Z

El as de Sant Az

Habrian pasado uno o dos días hasta que nos dimos cuenta de que si nos quedabamos allí, algún peligro como Altamirano nos atacaria tarde o temprano. No estábamos seguros en ese destruido campamento y mucho menos estábamos preparados para enfrentar una horda gigantesca, un mutante con inteligencia o incluso uno que carezca de esta.

Unas horas antes de comenzar a marchar hasta adentrarse al bloque Z e intentar salir con vida, sin previo aviso, Daniel me pidió que en una hoja anote las bajas tras el ataque de la horda, y todos los nombres de los restantes.

 

—Creo que por fin termine esta lista. — Bostezando.

—Muy bien Sant, ahora llevasela a Daniel. — Recalcó John mientras llenaba el cargador de las armas.

—Parece que por el momento, el más apto para ser el líder es Daniel. — Agregó Ian, el cual miraba al techo de la tienda de campaña.

—Opino lo mismo. Voy a chequear una vez más la lista y ya se la llevo.

 

Bajas:

-Martin

-Nicolas

-Shaun

-Julian

-Juan

-Martina

(4)

Restantes:

-Sant

-John

-Ian

-Zoe

-Daniel

-Vince

-Gabe

-Frank

-Mateo

-Dario

-Marta

-Mike

-Jeremias

-Leila

-Erika

-Nicole

-Anais

-Shawn

-Olivia

-Luis

-Adam

-Francisco
-Mariano
-Lydia

(24)

 

—Somos un grupo considerable... Por no decir que el bloque de Buenos Aires que más personas tiene. — Dijo Ian.

—No te creas, varios supervivientes no tienen experiencia con armas. Además, por más que lleguemos a ser el bloque con más personas no somos el más letal. Recordá que hay muchos bloques, algunos pacíficos como el nuestro, otros neutrales, otros negociadores, y entre estos y toda la variedad, se encuentran los que disparan antes de preguntar. Muchas personas o grupos de personas que no pertenecen a ningún bloque son sedentarios y no están acostumbrados a seguir nuestras reglas, es decir, que también disparan antes de preguntar. Podremos ser bastantes, pero no somos suficientes como para vencer a Altamirano u otros mutantes... — Reflexionó John.

—Es paradójico... — Dije mientras acomodaba las cosas para retirarme de la tienda de campaña y llevarle la lista a Daniel.

—Supongo que te refieres al hecho de que por ser muchos no seamos fuertes. No lo es tanto si tenemos en cuenta que cantidad no es calidad.

—Como sea, solo sé que Altamirano y sus amiguitos nos van a destruir bastante rápido. — Dijo Ian.

—Bueno, sigan discutiendo sobre estrategias óptimas, yo voy a llevar esto a lo de Daniel y Mike. Ya vengo.

Me dirigí a la carpa de Daniel a entregar la lista, cuando me dí cuenta que a lo lejos, se acercaban un par de zombies llenos de flores en sus fosas orbitarias. A su vez, ví fuertes fogonazos; Altamirano y su horda había vuelto, pero nosotros ya estábamos masomenos preparados.

—Preparen los cargadores niños, ¿Otra vez necesitamos esta humillación? — Se quejó Gabe.

—Te entiendo, Gabe. Pelear junto a estos niños es molesto, siento que poco a poco nos rebajamos a su nivel. — Dijo Frank.

—No molestes a los chicos, Frank. — Dijo Zoe.

—De nuevo... Como sea, vamos. — Dije levantando la cara.

Los disparos comenzaron y por suerte, en ese bello día de otoño, íbamos a ganar milagrosamente. Pero no fue fácil, estuvimos allí por horas, incluso, en un momento pensamos que íbamos a morir...

—¿Cuanto llevamos aguantando acá? ¡Mierda! — Grité.

—Vamos, vamos, vamos. — Alentó John.

—La verdad es que no va para mierda esto. Yo creo que deberíamos comenzar a correr vos, Lydia y yo. Nos vamos de acá y listo. — Le gritó Frank a Gabe.

—Nadie va a correr, nadie va a hacer nada más que joder los planes del hijo de puta de Altamirano. — Dijo John.

Las cosas no iban bien. La estrategia de Altamirano era mandar a miles de zombies a morir hasta que nosotros nos quedemos sin munición y luego acabar con nuestras vidas, o esperar a que corramos de la posición y darnos caza por la ciudad. El bello día no coincidia con la situación.

—Miren, necesitamos irnos de aquí, pero juntos. — Dijo decidido John — ¿Ideas?

—Yo digo que nos dividamos de a grupos. Un grupo retrocede y los que se quedan, los cubren. Luego, un segundo grupo retrocede, el grupo que ya esté lejos y los que todavía sigan aquí deben disparar. Así hasta que evacuemos a todos de este frente. — Propuso Mariano.

—¿Okey? ¿De donde mierda sacaste esa idea? — Preguntó Mike asombrado.

—Después se lo explico, confíen en mí. — Apresuró Mariano.

—¡Qué más da! ¡John, Mariano, Luis, Francisco, Zoe y Nicole retrocedan primero mientras retiran a la niña y el perro! — Ordené a gritos para hacerme distinguir dentro de los feroces disparos y los molestos gemidos de los zombies que se aproximaban cada vez más.




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