Las luces volvieron en ese momento Zafiro soplo las velas, y se encontró cómoda con la luz.
— Que bueno que la luz allá llegado. —murmuró Zafiro levantó una ceja.
— Y le vuelvo a rectificar que está equivocado.
— No esté tan segura señorita.
— Pues lo estoy segura de que se ha equivocado.
Hasta que miró a Zafar Nejem y vio lo que la luz de las velas apenas había podido revelar. Su primer pensamiento fue que era un hombre joven pero la oscuridad no lo veía bien, entonces con la luz era un hombre mayor, serio y pasaba los cincuenta y tantos años. Parecía que tenía mucho carácter.
— Como iba diciendo, estoy buscando a un pariente de la familia real de Kadar.
— Una reina dice usted. —repitió Zafiro.
— ¿Es usted actor o hay una cámara a escondida?.
Eso explicaría aquella absurda historia. Tenían que estar gastándole una broma.
— ¿Perdone señorita?
— ¿Alguno de mis amigos lo ha enviado para jugarme una broma verdad?.
Tenía que ser eso. Alguien de sus amigos le jugó aquella broma.
— Lo siento, no la entiendo señorita.
— Yo tampoco. Mi cumpleaños no es hasta dentro de tres meses.
— Su cumpleaños fue antes de ayer. —le corrigió el hombre. El silencio que siguió a esa frase hizo que Zafiro se echara a reír.
— ¿Qué está diciendo? Mi cumpleaños es el quince de abril. —él asintió con la cabeza, como si hubiera decidido que ese detalle era poco importante.
— Deje que le explique por qué estoy aquí. Por qué la estoy buscando.
— ¿A mí?
— Desde hace mucho tiempo, que empecé la basqueada de usted señorita.
Zafiro empezaba a ponerse nerviosa, ya estaba muy angustiada.
— Muy bien. ¿Qué es lo que busca? Un pedido especial puede tardar varias semanas...
— No estoy aquí para comprar nada, ya se lo he dicho. Es un asunto personal lo que me trajo aquí.
— ¿Y qué asunto personal puede usted tener conmigo, señor Nejem?.
— Lo que he venido a decirle puede parecer increíble, pero es verdad. Y espero que lo considere.
— ¿A qué se refiere?.
El hombre miró hacia el escritorio.
— Quizá debería sentarse señorita le agradecería.
— Eso no suena como una buena noticia.
Zafar Nejem sonrió.
— A veces una buena noticia puede hacerle temblar las rodillas.
Zafiro estaba segura de que él sabía cómo hacer que a una mujer le temblasen las rodillas.
— No me voy a desmayar. Dígame lo que sea.
— Muy bien. Estoy aquí en nombre de su país, Kadar.
— ¿Kadar?
— El país en el que nació. El país de sus padres.
Zafiro se puso pálida. Nadie hablaba nunca de sus padres. No sabía nada de ellos, excepto que habían muerto en un accidente de tráfico al que ella sobrevivió. Y ella tan solo tenía cinco años cuando ocurrió. Entonces ella creció en un orfanato hasta cumplir la mayoría de edad.
— Si esto es una broma, no tiene ninguna gracia, señor. —consiguió decir, trémula.
— Le aseguro que no es una broma. ¿Por qué no se sienta y deja que le diga para qué he venido?. —el hombre la llevo a la silla.
— Solo espero que me escuche. No voy a hacerle daño.
— Muy bien no me queda de otra, lo escucho. —el hombre respiró profundamente.
— Usted es la heredera al trono de Kadar. —Zafiro se quedo en silencio y dijo.
— ¿y ese país no tiene un rey, o un presidente?
— No, toda la familia murió y los ancianos del consejo quiere devolver al trono a su legítima heredera después que termino la guerra, y el tirano murió.
— En serio me está jugando una broma.
— Esto no es ninguna broma, ya le dije señorita.
— Muy bien. ¿Y quién robo el trono?. —el rostro de Zafar Nejem permanecía impasible.
— Toda la familia murió y ahora el pueblo de Kadar necesita una reina.
— La verdad que no comprendo que tiene que ver conmigo todo esto.
Zafiro estaba muy nerviosa, y no sabía en verdad que hacer con todo aquello que le decía aquel hombre.