Yugo de las estrellas

Capítulo 17 - La Oscuridad Creciente.

En Moscú, Mikhail Petrov observaba la situación desde su lujoso refugio. La amplia sala estaba adornada con lujosos tapices y muebles de diseño, un contraste inquietante con la crisis que se desataba fuera de sus muros. La ciudad estaba en ruinas, y el apogeo de su ambición parecía desmoronarse en un mar de caos. Sus planes de beneficiarse de la invasión alienígena, en lugar de fortalecer su posición como uno de los líderes más poderosos de la Tierra, se habían convertido en una trampa mortal. En lugar de obtener poder y recursos, se encontraba en medio de una catástrofe que amenazaba con destruir todo lo que había construido.

La pantalla holográfica proyectada en el centro de la sala mostraba las zonas de conflicto con un detalle escalofriante. Los puntos rojos indicaban las posiciones avanzadas de los Zýlon, y las líneas de defensa, que antes parecían imponentes, ahora eran meros fragmentos de resistencia.

"Señor Petrov, los informes indican que nuestras defensas están siendo superadas," informó Yuri, su analista de confianza, mientras ajustaba la proyección con una serie de comandos rápidos. La figura del analista, delgado y de rostro impasible, contrastaba con la preocupación que reflejaban sus ojos. "Los Zýlon están avanzando más rápido de lo que anticipamos. Han sobrepasado nuestras líneas de contención en varios puntos estratégicos."

Mikhail frunció el ceño, observando cómo el holograma mostraba las líneas de defensa fallidas y las rutas de avance alienígena. Su mente, aguda y calculadora, buscaba desesperadamente soluciones en medio de los datos y gráficos en constante cambio. Los Zýlon, una especie alienígena hostil con una tecnología y ferocidad inigualables, estaban demostrando ser mucho más formidables de lo que cualquiera había previsto. Sus tropas, aunque bien entrenadas y equipadas, estaban luchando una batalla desigual contra la avanzada y despiadada maquinaria de guerra de los invasores.

"Entonces, necesitamos una nueva estrategia," dijo Mikhail, su voz firme a pesar de la creciente desesperación. "Contraten mercenarios. No escatimen en gastos. Utilicen todos nuestros recursos disponibles para armar una fuerza capaz de enfrentar a estos monstruos."

Yuri asintió, su expresión tornándose más seria. "Entendido, señor. Reclutaremos a los mejores soldados disponibles. Pondremos en marcha una operación de emergencia para encontrar y contratar a los mercenarios más eficientes y letales. Además, contactaremos con nuestros aliados en el extranjero. Quizás podamos obtener ayuda adicional en forma de tecnología avanzada o refuerzos militares."

"También necesitamos fortalecer nuestras defensas internas," añadió Mikhail, levantándose de su asiento con una determinación renovada. Caminó hacia el mapa holográfico, que ahora mostraba áreas de Moscú en llamas y zonas de alta actividad Zýlon. "Instalen sistemas de defensa automatizados alrededor del refugio y en las zonas más vulnerables de la ciudad. Asegúrense de que nuestros civiles sean evacuados a lugares seguros. No podemos permitirnos perder más vidas. La moral de la población es crucial en estos momentos."

Yuri tomó nota rápidamente, su rostro reflejando la tensión del momento mientras su mente ya calculaba los próximos pasos. "¿Y qué haremos con los recursos que hemos acumulado? Los fondos podrían ser de gran ayuda para financiar nuestras operaciones y asegurar suministros críticos."

Mikhail se detuvo un momento, su mirada fija en el holograma mientras reflexionaba. "Distribuya lo necesario para apoyar a nuestras tropas y mercenarios. Pero mantenga una reserva para emergencias. No sabemos cuánto durará esta guerra y necesitamos estar preparados para lo peor. Las reservas también servirán como garantía en caso de que necesitemos negociar o realizar maniobras de última hora."

Mientras Yuri se retiraba rápidamente para ejecutar las órdenes, Mikhail permaneció solo en la sala, contemplando el caos que se desarrollaba más allá de las paredes de su refugio. Sabía que esta invasión no era solo una prueba para su liderazgo, sino también para la resistencia y determinación de su gente. Cada decisión que tomaba, cada recurso que distribuía, era crucial para la supervivencia de Moscú y, en última instancia, de la humanidad.

Las luces de la sala parpadearon brevemente, una señal de los continuos ataques que sacudían la ciudad. Mikhail se acercó a la ventana, mirando las llamas que iluminaban el horizonte. El tiempo se estaba acabando, y cada minuto era una batalla contra el reloj para salvar lo que quedaba de su imperio y para preservar la esperanza de un futuro en el que él aún pudiera tener un papel preeminente.

La ciudad de Moscú estaba en una encrucijada, y Mikhail Petrov se encontraba en el centro del torbellino, manejando la última esperanza de resistencia contra una amenaza que desafiaba toda comprensión y poder.




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