Yurio Wa Maid Desu Ka?

Capítulo 6: Culpa Compartida. Estás Enamorado.

 

 

La calle estaba llena de las resonancias del día a día. Automóviles ruidosos, transeúntes de todo tipo, pasos tanto ligeros cómo pesados, y uno que otro molesto animal sintonizaban en mis oídos a medida que caminaba.

Mi andar era lento y calmado, no tenía prisas. El médico al que iba no necesitaba citas.

Sí. Así como escucharon, estoy yendo al médico.

¿Creyeron que no iría? Pues qué equivocados.

Esta situación que afecta mi cuerpo no me gusta para nada. Creo que es causada por ese estúpido Katsudon. Más problemas no me pudieron sobrevenir con su llegada. Pero... hay cosas que no me molestan tanto. Cómo el hecho de que haya preferido dejarme en anonimato frente a la prensa.

Empecé a recordar el día siguiente de lo sucedido con ciertos rumores a la par que seguía mi camino.

 

El sonido de las campanas llamó mi atención. Allí estaba él, mi tortura diaria. Aquel que me fastidiaba como si de un inquisidor se tratara; un sicario contratado para mi fin; o simplemente un idiota que era un total S con tendencias a M.

Verlo revolvió mi estómago en una extraña sensación. Era difícil de describir, pero me sentía entre enojado y feliz, algo que usualmente me pasaba. Enojado porque llegaba y feliz porque... ¿Llegaba? Bien, ahora estoy más confundido por esto.

Me le acerqué por la obligación que conllevaba mi trabajo. Claramente había más Maids para atenderlo, pero ese cerdo pidió sólo ser atendido por mí. Qué molesto. Pero no puedo quejarme, atenderlo aumenta un poco mi salario.

-Bienvenido a casa, amo. –Hice una leve reverencia con mis manos al frente, de esas que estoy obligado a hacer para cada idiota que viene— Pase adelante, por favor. –Mis mejillas ardían a pesar de no saber por qué—

-Hola Yuri. –Saludó ya sentado en su respectiva silla. Dedicándome una de esas tantas sonrisas cargadas de amabilidad—

-¿Q-que desea para ordenar?

-Mmm, veamos. Quiero un chocolate caliente con espuma y unos Muffins Shota Special.

-Hubiera dicho simplemente el especial del día. –Me retiré, y luego de un rato le traje su orden— Aquí tiene, amo.

-Yuri. ¿Por qué me tratas tan formalmente? –Preguntó repentinamente luego de agradecer. ¿Lo estaba tratando así? Mmmm— ¿Dónde está mi Yura?

-A-aquí esta, idiota. –Bufé apartando la vista de esos orbes chocolate que me miraban con dulzura—

-¿Y entonces? ¿Qué con las formalidades?

Un silencio nos invadió a ambos. Creo que actúo así por tener algo pendiente que decirle. Debería hacerlo ahora...

-Gracias.

-¿Hmmm? –Musitó confundido— ¿Por qué?

-Te estoy agradeciendo por no decir nada a la prensa y aclarar eso. Me ahorraste muchos problemas con mi anonimato.

Pude notar como su rostro tomó color. Parpadeó un par de veces y soltando una risa nerviosa se encogió de hombros. –Bueno... no tienes nada qué agradecer. Después de todo fue mi culpa—

Fruncí mi ceño y bajé la mirada, apretando ligeramente los puños. –No es totalmente tu culpa. Yo también comparto algo de ella. No, más bien es toda mía, pues fui quien tuvo la idea de hacerme pasar por tu pareja—

-Yuri... –Musitó mi nombre sin decir nada más—

Yo aún seguía cabizbajo, pensando en que todo hubiera sido más fácil si se me hubiera ocurrido un plan mejor, no algo absurdo como la idea de la "novia". Bien hecho Plisetsky. Más idiota imposible.

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando una mano tomó mi mentón, alzando mi rostro para encararle, ya que las alturas eran diferentes. Sus ojos avellana denotaban un brillo especial que provocó todo tipo de sensaciones raras en mi estómago. –Yura. No te sientas mal por esa tontería. Ambos somos culpables ¿No? –Sonrió ladinamente— Vamos gatita, que no me gusta verte así. –Su suave voz acariciaba mi aparato auditivo, dándole algo de calma y alivio a tales remordimientos y culpabilidades que nacían en mí—

Asentí levemente afirmando que entendía. Él sólo formó otra sonrisa y acarició mis hebras claras con esos largos dedos. –Será mejor que siga trabajando—Dije apartando la mirada a otro lugar que no fueran sus ojos, esos que tantas emociones me causaban—

-Vale. –Contestó antes de volver a tomar asiento en su mesa y continuar su ingestión de alimentos—

Hice otra reverencia y me retiré lo más rápido que pude, sintiendo el corazón latiendo a mil por hora, o tal vez por minuto.

 

Tsk. Por tu culpa estoy de camino al médico.

 

Pensé mientras pateaba una lata vacía que había en el suelo.

 

Sí, dale, ahora págalo con la pobre lata.



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En el texto hay: comedia, yurionice, yuyuu

Editado: 12.05.2018

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