Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

4. No dejaré que muera

—¡Señor Kiharu!, ¡tenemos oro aquí!

Más sensores han empezado a sonar y hace que otras alarmas verdes se activen, al parecer la cantidad de oro que se está encontrando es extraordinaria.

—¡Señor!, ¡aquí hay más oro! —se escucha decir a varios científicos.

—¡También tengo oro en mi análisis! —informo al ver que mi análisis también ha dado positivo en el escaneo.

Ashtaria se levanta de su silla y se lleva ambas manos a la cabeza mientras observa cada uno de los monitores, ella está sonriendo, se ve muy emocionada. De repente, pone toda su atención en el equipo de trabajo y empieza a aplaudirles, todos deciden hacer lo mismo y se levantan para acompañarla con los aplausos, ríen alegres y se felicitan entre ellos, por supuesto, yo igual me uno a la celebración.

Me hace muy feliz ver que mi equipo esté celebrando con tal ánimo, los mikadeanos tenemos 2300 eclipses investigando planetas en busca de oro. Cuando se inició la búsqueda yo apenas era un niño de 1000 eclipses, mi padre fue el pionero de la búsqueda, es un trabajo que inició tres años después de la muerte de la reina.

—¡Kiharu, tenemos una muy buena cantidad de oro en este sistema planetario!, no solo eso..., ¡tenemos dos planetas en zonas habitables!

—Eso es más que perfecto. —voy hasta donde está ella y le domo de las manos—. ¡Lo conseguimos, Ashtaria!

—¡Sí!, también he conseguido que me invites a cenar.

«Y ahí está, esa es la sonrisa que me hace desvanecer por dentro».

—Sí... —afirmo junto con una amplia sonrisa— ya me está dando hambre, estoy ansioso por ir.

—Vas a tener que esperar hasta cuando salgamos del Parlamento.

—Sí, lo sé.

—Y recuerda que aún tienes que ir al centro de la ciudad a dar tu discurso en el Podio, eso es dentro de poco.

Ashtaria me ha sonreído y yo aún no puedo ocultar mi sonrisa. Soy un idiota por estar reprimiendo estos sentimientos y un cobarde por no atreverme a decírselo. Todas las noches me pregunto si estará pensando en alguien, si yo soy dueño, aunque sea de una pequeña parte de sus pensamientos. Veo a mi alrededor y sí..., estamos haciéndolo bien, ella no solo es pieza clave de este éxito, es la fuerza que me ha impulsado a avanzar aun cuando creí que todo estaba perdido.

El mejor día laboral de toda la existencia mikadeana está llegando a su fin, es a esta hora cuando todos los científicos se preparan para regresar a sus casa.

—Voy a mandar estos reportes a mi padre, de seguro va a querer hablar de esto en la reunión con la élite —le digo a Ashtaria mientras organizo los informes.

—Déjame eso a mí, tu ve saliendo hacia el centro la ciudad, no falta mucho para que inicie tu discurso. Yo te estaré viendo por transmisión visual.

—Gracias, Ashtaria, eres la mejor.

—Lo sé —la escucho reír con orgullo.

Activo mi brazalete y abro el portal que está frente al portón principal del palacio, este portal tiene las coordenadas que dan al portal que está instalado al lado del podio. Atravieso el portal y en un par de segundos ya estoy ahí.

Me he quedado al lado del podio, es aquí donde el reino siempre reúne al pueblo para dar sus anuncios; plataforma alta y rectangular que es alcanzada por dos escaleras en ambos extremos, tiene un techado de concreto que es sostenido por altas esculturas talladas con los cuerpos de los antiguos gobernantes de Mikadea.

Se hace sentir el bullicio de miles de mikadeanos, aun desde la parte trasera del podio puedo ver aquel mar de pieles pálidas y cabellos plateados. En el fondo y, resaltado con mucha fuerza, se puede escuchar un discurso que parece haber iniciado ya hace un rato, mi padre es el que está frente al podio, ha girado su cuerpo al notar mi llegada, me hace señas invitándome a pasar, así que tomo un gran respiro y subo al centro del podio para unirme a él en el discurso.

Al llegar al lado de mi padre este me da un golpecito en la espalda y me mira con cara de «sé que puedes hacerlo», así que me animo y empiezo mi discurso frente a miles de personas.

—Mikadeanos, amigos de miles eclipses; estoy aquí porque deseo que cada uno de ustedes queden con una idea clara de nuestra situación actual. Como ya el Gran Halu ha confirmado, el planeta Mikadea está en peligro, es cierto que nuestra estrella está cada vez más grande y el calor pronto será insoportable, esto lo sabemos hace ya 2300 eclipses. Junto con mi equipo de científicos hemos estado investigado y los avances siempre fueron pocos. Lo peor dentro de la investigación, fue enterarnos que nuestros recursos están agotados, ya hace 100 mil eclipses que hemos logrado sobrevivir invadiendo otros mundos y tomando sus recursos, aquí en Mikadea no hay mucha materia prima con la que se pueda trabajar. —Los Mikadeanos han empezado a alterarse... Yo y mi problema para dar buenas noticias—. Pero hoy les traigo buenas noticias, ya que... ¡tenemos la solución definitiva!

El pueblo empieza a guardar silencio y a prestarme más atención. Enseguida, tras mi espalda, se enciende un holograma con un enorme diagrama que muestra a Mikadea junto con nuestro sistema planetario. Yo continúo con mi discurso:

—Vamos a crear un escudo que cubra todo Mikadea, ese escudo va a absorber toda la energía que la gigante roja irradie hacia nosotros. —Al alzar mis manos, el holograma se va mostrando con la estructura del futuro escudo planetario. Es gratificante escuchar los aplausos y buenos deseos que el pueblo de Mikadea me da, necesito seguir explicándoles más—… Para lograr esta gran tecnología, necesitamos de una gran cantidad de metales y cristales que carecen en nuestro planeta Mikadea.

»Hemos encontrado un sistema planetario que posee todos los metales que necesitamos, ¡la ruta es en Draco! Sistema de ocho planetas, dos de sus planetas contienen todo lo que hace falta.

»Vamos a obtener la información necesaria para prepararnos para la expedición, la cual tiene una duración de mil doscientos eclipses.




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