Después de todo lo ocurrido, aunque las cosas estuvieran un poco tensa entre todos, por ahora esto debía dejarse de lado, ya que al otro día llegaba a la casa la visita tan esperada por los señores.
– Ekrem – dijo Amir, dándole un abrazo a su primo – Estoy muy feliz de verte, ¿cómo has estado? – expresó al soltarlo.
– Muy bien, estaba deseoso de verlos, pues hace mucho que no lo hago, lamentablemente no había podido venir.
– Lo entendemos, no te preocupes – dijo sonriendo Amir, palmeando el hombro de su primo.
En ese momento también se acercó Nuray, también para darle un abrazo a su sobrino.
– Bienvenido nuevamente, querido. Hace mucho tiempo que no te veo, me alegro que hayas estado bien todo este tiempo.
– Con mucho trabajo pero bien – dijo tomando asiento en uno de los sillones, quedando frente a su primo –, ¿hace cuanto que no nos vemos? – tratando de recordar bien desde cuando.
– Desde que Hilda tenía unos siete años, creo... – expresó Amir mirando a su madre, como para que confirmará lo que decía.
– Sí hijo... Desde ese tiempo – respondió Nuray – Hoy en día Hilda tiene diez años.
– El tiempo pasa rápido – expresó Ekrem –, aunque solo haya pasado tres años, para mí ha sido mucho, recuerdan que todos los años venía a pasar las fiestas, pero en estos últimos tres años, no he podido ni venir.
– Es verdad, pero ahora ya estás aquí y estamos felices de verte.
– Gracias tía, pero díganme, ¿cómo está Hilda? La última vez que la vi, no estaba bien.
– Afortunadamente, se recuperó bastante rápido de la angustia que entró al enterarse de que su madre la abandonó hace tres años, pero tuvimos que llevarla a distintos especialistas para que la ayudarán, anímicamente hoy en día está bien, aunque luego de esto se terminó de enfermar de asma, ya tenía un principio y estaba en tratamiento para que no empeorará, pero esto hizo estallar lo que en un principio queríamos evitar, los doctores dijeron que era todo de lo mismo – explicó Amir –, de todas formas, anda bien y parece que ahora mucho más con su nueva niñera.
– Eso es bueno – dijo sonriendo.
– No costó en un principio encontrar la indicada – comentó Nuray –, al tiempo nos dábamos cuenta de que las otras venían con otras intenciones.
– Déjame adivinar... – haciendo una breve pausa para continuar hablando –: Querían conquistar a mi amado primo – mirando a Amir –, debes admitir que eres bastante popular querido primo – sonriendo –, cualquier mujer quisiera estar a tu lado, recuerdo que antes de casarte con Celia eras bastante codiciado.
– Solo por mi dinero Ekrem, al final terminé casándome de todos modos con una mujer de esas, no creas que Celia me quería como en un principio pensaba yo.
– ¿Y piensas que ella se fue con su amante porque lo quería?
– Eso es algo que ni yo quiero saber – respondió fastidiado Amir.
– Mejor cambiemos de tema – dijo Nuray, sabía que cada vez que hablaban de esa mujer, su hijo se ponía muy mal y era entendible.
En ese momento, llegó a la sala Hilda junto con su niñera. Cuando Ekrem vio a la joven quién la acompañaba, quedó muy sorprendido al verla.
– ¿Zehra? – dijo asombrado.
– ¿Ekrem? – respondió de la misma manera la joven.
Tanto Amir como Nuray se miraron entre sí, ¿se conocían? Amir sin soportar mucho la intriga les preguntó:
– ¿Se conocen?
– Sí – respondió Ekrem mirando a su primo –, la conocí en la secundaria en una pasantía de estudio por un año en Estambul – volviendo a mirar a Zehra –, es increíble realmente encontrarte aquí, en el lugar menos pensado, estoy sorprendido realmente – dijo sonriendo.
– Igualmente – respondió tímidamente la joven.
– De ser así, de todas formas te la presento – dijo Amir –, ella es Zehra, la niñera de Hilda.
– Oh, pues estoy feliz de volver a verte nuevamente Zehra, de verdad te lo digo.
– Igualmente – dijo sin agregar mucho más.
En todo ese tiempo, Amir estuvo observando a los dos jóvenes, aunque Ekrem parecía muy entusiasmado de verla, Zehra no tanto, podía ser porque hacía mucho tiempo que no se veían o bien por algo más que Amir no alcanzaba a comprender del todo.
Ekrem desvió su atención de Zehra, para centrarse en Hilda.
– Hola Hilda, ¿te acuerdas de mí?
– Eres el primo Ekrem, te recuerdo más o menos.
– Sí, soy tu primo Ekrem. Bueno, tenías siete años cuando me viste, es normal que me recuerdes más o menos, pero lo importante es que me recuerdes – dijo poniéndose a la altura de su prima –, ven, dame un abrazo.