Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

3. Ha regresado la esperanza

Neefar ha sido mi amiga desde casi toda la vida, la conocí cuando estudiaba en el centro de aprendizaje de Mikadea, cuando apenas éramos adolescentes. Ella es unos 100 eclipses menor que yo, pero su inteligencia parece sobrepasar la mía unas cinco veces. Mujer brillante, no solo intelectualmente sino también en su físico, una de las hermosuras de Mikadea, actualmente es uno de los prospectos más deseados para esposa. Su timidez siempre la mantuvo apartada de los chicos, y es que ella nunca mostró interés en asuntos románticos, siempre estuvo centrada en sus objetivos, los que en aquella época eran los estudios y alcanzar un puesto dentro de la élite de la fuerza armada. Neefar logro llegar a la élite con la mejor puntuación de toda la academia, no solo demostró que era inteligente, también es excepcional al momento de entrar en batalla.

Unos minutos después de que Ashtaria se fuera, Neefar me pide que le escuche. La veo sentarse a un lado mío, sobre la camilla, y por su rostro agachado puedo suponer que se trata de algo importante.

—En tus análisis cerebrales encontré algo sumamente extraño…

—¿D-De que trata? —pregunto titubeando, con mi sistema nervioso disparado por lo alto.

—No es grave, es solo que… tu cerebro está usando más de la capacidad normal. Un cerebro en reposo estaría usando un 10% de su capacidad, pero contigo es un 30%.

«¿Debería estar aterrado?... Porque sí, lo estoy.».

—Yo me siento normal, Neefar.

—No es algo que represente un peligro, pero si llegas a sentirte extraño, no dudes en contactarme.

Neefar decide acompañarme hasta la salida del centro médico. Ya estando afuera, a lo lejos vemos llegar una nave de corto viaje, de seguro es la nave que me envío mi hermano.

En Mikadea tenemos diferentes tipos de naves:

Están las Naves de Corto Viaje: estas son las naves que utilizamos para transportarnos de un lugar a otro, dentro de ella caben cuatro mikadeanos, estas fueron olvidadas rápidamente cuando llegó la revolución de los portales, también cabe mencionar que estas naves no tienen armamentos ya que no fueron hechas para la guerra.

También tenemos las Naves de la Fuerza Armada: Fueron diseñadas para hacer explotar las cosas, ya sea en guerras dentro de Mikadea o en la Galaxia. Estas naves solo tienen capacidad para dos pilotos.

Las Naves Mineras: son las que transportan los recursos, como metales y cristales desde algún planeta hasta la Nave Nodriza.

Y por último está la Nave Nodriza: Ahí podemos transportar a millones de mikadeanos y también contamos con un almacén donde guardamos todos los recursos que recolectemos en una invasión planetaria. Cuando la Nave está a su máxima capacidad realiza un viaje hacia Mikadea para descargar y retornar para almacenar más recursos.

Esta nave de corto viaje viene justo hacia nosotros, empieza a descender desde el cielo y termina estacionándose en frente nuestro. La capota de la nave se levanta hacia atrás y permite que el transportista de la nave salte de ella, este me hace señas para que me acerque a él.

Me despido de Neefar dándole un beso en la mejilla y me voy caminando hacia donde está la nave que me llevará a casa.

—Señor Kiharu, un gusto conocerlo en persona, mi nombre es Tihám —se presenta mientras nos estrechamos las manos—. Su hermano me ha pedido que venga por usted.

—Hola Tihám, gracias por venir. Necesito que me lleves a casa, te daré las coordenadas.

—¡Listo, suba!

Ambos trepamos un pie sobre el borde de la nave y saltamos al interior de esta. Tihám activa los controles de navegación junto con los propulsores de la nave; al instante, empezamos a sobrevolar los exteriores del centro médico, bajo la mirada para contemplar el paisaje, y es así que, en los jardines del edificio, logro ver a Neefar despedirse levantando sus manos sin perder aquella timidez que le caracteriza.

—Señor Kiharu, ¿hace cuánto que no se sube a una de estas naves?

—La última vez que me subí era solo un adolescente.

—Entonces volvamos a recordar esa parte de su adolescencia —Tihám muestra sus dientes con una gran sonrisa, parece ser alguien bien entusiasta—. Asegure su silla que ya vamos aumentar la velocidad.

Cómo olvidar estas rústicas naves; cuando era adolescente me encantaba viajar en ellas y junto con mi hermano Handul competíamos en velocidades altas y de una forma majestuosa.

—Señor Kiharu, siéntase cómodo y seguro, a pesar de que esta máquina tiene diez mil eclipses de antigüedad, siempre ha estado bajo mi mantenimiento.

—Estoy seguro de eso, Tihám.

Thiman regula algunos controles de las naves, sostiene con fuerza el timón y con un suave rugido en los propulsores se pone en marcha.

Mientras vamos sobre la ciudad puede verse como algunos mikadeanos aún están alterados por la recién invasión, se nota la ansiedad en las calles, como los soldados de la fuerza armada intenta regresar todo a la normalidad, de mantener todo bajo control, y es que ya hace varios eclipses que Mikadea no tenía una noche tan desastrosa, algunos solo reviven malos recuerdos, otros están viviendo esta experiencia por primera vez.

No pasa mucho tiempo cuando por fin llegamos sobrevolando mi casa. Tihám empieza a descender la nave, se estaciona frente a la puerta de mi casa y luego levanta la capota para permitirme salir.

—Señor, hemos llegado.

—Gracias, Tihám. —me despido de él dándole una suave palmada en el hombro y luego salto de la nave.

—Señor —él me llama y yo volteo a verle—, aquí le dejo mi ID de contacto por si en algún momento necesita de un transportista.

—Oh, buena idea.

Tihám envía una solicitud a mi brazalete inteligente para formar parte de mis contactos, yo acepto agregarlo a mi lista.

La capota de la nave vuelve a cerrarse, los propulsores a rugir y la nave a levantarse hacia el cielo. Tihám se pierde de mi vista en un par de segundos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.