Yugo de las estrellas

Capítulo 7 - Sombras crecientes

El sol del desierto australiano se alzaba una vez más, pero esta vez, la luz dorada del amanecer traía consigo una sensación de urgencia y temor. En el centro de control improvisado, la atmósfera estaba cargada de tensión mientras la Dra. Li Wei y el General Hayes discutían los últimos descubrimientos.

"Nuestra prioridad ahora es asegurar que estos datos sean analizados por los mejores criptógrafos y expertos en inteligencia", dijo la Dra. Wei, señalando la pantalla llena de gráficos y códigos.

"Ya he contactado a la NSA y a la Interpol", respondió el General Hayes. "Ellos están movilizando equipos para trabajar con nosotros de manera confidencial. No podemos permitir que los visitantes descubran lo que estamos haciendo".

Mientras tanto, en Washington D.C., el Presidente Wilson convocó una reunión de emergencia con su gabinete de seguridad. "Hemos recibido informes alarmantes sobre las verdaderas intenciones de los visitantes", dijo con gravedad. "Necesitamos coordinar nuestras acciones con nuestros aliados y prepararnos para cualquier eventualidad".

El Secretario de Defensa, John Maxwell, tomó la palabra. "Tenemos unidades especiales en alerta máxima y estamos implementando medidas de ciberseguridad adicionales. No podemos permitir que utilicen su tecnología en nuestra contra".

En Londres, el Primer Ministro Sir Charles Whitaker se encontraba en una videoconferencia con los líderes de la OTAN. "Debemos reforzar nuestra cooperación y compartir toda la información que tengamos sobre los visitantes", urgió. "La desconfianza está creciendo y debemos estar preparados para actuar juntos".

En Beijing, la Directora de Seguridad Nacional, Zhang Mei, reunió a su equipo de élite. "Estamos en una encrucijada histórica", dijo. "Debemos analizar cada aspecto de esta tecnología y estar listos para proteger nuestra soberanía a toda costa".

Mientras los gobiernos del mundo se movilizaban, en el campamento de refugiados en África, la Dra. Aisha N'Dour, una médica de la ONU, comenzaba a notar cambios inquietantes en los dispositivos médicos proporcionados por los visitantes. "Estos dispositivos están emitiendo señales que no habíamos detectado antes", comentó preocupada a su colega, el Dr. Amadou Diop.

"¿Señales? ¿Qué tipo de señales?", preguntó el Dr. Diop.

"No estoy segura, pero parecen estar recopilando datos biométricos detallados. Debemos informar esto al CCT de inmediato", respondió la Dra. N'Dour.

En una reunión del CCT, la Dra. Emily Rossini presentó los últimos hallazgos. "Hemos descubierto que los dispositivos energéticos y médicos tienen la capacidad de enviar información detallada sobre nuestras actividades y recursos. Esto confirma nuestras sospechas: están utilizando su tecnología para monitorearnos".

El General Hayes se levantó, su expresión decidida. "Necesitamos desarrollar contramedidas y sistemas de bloqueo. No podemos permitir que continúen espiándonos".

En medio de esta creciente paranoia, un nuevo personaje entró en escena. El Dr. Miguel Hernández, un experto en inteligencia artificial y ex-agente de la CIA, fue reclutado por la Dra. Wei para ayudar en la descodificación de las tecnologías visitantes.

"Esto es como descifrar un rompecabezas tridimensional", dijo el Dr. Hernández mientras examinaba los planos. "Pero hay algo más aquí. Estas tecnologías parecen tener una capa de encriptación cuántica. Necesitamos un enfoque radicalmente diferente para entenderlas".

Mientras tanto, en París, un grupo de activistas conocido como "Libertad Digital" comenzó a organizar protestas contra la implementación de las tecnologías visitantes. "No podemos confiar en ellos", dijo su líder, Sophie Dubois, en una manifestación. "Exigimos transparencia y la retirada inmediata de todos los dispositivos visitantes hasta que sepamos la verdad".

En Japón, el científico Dr. Hiroshi Tanaka lideraba un equipo secreto para desarrollar un sistema de defensa cibernética avanzada. "Nuestro objetivo es crear un firewall cuántico que pueda neutralizar cualquier intento de intrusión por parte de los visitantes", explicó en una reunión con oficiales del gobierno.

Simultáneamente, en el Vaticano, el Papa Francisco emitió una declaración llamando a la prudencia y a la unidad global. "Debemos abordar esta situación con sabiduría y compasión. La humanidad debe unirse para enfrentar cualquier amenaza, visible o invisible", dijo durante su homilía.

A medida que la paranoia y la desconfianza crecían, un incidente en la base de operaciones en el desierto australiano intensificó aún más las tensiones. Un equipo de ingenieros reportó que uno de los dispositivos energéticos había comenzado a emitir pulsos electromagnéticos anormales, interfiriendo con las comunicaciones y los sistemas de seguridad.

"Esto no puede ser una coincidencia", dijo la Dra. Wei mientras examinaba los datos del incidente. "Debemos suponer que los visitantes están probando nuestros límites".

El General Hayes, mirando fijamente a la pantalla, respondió con firmeza. "Es hora de que dejemos de jugar a la defensiva. Debemos tomar una postura más agresiva y asegurarnos de que estamos preparados para cualquier escenario".

La humanidad, enfrentando una amenaza cada vez más evidente, se encontraba en un punto crítico. La colaboración con los visitantes, que una vez prometía un futuro brillante, se había convertido en una carrera contra el tiempo para descubrir sus verdaderas intenciones y proteger la libertad y la existencia misma de la especie humana.

El sol se ponía una vez más sobre el desierto australiano, pero esta vez, la oscuridad que se avecinaba no solo era la de la noche, sino la de un futuro incierto y potencialmente catastrófico.




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