Yukina y las criaturas magicas

VULNUS

Había una vez en una época gris muy lejana a esta donde la alegría no la conocían casi nadie, en una pequeña ciudadela  llamada Vulnus, aquí la humanidad vivía sus días sin nada que ganar y sin nada que perder. Este lugar tenía este nombre porque hacía ya mucho tiempo hubo una guerra o algo parecido ya que nadie recordaba que había pasado, mas sin embargo sentian una herida en el alma cuando veian en lo que se habia transformado el mundo, lo que  hubiera sido logro que la mayoría de la humanidad desapareciera. Así que vivían en este lugar temeroso y bajo un líder de mano dura e injusta conocido como Aquiles, él  no permitía nada en su reino él decía que todos estarían mejor sin pensar en el pasado y no creer que las cosas podían mejorar, era mas facil de sobrellevar el presente. Todo lo que se podía hacer aquí era vivir para sobrevivir y no preguntar nada. Todo aquel que preguntara por el pasado o fuese talentoso para el arte como pintar, bailar cantar  o cualquier cosa que trajera un poco de luz y esperanza  eran personas no gratas para Aquiles quien los mandaba al exilio a donde nadie lo volviera a ve, en ocaciones realizaba ejecuciones publicas para mantener a las masas en control.  

Más sin embargo si había gente que lo desobedecía y ya en el exilio buscaban respuestas. Todos los artistas aquí estaban, un grupo de artistas valientes y valerosos llamados la coordinación en este grupo había de todo un poco músicos, escritores,cantantes, hombres y mujeres exploradores y sedientos por la verdad, aquellos a los que les agradaba construir algo más que los edificios que pedía Aquiles, aquellos que contaban con más conocimientos de los que Alquiles no podía tolerar, eran aquellos que pertenecía a la coordinación así que en esta comunidad reinaba la alegría, la música, la belleza de la vida y aquí eran muy felices todos aunque, tenía que vivir huyendo de las sombras un ejército de Aquiles que tenían por tarea borrar la existencia de la coordinación y desaparecer todo de ellos. Todo era difícil para ellos pero poco a poco encontraban cosas que los hacían pensar y preguntarse más por el pasado. Todos eran amigos y  confiaban unos en otros, pero de entre ellos existía una familia muy peculiar que sobresalía por encima de los demás sus miembros eran una madre bella como ninguna de piel blanca de porcelana, cabellos rojos largos como el fuego y por esta razón la llamaban Fénix, en su rostro unos ojos azules que centellan cada vez que tenía una idea, la delicadeza de su silueta, era perfecta como la de un ángel. 

 El padre era un hombre muy inteligente, astuto cual zorro, siempre tenía una solución a cualquier cosa, su rostro era varonil, con cejas pobladas y ojos profundos como el mar, la fuerza de su carácter era como la de un trueno fulminando el cielo de aquí que su nombre era Nicolas  no había nada que parara su alegría o su enojo,  pero en él siempre reinaba la bondad y el amor que tenía por amada esposa , todo en ellos era armonía pero había dos cosas que los unía aún más y que amaban más que nada en la faz de la tierra. 

La primera de ellas era que creían en cosas fantásticas como las hadas, los grifos, los duendes y todo tipo de criatura mitológica, la magia que les proporcionaba la naturaleza. Pero lo que más los unía de la cual estaban orgullosos era de su hermosa hija llamada Yukina era una niña muy feliz y curiosa, su mente siempre volaba en un mar de imaginaciones donde todo podía contagiar a quien estuviera a su lado, a ella le encantaba pintar, bailar, escribir, hacer todo lo que a una niña de 13 años adoraría hacer. Aunque   estar en las excavaciones de su padre era lo que más le atraía, ser de las primeras personas que veía objetos que tenían miles de años sin estar a la luz del Sol  era algo maravilloso. 




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