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Coctel de la felicididad

Una voz había nacido.

—Cruz... Cruz Verde. CRUZ VERDE Y SUS EXPERIMENTOS NOS VAN A MATAR. — Dijo Mariano intentando respirar bien.

—Todo un día de sorpresas... — Dijo Gabe recibiendo una fría mirada de parte de Zoe y Marta.

—¿Estas bien chico? — Preguntó John.

—¿Son agentes de Cruz Verde? Por favor no me lastimen, por favor se los pido en nombre de dios. — Suplicó Mariano.

—Cálmate, nadie de aquí es malo. O bueno, nadie pertenece a esa tal Cruz Verde. — Dijo Zoe.

—Adoro que no hables Sant. — Dijo Idit alejando Sant de la conversación.

—Ahora no estoy para tus bromas Idit. — Susurré.

—Bastardo, ¿Oí que dijiste Idit? — Dijo Frank acercándose a mí de una manera agresiva.

—Basta Frank, Sant también lo sufre. Al fin y al cabo él fue el que tuvo que ver como mataban a Idit. — Reprochó Marta.

—¿Quieren volver? Ahora mismo, no estaría sabiendo qué hacer... — Susurró Zoe mientras John intentaba calmar al joven Mariano.

—Calmense los dos y ayudemos al pobre. — Dijo Lydia sin temer a que la escuchen.

—Tú, ¿Tú eres Eva? Eres hermosa. Ellos buscaban a Eva y a otra chica. No logro recordar bien. ¡MIERDA! — Dijo golpeándose solo.

—Eu, eu, eu tranquilo. — Dijo Zoe.

—Ya sabemos que te pusiste nervioso por el alago que le dió a tu novia, pero tampoco te alteres tanto jaja. — Le dijo Gabe a Frank susurrando.

—Mariano, ¿No es así? Calmate, nadie te va a dañar y no tienes porque recordar ahora. Estás hablando bien y eso es bueno, ahora tranquilizate. — Dijo John.

—Deberíamos comenzar a movernos, no sabemos cuando Altamirano podría atacar... — Dijo Marta mientras a lo lejos, cinco personas llegaban corriendo.

—¿Zombies? — Preguntó Gabe.

—Qué más da, preparen las armas. — Dijo Frank recargando.

—Revisar, hablar o/y disparar. — Dijo John bajando el arma de Frank con la mano.

—No sos mi padre para darme órdenes, aunque el bastardo tampoco merecía obediencia de parte de Idit y mia.

—Dios. ¿Pueden callarse? — Dijo Marta intentando centrarse en las siluetas que se acercaban cada vez más.

—Cierren el orto todos. — Dije para intentar hacer callar a los demás.

—Si, si claro. Ya escucharon a nuestro gran líder, Sant JAJAJA. — Se burló Gabe.

—Yo no le dejaría el cargo de líder a este bastardo. — Agregó Frank.

—Hablando en serio, Sant no es suficiente para ser un líder. No sabe tomar decisiones, no de las importantes. — Dijo Marta.

—Sant ha tomado distintas decisiones, algunas incluso nos han salvado la vida. Yo considero que si hablase un poco más seria perfecto para el cargo. — Dijo John intentando rescatarme.

—¡JEREMÍAS! Que bueno verte. Pensábamos que esas siluetas eran zombies, pero la defensa acá es media floja y se pusieron a hablar... Y bueno... — Fui interrumpido por Marta.

—¿Quienes son ellos? — Dijo Marta, curiosamente iba a preguntar lo mismo.

—¡Apártense! — Gritó Jeremías dirigiéndose a Frank, Lydia y Gabe.

—¿Pero qué le pasa a este chico? — Se burló Gabe.

—¡Ustedes lo mataron! ¡Son unos monstruos! — Dijo Jeremías mientras su dedo estaba a nada de jalar el gatillo.

—Calmate Jere, ellos por ahora son ''aliados''. — Dije para evitar muertes innecesarias.

—Me estoy uniendo al lado de John. — Dijo Zoe.

—¿De qué me perdí? Como sea. Ellos tres se hacen llamar ''Los cuatro muertos''. — Dijo Jeremías.

—¿Cuatro? Yo veo tres nada más. — Dijo Gabe intentando molestar.

—Tranquilo. Si tu intención era molestar, el cuarto integrante no está... Ya sabes. Por cierto, me llamo Luis. — Dijo un viejo vestido de soldado.

Luis era un ex-soldado que luego de Malvinas no volvió a estar muy bien. Adam era un negro que trabaja en una oficina cuando todo comenzó, encontró a Luis y luego a Francisco, este último, siendo el más joven, vestía una chaqueta de cuero y nunca escuche que hacía antes de que comience el desastre.

Luego de un rato de charla y presentaciones, comenzamos a caminar nuevamente a un campamento donde estaban los amigos de Jeremías, para nuestra suerte era justo en la dirección hacia donde teníamos que caminar.

—Y decime Jeremías, ¿Cómo los encontraste? — Pregunté mientras caminábamos.

Jeremías terminó de tomar agua de una cantimplora y respondió:

—Estaba buscando una vieja radio en mi casa para contactar con mis amigos del campamento y me pregunté porque no me estaba encontrando con zombies. Así que decidí investigar y descubrí que ellos estaban haciendo un gran alboroto rematando varias de esas cosas.

—Ah, re normal jaja. — Reí.

—¿Acaso algo de todo lo que vivimos diariamente es normal para tí? Porque para mí no. — Dijo Lydia siguiente a los demás a la caminata sin rumbo.




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