Z

Adición

—Entiende John, no necesito que pasen tiempo conmigo. Quiero pasar un tiempo a solas antes de comenzar la excursión. — Dije mirando al suelo para que John no vea mis lágrimas.

—No sé si es correcto que vayas a la excursión en tu condición.

—Estoy perfecto, solamente necesito asimilar la situación. Ya vas a ver maldito galés, voy a recomponerme en un par de horas.

—Como digas amigo, si necesitas ayuda dime y hago lo que sea. I don't know. Voy a limpiar la sangre que quedó... — Dijo sin temer que rompa en llanto.

—Gracias, sos un gran amigo.

—No es nada. — Dijo antes de irse.

Todavía recuerdo cómo murió Ian. Ni yo ni Zoe pudimos disparar, Mateo y John fueron quienes dispararon al zombie hasta que no se mueva. Tanto Zoe como yo caímos en el llanto y abrazados terminamos por caer en el suelo. Luego me fui a la terraza a pensar en demasiadas cosas, quizás para intentar olvidarme de él.

—¿Estás bien? — Dijo Zoe rompiendo mi mirada perdida al horizonte en la nublada noche.

Es curioso, pues cuando todo empeoró comenzó a nublarse. Eran nubes oscuras así que sabíamos que íbamos a ir a la expedición con lluvia incluída.

—Sí. ¿Y vos? ¿Estás bien? — Pregunté mostrando mi mejor sonrisa.

—No. Lo conocí bastante poco pero si que era único, era importante. Podía confiar en él y mostrarle como me sentía en el apocalipsis, podía... — Sus ojos se llenaron de lágrimas que por orgullo intentó retener.

El intento fue exitoso pero su garganta había sido bloqueada por nudos sentimentales.

—Entiendo. Era confiable y aunque decía que no, era amable y muy útil. Yo tampoco lo conocí mucho pero siempre decía ser inútil, en verdad era una buena persona eficiente.

Ambos quedamos en silencio hasta que me paré.

—Va a llover, me cayó una gota en la nariz. Vayamos adentro. — Recomendé.

—Me parece bien. Estamos en el fin del mundo, intentemos olvidar los sentimientos.

—No te fuerces, Zoe. No debemos bloquearnos sentimentalmente, al menos no completamente. — Dije agarrando su mano.

—Como sea, vamos adentro. — Dijo bajando la escalera improvisada que Jeremías hizo.

Una gota de lluvia cayó sobre mi nariz y decidí seguirla. Cuando entre, la mayoría me recibieron con caras angustiadas, sabía que no era momento para caer.

—Así que... ¿Mañana vamos a la expedición? — Pregunté con falso entusiasmo.

—Sí. ¿Estás seguro de ir? — Preguntó Daniel con su seriedad de líder que tanto lo caracterizaba.

—Sí, claro que iré. Debo apoyar a John y a los demás. — Dije yéndome hacia el dormitorio.

El día era una basura, pero al menos la lluvia calmaba las cosas, la lluvia era una hermosura de sonido.

Al siguiente día sería Zoe quien me despertaria.

—Sant. Despierta. Sant. Despierta. ¿Estás? — Molestó mientras se colocaba a mi lado.

—Estoy... Bien. Vos también vas a la expedición de hoy, ¿No? — Pregunté.

—Sí, John y Daniel me mandaron a despertarte. Babeas mientras dormís, es asqueroso....

—¿¡Para qué mierda me ves dormir!? — Exclamé.

—...Y tierno. — Dijo tocándome la nariz con un dedo para proceder a irse.

—¿Eh? — Pregunté por lo bajo.

Cuando Zoe se fue y yo me pare para comenzar a acomodar mis cosas, Vince llegó.

—Qué linda parejita eh. Ridículos. — Burló Vince para luego irse sin dejarme pronunciar una sílaba.

Llegó el momento de decidir quién iba a acompañarnos y quien iba a quedarse, para luego, partir hacia el infierno.

—Qué Sant haga los grupos. — Dijo John.

—Sant no está muy bien, no es seguro. — Acotó Daniel.

—Sant debe tener tiempo para él. — Replicó Shawn.

—Decidirá Sant y punto. — Rugió Zoe.

—Eh esteroides. Tienes al grupo dividido por tu ideologia, mejor acepta la derrota y deja al idiota de Az tomar esta decisión. Quiero ver como organiza a este grupo. — Dijo Vince.

—¿Gracias? — Dijo sarcásticamente Jeremías.

—Comenza, Sant. — Terminó Marta.

—Bien... — Dije preparándome — Somos veinticua... veintitrés personas. Algunas se deben quedar aquí, eso es seguro. — ''Pero... ¿Quién?'' pensé — Hagamos esto, varios no tienen experiencia con armas, esas personas se van a quedar acá junto con un par de personas que si sepan defenderse. Erika, Dario, Gauta y Sorní, no es por subestimarlos pero ustedes tienen experiencia cuerpo a cuerpo y con armas, quédense a proteger. La doctora Olivia se quedara, es de gran importancia. Anais es una niña así que también se quedará. — Así, seguí organizando al grupo como un líder.

Comenzamos a caminar hacia el pueblo más cercano, a unos dos kilómetros. Éramos yo, John, Daniel, Zoe, Mateo, Mariano, Adam, Luis, Mike, Jeremías, Marta, Frank y Gabe. Era un día nublado, estábamos a tan solo dos días de que llegue el invierno.




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