Z: Un Amor En El Apocalipsis.

CAPITULO 27

Mis manos temblaban.

No era una exageración barata, ni una figura poética. No. Literalmente, me temblaban las putas manos. Y no solo por el frío de la tarde que se colaba entre las rendijas podridas de aquella cabaña perdida en medio de la nada, o porque ya la luz del día casi se había ido y todo estaba cubierto por esa jodida penumbra deprimente... sino por lo que tenía justo enfrente de mí.

Una carpeta vieja.

Aparentemente inofensiva.

Una simple carpeta gris, manchada, sucia... con los bordes tan gastados que parecía haber sobrevivido a más de una guerra. Pero dentro de ella... dentro de esas hojas viejas, arrugadas y amarillentas, con ese olor a papel húmedo, mohoso y a encierro de años... dentro de ella, estaba mi vida.

O mejor dicho... la verdad de mi existencia.

Tragué saliva. No sabía si abrirla de una vez o salir corriendo de ahí como un maldito cobarde. Porque, sinceramente, parte de mí no quería saber nada. Parte de mí quería seguir siendo el pendejo ignorante que, aunque estaba en un mundo hecho mierda, al menos tenía su mentira personal intacta. Pero otra parte... esa parte curiosa, esa parte que se negaba a seguir viviendo con la duda clavada como una espina en el cerebro... esa parte fue la que ganó.

Respiré hondo.

Y abrí la carpeta.

Las hojas crujieron como si se quejaran de ser molestadas después de tanto tiempo. Algunas estaban rasgadas, otras tenían marcas de humedad... había hasta huellas de dedos, como si alguien las hubiese manipulado con desesperación. Pero lo que realmente me hizo sentir un vacío en el estómago, lo que me puso la piel de gallina hasta en lugares donde no creía posible, fue lo que decía la primera página.

"PROYECTO Z — Investigación Experimental del Compuesto Gel Z"

"Por: Dr. Hugo Salazar — Dr. José Meléndez"

Mis ojos se abrieron como platos.

—No puede ser... —murmuré sin darme cuenta, con la voz apenas audible, casi un susurro quebrado.

Esa mierda no era cualquier cosa.

Hugo Salazar... el mismo cabrón del que había leído en aquel reportaje viejo de una influencer en un blog ridículo antes del fin del mundo. El genio loco que creó el Gel Z... un extracto modificado de la planta carnívora Gelata, esa monstruosidad botánica que se alimentaba de insectos, pequeños animales y, según rumores, hasta de personas.

Ese Gel Z que luego fue usado de forma industrial en los famosos condones Zombelumb... sí, esos mismos condones que desataron la pandemia mundial y que, básicamente, mandaron el mundo a la chingada. La gente pensaba que ponerse un condón Zombelumb era cool y ecológico. Sí, claro... cool mis huevos.

Pero lo peor no era eso.

Lo peor era que, justo debajo de los nombres de esos dos doctores, había un párrafo explicativo. Una especie de resumen frío, técnico, casi inhumano.

Había un texto más pequeño, justo debajo, como una introducción maldita que parecía escrita solo para mí.

“Informe de fases experimentales, resultados clínicos, alteraciones fisiológicas, cognitivas y conductuales. Sujetos de prueba: Z-R y Z-E.”

Mi estómago se revolvió feo. Un mal presentimiento me subió como bilis caliente por el pecho.

Y sí. Como idiota que soy… empecé a leer.

Y mientras más leía… más sentía que el suelo bajo mis pies se estaba deshaciendo.

Cada palabra, cada párrafo… era como un putazo directo al cerebro. Uno tras otro. Implacables. Fríos. Científicos. Vacíos de toda empatía humana.

Hasta que llegué a la parte que me hizo quedarme completamente helado.

Sujeto Experimental Z-R: y si una foto de mi rostro como para que no hubiera dudas.

Exposición primaria al agente biotecnológico “Gel Z” en fase de prueba. Contacto indirecto a través de producto comercial contaminado (Gel Zombelumb, lote ZX-045).

Efectos secundarios clínicamente observados:

— Amnesia episódica y semántica severa, con lagunas temporales significativas.

— Hipersexualidad persistente con alteraciones de control inhibitorio.

— Alteración bioquímica en la emisión de feromonas naturales masculinas, provocando un incremento anómalo en la atracción sexual por parte de individuos del género femenino.

— Estabilidad fisiológica inusual frente a las mutaciones típicas del agente Gel Z.

Me quedé mirándolo… sin parpadear… con una mezcla de rabia, vergüenza y una risa estúpida que no pude contener.

—Ah no mames… —susurré para mí mismo—. ¿Entonces no soy un calenturiento por naturaleza…? ¿Soy un puto Pokémon experimental?… Qué bonita sorpresa.

Pero la risa no duró mucho.

Porque había más.

Había un nombre que me golpeó tan fuerte que me dejó sin aire.

Evelyn.




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