón! ¿Cómo puede existir alguien así? ¡Un auténtico basura!
Durante unos diez minutos maldije mentalmente a ese cabrón con todo mi repertorio de palabrotas. El resto del tiempo me enfadé conmigo misma. ¿Cómo no me había dado cuenta antes? Quizás fuera culpa de nuestras escasas citas, él nunca insistió en que viéramos más. Me parecía extraño que me cortejara tanto y luego no insistiera en que nos viéramos, ahora entiendo por qué, tiene muchas como yo. Bueno, que le den.
Es la primera vez que me pasa algo así... ¡¡¡Me dan ganas de decir que todos los hombres son unos cabrones!!!
Todo este tiempo voy en dirección contraria, pero siento que aún me queda mucho camino por recorrer. Llevábamos veinte minutos en coche a bastante velocidad. Hacía tiempo que había anochecido. Empecé a tener un mal presentimiento. Por cierto, por el camino no me crucé con ningún coche.
Con cada minuto que pasaba, me sentía más incómoda. Ahí iba yo, toda arreglada. Un delicado vestido azul de estilo griego, con cola, que dejaba al descubierto la mitad de mi espalda y resaltaba mi pecho. Con los guantes blancos debajo del vestido, parecía una princesa, y además llevaba el pelo suelto. Pero ahora empezaba a temblar. Empezaba a hacer frío. Y la carretera desierta me ponía nerviosa.
Cojo el teléfono cada cinco minutos, pero es inútil, no hay cobertura.
Por fin veo luces delante de mí. Se acerca un coche. Suena música a todo volumen. Es el mismo todoterreno que tenía mi ex, Dave. El coche se detiene y la música baja. El conductor abre la ventanilla y me mira con una sonrisa. Me mira de arriba abajo, vuelve al interior del coche y dice algo, luego vuelve a mirarme y veo que se abren las puertas por todos lados y salen cuatro chicos, incluido el conductor.
—No me van a ayudar... —comencé a pedirles que me ayudaran a llegar al pueblo más cercano para llamar a un taxi, pero me detuve al ver que los cuatro chicos me miraban con evidente lujuria, uno incluso se mordió el labio.
«Claro, bombón, te ayudaremos con mucho gusto, ¿verdad, chicos?», dijo el conductor mirando burlonamente a sus amigos y dando pasos hacia mí. Yo retrocedí inmediatamente. En ese momento sentí verdadero miedo. No ocultaban sus intenciones. Los cuatro comenzaron a caminar lentamente hacia mí. Me eché a correr y, apartándome de la carretera, me adentré en el bosque. La adrenalina que corría por mis venas me daba energía y corría sin mirar atrás, oyendo con horror que esos cretinos me seguían.
Me gritaban algo, diciéndome que me detuviera, que de todos modos me alcanzarían. Yo me agarraba con fuerza el dobladillo del vestido para no engancharme en las ramas y las raíces, y corría a toda velocidad, sin fijarme en el camino. En un momento dado, tropecé y caí de cabeza en un enorme agujero que había aparecido de la nada. Me pareció que la caída duraba una eternidad.
Las voces de los chicos que me perseguían desaparecieron de repente, incluso los sonidos de la naturaleza dejaron de oírse. Ante mí había un vacío y una oscuridad totales, no veía ni oía nada a mi alrededor. Estaba tan oscuro que, al cerrar y abrir los ojos, no notaba ninguna diferencia. El miedo y la desesperación paralizaron mi cuerpo, ni siquiera me di cuenta de cuándo mi mente se desconectó.
El despertar no fue agradable. Me dolía terriblemente la cabeza. Me encontré en el suelo, en el bosque, y, para mi sorpresa, el vestido no había sufrido ningún daño, solo tenía una pequeña mancha verde de la hierba, pero era casi imperceptible. Y, en principio, estaba bien, si no fuera por el dolor de cabeza, que era terrible, como si me hubieran metido en un tornillo. Nunca había tenido un dolor de cabeza así. Era como si algo me oprimiera.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.