Z: Un Amor En El Apocalipsis.

CAPITULO 3

Con los calzoncillos apenas cubriendo mi cuerpo y sintiendo el aire frío filtrarse por la ventana rota, me levanté con cuidado para no despertar a Evelyn. Su respiración era lenta y profunda, una señal de que dormía profundamente, ajena a mis movimientos. Me deslicé fuera de la habitación y fui hasta la pequeña alacena donde aún quedaba una lata de atún medio vacía. La abrí con manos torpes, sintiendo la textura viscosa del aceite en mis dedos mientras extraía lo último del contenido con el único tenedor que poseía.

Moví una silla hacia la gran ventana del departamento, cuyo cristal estaba resquebrajado por alguna piedra o impacto de la noche anterior. Desde allí, la vista era casi apocalíptica. Algunos edificios y casas aún mantenían la electricidad, probablemente porque los generadores aún no se habían apagado por completo o porque el sistema estaba automatizado. No habían pasado ni tres meses desde que todo se fue al carajo, y aún había restos de una civilización que se resistía a morir.

Me llevé un bocado de atún a la boca. La textura seca y salada se pegó a mi lengua, obligándome a tragar con esfuerzo. El olor metálico del envase se mezclaba con el aire frío de la noche. Frente a mí, el cielo se extendía infinito, despejado, con una luna enorme y blanca, como un ojo vigilante que observaba el mundo derrumbarse desde la distancia. Era la luna más hermosa que jamás había visto. O quizá solo lo parecía porque ahora cada pequeña cosa adquiría un peso diferente.

Pensamientos dispersos invadieron mi mente. ¿Habría vida en otros planetas? ¿Sería cierto aquel rumor de que los millonarios escaparon a la luna antes de que todo se fuera a la mierda? Recuerdo haber leído algo sobre eso en internet antes de que el mundo se desplomara. Una teoría conspirativa absurda que ahora, con todo lo que había sucedido, no sonaba tan descabellada.

Me levanté y caminé descalzo por el suelo frío y polvoriento. Busqué mi celular en la mesita improvisada junto al colchón donde dormíamos. Aún tenía batería y, para mi sorpresa, la señal de internet seguía funcionando.

Abrí la carpeta de enlaces guardados y encontré aquel blog que me había hecho reír la primera vez que lo leí. Era el de una tipa que aseguraba haber encontrado información clasificada, documentos filtrados que hablaban de experimentos secretos, planes gubernamentales y teorías que en su momento me parecieron la cosa más ridícula del mundo. Lo abrí y empecé a leer nuevamente, pero esta vez, con una sensación completamente distinta en el estómago.

CONDONES ZOMBI: LA VERDAD DETRÁS DE ZOMBELUMB

Desde hace unos meses, una nueva marca de condones ha causado un revuelo sin precedentes en el mercado. Su nombre: Zombelumb. Su creador: el hasta hace poco desconocido Dr. Hugo Salazar. Pero lo que realmente ha captado la atención de expertos en la industria, investigadores y competidores no es sólo su meteórico éxito en ventas, sino el misterio que rodea su fórmula. Un gel revolucionario que, según sus usuarios, intensifica el placer a niveles nunca antes vistos. Sin embargo, la falta de información sobre sus ingredientes ha encendido las alarmas. Y a pesar de que el doctor se ha mostrado hermético sobre la composición exacta de su creación, ha dejado entrever un detalle perturbador: el componente principal proviene de una planta carívora hallada en lo más profundo del Amazonas.

La planta en cuestión, bautizada por el propio Dr. Salazar como Carnivora Gelata, es un organismo desconocido hasta ahora para la ciencia. Según sus declaraciones, esta extraña especie secreta un líquido viscoso de tonalidad negruzca con propiedades paralizantes. Suena inofensivo en papel, pero la pregunta que todos se hacen es: ¿por qué utilizar esto en condones? ¿Cuál es el verdadero propósito de este producto que tantos han adoptado sin cuestionamientos?

Gracias a algunos amigos con habilidades en hackeo, he logrado obtener documentos clasificados que arrojan información aterradora sobre los experimentos previos realizados con este gel. Según los reportes, se llevaron a cabo pruebas en al menos un centenar de monos de diferentes especies, y los resultados fueron escalofriantes. Al ser aplicado sobre la piel, el compuesto generaba un incremento extremo del deseo sexual, pero con efectos secundarios devastadores. Durante los primeros días, los monos entraban en un frenesí de apareamiento descontrolado, pero luego, sin advertencia, su libido se disipaba por completo, reemplazada por una agresividad salvaje y una fuerza anormal.

A partir de ese momento, los sujetos experimentales dejaban de comer, de beber e incluso de dormir. Se mantenían en constante estado de alerta hasta que finalmente "morían"... aunque en realidad, lo que pasaba después era aún peor. Minutos después de su supuesto fallecimiento, regresaban a la vida, pero completamente alterados: sus ojos se tornaban vidriosos y ciegos, sus movimientos se volvían erráticos pero letales, y su capacidad auditiva aumentaba drásticamente, convirtiéndolos en depredadores perfectos guiados por el sonido.

Lo verdaderamente aterrador es que las pruebas no se limitaron a animales. En un archivo de video recuperado, se observa a tres voluntarios humanos siendo expuestos al mismo experimento. Fueron identificados como Sujeto A, un hombre delgado y con signos de desnutrición; Sujeto B, un individuo atlético y con una condición física sobresaliente; y Sujeto C, un hombre con sobrepeso. El video muestra cómo, tras la aplicación del compuesto, cada uno de ellos sufre la misma transformación escalonada: primero, el aumento exponencial de su vigor sexual, luego, el colapso del deseo reemplazado por un instinto asesino. Y al final... la reanimación.




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