Yukimura Sanada

CAPITULO 1 (1-5)

MC- No te defraudaré.

(¡Sobreviviré a mi tiempo aquí y volveré al presente!)

Pero Nobunaga atrapó mi barbilla y la elevó hacia él.

NOBUNAGA- Planeo cuidar muy bien de ti, MC.

MC- Entonces, ¿te importaría no tocarme cada vez se te antoja?

Rápidamente di un paso atrás para escapar de su agarre.

NOBUNAGA- No me mires con tanto anhelo. Me temo que no tengo tiempo para devaneos por la tarde.

MC- ¡No tendrás ningún 'devaneo' conmigo ni por la mañana, ni por la tarde, ni por la noche!

HIDEYOSHI- MC, harías bien en recordar con quién estás hablando...

NOBUNAGA- Déjalo, Hideyoshi. Me gusta así. Pasemos al asunto que nos ocupa. Mitsunari, ¿qué has averiguado sobre el incidente de Honno-ji de la otra noche?

MITSUNARI- M lord.

(¿Es todo lo que tiene que decirme?)

MITSUNARI- Según nuestros investigadores en Kyoto...

Todos en la sala escucharon atentamente mientras Mitsunari hacía su informe. Ya nadie me miraba.

(¿Me convocan ante el gran jefe y luego empiezan a ignorarme como si no existiera?)

MITSUNARI- ...Y por lo tanto, creemos que fue obra de no más que un puñado de sublevados.

Masamune- ¿Huyeron tan pronto como fracasó el intento de asesinato? Así que hemos perdido la oportunidad de contraatacar.

MITSUNARI- Nadie vio sus caras. Y no dejaron ninguna pista.

IEYASU- Atacar en la noche sin declarar el nombre o la intención. Un enfoque cobarde.

MITSUHIDE- ¿Eso crees? Me parece una estrategia fresca y audaz. Puedo ver el atractivo.

HIDEYOSHI- Seguramente estarás bromeando, Mitsuhide. Cazaremos a quien esté detrás de esto y lo colgaremos por ello.

NOBUNAGA- En efecto. Quiero ver la cara del hombre que pensó que podía enfrentarse a mí mientras muere.

Una oleada de ira sanguinaria llenó la habitación, enviando un escalofrío por mi espina dorsal.

(Realmente no quiero quedarme escuchando cómo planean la caza del asesino).

MC- ¿U-Um? ¿Puedo irme ya?

NOBUNAGA- ¿Hm? ¿Todavía estás aquí?

MC- ¡Sí, obviamente! Tú me llamaste aquí, ¿recuerdas?

MITSUNARI- Mis disculpas, MC. Me distraje una vez que comenzó nuestro consejo de guerra. Permíteme acompañarte de vuelta a tu habitación.

Después de acompañarme de vuelta, Mitsunari volvió a la sala de reuniones.

(¿Tengo que pasar tres meses enteros con esta panda de locos por la batalla?)

Debía fingir ser una princesa noble y actuar como chatelaine, mientras estaba rodeada de algunos de los señores de la guerra más famosos de la historia, quienes estaban a la caza de un asesino ilusorio.

(No hay televisión, ni radio, ni trenes ni coches, ¡por no hablar de los teléfonos celulares! ¡Odio esta época!).

Suspiré para mis adentros mientras buscaba lo único que había traído conmigo... mi bolso. Saqué mi copia de Guía del viajero para los señores de la guerra más atractivos de Japón y comencé a hojearla. Me detuve en la página sobre el incidente de Honno-ji.

(Acabé salvando la vida de Nobunaga).

Se suponía que Nobunaga debía haber muerto en las llamas aquella noche, pero ahora la historia ha cambiado radicalmente.

(¿Qué será de Japón ahora? ¿He estropeado el futuro?)

Un sudor frío se formó en mi espalda y metí el libro en el fondo de mi bolso.

(Es inútil pensar en ello ahora. Tengo que centrarme en superar los próximos tres meses para poder volver al presente. El trabajo de mis sueños me espera allí... ¡me convertiré en diseñadora!)

Cuando cerré mis manos con determinación, me di cuenta de algo.

(¿Hm? Mi muñeca está roja. Es de cuando...)

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YUKI- ¡Cuidado!

(¿Ahora qué?)

YUKI- ¡Ouch!

MC- ¡Perdón!

Estuve a punto de correr hacia el borde de un acantilado, pero un tipo llamado Yuki me agarró del brazo y me detuvo justo a tiempo.

YUKI- Eso estuvo cerca

MC- Gracias por salvarme.

YUKI- No necesito que me des las gracias. Sólo dame un poco de espacio, ¿quieres?

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(Fue un poco brusco, pero me salvó la vida. Dudo que lo vuelva a ver, pero... Parecía una persona muy amable.)

Rodeé con mi mano la débil marca roja que me había dejado en la muñeca. En ese momento, no tenía ni idea de que algún día volvería a sostener su mano...

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Me sentí sorprendentemente renovada cuando me desperté a la mañana siguiente. Sin embargo, después de terminar el desayuno que una mucama trajo a mi habitación, no tenía nada más que hacer.

(Parecerá sospechoso si me quedo sentada en mi habitación todo el día. Supongo que debería ir a preguntarle a Mitsunari cuáles son realmente las funciones de una chatelaine).

En ese momento, se abrió la puerta y entró el mismo hombre en el que estaba pensando.

MITSUNARI- Buenos días, MC. Espero que hayas dormido bien.




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