Salimos del comedor con el estómago lleno, lo cual, en este mundo, era una victoria en sí misma. El olor a guiso se disipaba lentamente mientras Evelyn retomaba su papel de guía. Caminábamos por senderos de tierra bien transitados, flanqueados por edificios de madera y metal, funcionales más que estéticos. La gente se movía con propósito; algunos cargaban cajas, otros reparaban estructuras, siempre bajo la atenta mirada de los guardias musculosos que se apostaban estratégicamente.
"Ahora iremos a la Oficina de Asignaciones," dijo Evelyn, su voz adquiriendo un matiz más formal que el que habíamos compartido en la habitación o el comedor. "Es donde te darán tus horarios. Aquí, todos tienen un trabajo. Es parte de las reglas. Es la única manera de que esto funcione," añadió, casi como si esperara una objeción de mi parte.
"Entendido," respondí, asimilando la nueva información. Pueblo Z era ordenado, sí, pero también parecía... inflexible. Las "reglas" que había mencionado antes no eran sugerencias, eran la base de su existencia.
Nos acercamos a un edificio que parecía haber sido una vieja escuela o ayuntamiento, a juzgar por su tamaño y la bandera improvisada que ondeaba en un mástil improvisado: un trozo de tela blanca con una letra “Z” en rojo, simple pero identificable. Entramos en una sala grande y ruidosa. Varias personas esperaban en una fila, mientras otras hablaban con encargados sentados detrás de escritorios improvisados con tablones y caballetes. El aire estaba cargado con el murmullo de las voces, el golpeteo de las teclas de viejas máquinas de escribir y el crujido de papeles.
De repente, un sonido seco y distante rompió la monotonía del bullicio interior. ¡PAM! Era un disparo. Luego otro. Y otro más, un estallido rápido que se desvaneció tan rápido como apareció. Nadie en la oficina pareció inmutarse; era, al parecer, parte del "ruido blanco" de Pueblo Z, tan normal como el parloteo de la gente o el chirrido de una puerta. Seguramente eran los guardias de los muros, eliminando a los errantes o a cualquiera que intentara cruzar sin permiso. Me encogí ligeramente, pero me obligué a mantener la compostura.
"Es por ahí," dijo Evelyn, señalando una mesa al fondo. "Toma tu turno. Iré a ver algo rápido con una amiga, está por aquí cerca. Vuelvo en un momento." Me dio una sonrisa rápida, una mezcla de calidez y… ¿apuro?
"Claro," asentí, observándola mientras se abría paso entre la multitud. Con su vientre abultado, se movía con una gracia sorprendente, o quizás solo estaba acostumbrado a verla en ropa ajustada. La vi salir por una puerta lateral, perdiéndose entre los pasillos interiores del edificio.
Me uní a la fila. Mientras esperaba, observé a la gente. Rostros cansados, algunos con cicatrices, pero todos con esa misma chispa de determinación que parecía ser el requisito de admisión en este lugar. Nadie sonreía demasiado, pero tampoco parecían derrotados. Solo… concentrados. Supervivientes.
Finalmente, llegó mi turno. Me acerqué a una mesa donde un hombre mayor, con una barba canosa y ojos penetrantes detrás de unos lentes gruesos, revisaba unos papeles. No parecía especialmente amable, pero tampoco hostil; simplemente… eficiente.
"Nombre," dijo, su voz seca como papel viejo.
"Ricardo," respondí.
Él asintió y comenzó a buscar algo en una pila de documentos. Encontró una hoja y la deslizó hacia mí. "Ricardo. Recién llegado. Tu evaluación fue... pasable." Hizo una pausa, sus ojos se fijaron en los míos por un instante que pareció eterno. "Tienes aptitudes físicas, pero te falta entrenamiento básico. Y pareces... distraído. Aquí no hay espacio para eso. Aquí, o eres útil o eres una carga. ¿Entiendes?"
"Entendido," dije, sintiendo el peso de sus palabras. No había adornos. Solo la cruda realidad.
Me entregó otro papel grapado al primero. "Este es tu horario inicial."
Miré la hoja. Estaba escrita a mano pero con letra clara.
* **Guardia de Muros:** Martes y Jueves, turno nocturno (inicio la próxima semana).
* **Entrenamiento Básico:** Lunes, Miércoles, Viernes, turno diurno.
* **Misiones de Recolección/Exploración:** Según asignación
* **Donación Obligatoria:** Fecha asignada: ... (una fecha marcada para dentro de un par de semanas).
Leí la última parte varias veces. Donación Obligatoria. Evelyn había mencionado algo al respecto. Algo sobre un banco de sangre para emergencias. Parecía… excesivo, esa frecuencia mensual.
"Disculpe," le dije al hombre, señalando la línea de la donación. "Evelyn me dijo que es para un banco de sangre, para emergencias. Pero... ¿es obligatorio cada mes? Parece mucho."
El hombre me miró por encima de sus lentes. Sus ojos eran… fríos. No había compasión en ellos. Solo pragmatismo. "Tu novia te dio la explicación oficial," dijo, sin emoción. "La versión para los que no necesitan saber más."
Se inclinó ligeramente, su voz bajando apenas un tono, pero lo suficiente para que sintiera que me decía algo que no se anunciaba por los altavoces. "Sí, hay un banco de sangre. Y sí, se usa para emergencias." Hizo una pausa. "Pero principalmente, la sangre se usa para los experimentos del Doctor José."
Me quedé helado. ¿Experimentos? ¿El abuelo de Evelyn? ¿Don José, el viejo testarudo que, según Evelyn, había criado a la mujer que amo y dirigía este lugar? ¿Él era doctor? ¿Y hacía experimentos?
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Editado: 13.06.2025