Z

Huir mis soldados, Huir!

Altamirano se levantó, agarró un par de zombies y los sacudió pensando que los instintos animales de Dark saldrían a la vista pero nada de eso pasó.

—¡Vamoss! Te veo lass ganass de morder esste zombie. ¡VAMOS BESSTIA! —Provocó Altamirano.

Mientras Altamirano analizaba a Dark profundamente, este último se acercó lentamente y lanzó a los zombies hacia un lado. Frente a frente, ellos analizaban a su rival sin realizar ningún movimiento.

—¡No se queden mirando! Nosotros ya tenemos un enemigo. — Gritaba Idit disparando a los zombies de el portón que daba a la calle.

El cielo gris, Dark y Altamirano mirándose uno a otro, y nosotros disparando. Imaginar el escenario con edificios y te queda una buena imagen para un poster, ¿No?

—A DaRk NO le AgrAdaS Ni uN PElo moNStruo. EsO Es MaLo pARA Vos, mUY mALO. —Susurró Dark.

Luego de decir eso, Dark levantó la mano izquierda, esta cambió de forma a una especie de cuchillo. Se extendió a gran velocidad hacia Altamirano pero él lo esquivó y fue a clavarle sus garras de unos dieciséis centímetros. Se las logró encajar en su torso, pero esto a Dark no le afectó. Su viscosa piel envolvió las garras de Altamirano y las cortó, luego le devolvió al extraño zombie los pedazos cortados. Estos lograron darle en el brazo derecho, aún así, Altamirano no estaba listo para la derrota. Altamirano levantó el brazo izquierdo hacia Dark, aquel brazo con garras cortadas iba a ser su escapatoria. Él rugió y la horda cambio de objetivo, ahora iban totalmente descontrolados hacia Dark, no importabamos nosotros. Altamirano se desvaneció entre la incontenible horda. Dark huyó pegándose entre edificios y casas con unas especies de cuerdas negras que salieron de sus brazos. Sus ojos parcialmente blancos con una especie de sombras rojas apuntaron hacia nosotros por un momento.

—Genial. Ahora los dos monstruos andan sueltos por ahí, por lo menos uno está de nuestro lado... —Dijo Frank.

—No, Dark no está de su lado, está del nuestro. —Dijo Marta en un choque de miradas.

—Como digas... —Dijo Gabe.

—Cierren el pico y corran. They are idiots... —Decía John mientras guardaba su Revólver

—Verdad. Comencemos a correr cuanto antes. —Dije siguiendo a John y Zoe que ya se habían empezado a mover.

A la vuelta de la esquina se escuchaban gemidos pero por alguna razón John seguía. Idit empezó a subir la velocidad y se posiciono al lado de John, como si se tratase de una carrera. John ignoró esto y simplemente siguio, pero Idit intentaba ponerse por delante de él. Idit le dió un empujón a John, y cuando este iba a decir algo, llegaron ambos a la esquina. Unos zombies se abalanzaron hacia ellos para morderlos y yo era quien estaba más cerca. Me quedé quieto, sin saber que hacer, me quedé en blanco y simplemente no reaccione.

—¡SANT! ¡AYUDALOS! —Gritaba una voz.

Soy casi inexpresivo cuando no sé que hacer, soy casi un sentimiento. Me moví hacia delante y saque mi pistola 9mm.

Uno.. Elegí a quien salvar, pues el tiempo no me brindaría un privilegio como las oportunidades.

Dos... Preparé mi arma.

Tres... ¡PUM!

Cuatro.... ¡Segundo disparo!

Cinco... Mientras la sangre llovía, la paz escampaba.

—¡¿Pero que mierda te pasa bastardo?!—Gritó Frank mientras empezaba a disparar a los zombies que habían mordido a su hermana, Idit.

—Era ella o yo. —Se lamentaba John mientras me miraba.

El cadáver de Idit se levantó y con mi última bala le atravesé el cráneo.

—Mierda... —Dije entre dientes.

—Maldito. —Me gritó Frank.

—Calmense los dos. Tenemos que ir por la ruta hacia la siguiente ciudad. —Dijo Marta apuntando una bajada en colina hacia la ruta.

Caminamos durante un rato por la carretera. Todos los autos, sin vida y abandonados; en cierto modo, nosotros.

—Adiós, pronto volveremos a tomar lo que nos pertenece al bloque Z. —Dije mirando a la ciudad.

—Tenemos que irnos Sant, Altamirano va a recuperarse y venir por nuestras vidas, si es que nos queda eso. —Dijo Zoe zamarreando mi brazo.

Una nueva voz nació de ese cementerio de autos. Una voz que no escuchamos nunca antes:

—Cruz... Cruz Verde. CRUZ VERDE Y SUS EXPERIMENTOS NOS VAN A MATAR. ¡MIERDA! —Vociferó Mariano, el extraño joven que no paraba de repetirse.




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