Z

Populus

El monstruo alzó su brazo mayor con potencia y con sus garras rascó el suelo mientras se acercó a nosotros, levanté mi pistola y me preparé para disparar.

—¡Sant! No lo hagas. — Susurró John.

—¿Porque?

—Los zombies son sordos, igual y él también lo es... — Dijo John.

—¿Son sordos? — Pregunté.

—Si, vah, los especiales. Hasta ahora solo vimos a uno igual a este, son raros. — Dijo John.

—Ya... Pero... ¿También es ciego?

—Si, como los otros.

—Es decir que los zombies son ciegos pero si oyen. Estos ''Unguibis Aureis'' no oyen ni ven.

—¿Unguibis Aureis? — Preguntó con duda.

—Sí, garras en latín... — Aclaré.

—Ya... Si exacto, ahora cállate y cuando yo te haga la seña avanza despacio.

—Oke... — Fuí bajando el tono hasta que fue un silencio.

John hizo la seña una vez el maníaco que estaba haciendo ruidos raros y desafinados, capaces de quitarle la cordura a cualquiera con escucharlos, se aleja de nosotros. Doblamos la esquina y llegamos al edificio donde habitaban John y sus compañeros en esta locura. —Sant, ahora te presentare a unos friends. They live in the building with me. —¿Que? —Sorry, soy de Gales. —Ah, igual lo ocultas bien. —Ahora sí. El de la puerta es Jeremías, un chico de tan solo dieciocho años que salió de su casa y encontró este caos, era mi vecino. Dentro del edificio vas a encontrar a Marco, otro vecino, que organiza el gimnasio, la biblioteca y el bazar, en cuanto a las mujeres... La más alta es Idit y es como la más protegida del grupo. Marta es una chica de estatura baja y de veinte años, no la molestes suele ser odiosa pero ayuda. Edward es un sabiondo que se encarga del mantenimiento, sabe arreglar cosas.

—Okey, manual de tratamientos sociales portátil, entremos.

Ya en la puerta...

—John, a quien trajiste?

—Es un superviviente, se llama Sant.

—Pues un gusto Sant.

—Lo mismo digo Marcos.

—¿Eh?

—Perdónalo, es medio boludo. — Se unió John.

—¡John! Pensé que no ibas a volver sano y salvo, vimos al especial cerca y me asuste.

—Pequeña, ¿No ves que tenes que presentarte?

—Oh, hola extraño. Soy Marta.

—Emmmm, donde puedo acostarme, siento como si me faltase sueño. De paso John responde mis preguntas.

—Oh si, que descortés de mi parte. — Un hombre anciano llegó y apuntó a las escaleras.

—Gracias, supongo que sos Edward?

—No, Marco. — Me dijo con seriedad.

—Ah. — Dije — No paro de cagarla. — Pensé.

Subimos las escaleras las escaleras hasta el segundo piso donde el abuelo abrió la puerta y entramos. John me dijo que después de responder mis preguntas me va a dejar cambiarme.

—Y... Sant, ¿Tus preguntas? — Dijo John riéndose.

—Oh, si. ¿Porque el Unguibis Aureis era así? — Dije con cara de curiosidad.

—No lo sabemos. Suponemos que porque antes tenían una discapacidad ya que el gobierno llama al virus ''Virus impotencia'' y además si te fijas bien, parece que el brazo con las uñas largas fue anteriormente puesto o regenerado junto con sus uñas que parecen implantadas. —¿Pero qué tipo de discapacidad puede llegar a tener que afecte así? Incluyendo uñas. — Dije intrigado. —No lo sabemos... Pero podrían ser astillas o fragmentos de vidrio que quedaron en los muñones de los brazos antes de ser lo que son. —Una última cosa, ¿Quién tiene la infección según ustedes? — Dije con un tono sombrío. —Mi querido Sant, son cosas que no sabemos... Pero suponemos que de cien personas, ochenta son personas aptas para todo y veinte son discapacitados. De los veinte, hay ciertos parámetros que afectan una probabilidad de que tengan distintas mutaciones, mientras las personas aptas, solamente serian zombies. El contagio es mediante mordidas y podrían ser rasguños. La primera cepa creemos que fue ocasionada por alguna bacteria única en su clase que tuvo su víctima. — Dijo el hombre de mediana edad parado en la puerta. —¡Oh, Marcos! Estabas ahí, no te noté. Pasa, ¿Que queres? Sant se iba a cambiar. — Dijo John con una carcajada queriendo salir. —John, no es de tu incumbencia, pero ya que... Sant, Altamirano quiere verlo, lo espera en el quinto piso en la habitación cinco. — Dijo Marco lanzando una cara de desprecio a John. —Ahora voy. — Dije sacando a los dos de mi pieza.

Elegí vestirme con una remera celeste, un pantalón negro y unas zapatillas deportivas negras tipo bota. Entré a la ducha, me bañe y pensé: ''Ahora, estoy adaptándome para luego al vestirme, ser otra persona. Otra persona voy a ser, eso si... No voy a olvidarte Lu. Voy a llevar el collar que te regale conmigo, pase lo que pase''. — Mientras me secaba, el agua apenas limpia se mezclaba con lágrimas saladas.

Luego de cambiarme, tome aire y subí al siguiente piso para mi encuentro con Altamirano.




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