Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

13. Al borde de una Taquicardia

Vamos caminando por los pasillos que dan al comedor del Palacio, veo la sonrisa traviesa de Klea y me convenzo de que en su mente está maquinando alguna movida maquiavélica.

—Dime, Klea, ¿qué se te ocurrió?

—No —se ríe—, no pienso decírtelo.

—¡Mujer cruel! —grito en tono divertido y, como si tratara de aplastar su tórax, le doy un fuerte abrazo.

—¡Auch!

Al entrar al comedor nos encontramos, como de costumbre, con una gran cantidad de personas sentadas en mesas que se disponen para cuatros personas; mientras vamos caminando entre las mesas, podemos ver como varias de ellas levantan sus hologramas y sus sistemas de menús de sabores para que los ocupantes puedan elegir qué comer.

—Kuharu, por aquí. —Klea parece haber encontrado una mesa vacía, yo simplemente la sigo.

Al sentarnos en la mesa, de inmediato activamos el sistema de menú holográfico y, luego de saborear algunos platillos, escogemos lo que se nos apetece. No pasa mucho tiempo cuando se abre un agujero en el centro de la mesa y desde su interior empieza a emerger los platos que hemos pedido, se deslizan por la superficie de la mesa hasta quedar frente a nosotros.

—Mañana inician nuestros tres días libres, ¿qué tienes pensado hacer? —me pregunta Klea.

—Dormir... Dormiré todo el día.

—Eres un aburrido...

—¿Qué, acaso tú tienes planes? —le pregunto mientras empiezo a comer.

—Pues sí... no sé si lo recuerdas, pero mañana es la batalla por las partículas doradas. El retador no es nada más y nada menos que el Phoenix de cola de acero.

—Cierto, el coliseo estará repleto mañana.

—¡Pues claro! Y como ahora soy élite puedo ir al palco con Handul y los demás. ¿Vamos? —me pregunta con mucho entusiasmo, con una gran sonrisa tallada en su rostro.

—Klea, es que... no me gusta ese tipo de eventos.

—¡Vamos, no quiero estar sola en el Palco! Sabes que nunca me he relacionado con los de la élite y Neefar no va a ir... Me voy a sentir rara.

Klea se ve muy emocionada, ¿cómo podría decirle que no? El problema es que odio ver cómo la gente muere a manos de ese Phoenix; el ultimo que venció al Phoenix fue mi padre hace millones de eclipses, tal hazaña le costó un brazo. Desde ese momento, mi padre es un guerrero dorado, su nanotraje es más resistente que cualquiera y las armas que se crean a partir de aquellas partículas de oro son las más letales.

—Ok... vamos —respondo dejando ir un suspiro.

—¡Yeah!

 

Vamos de regreso al laboratorio de investigaciones espaciales, caminando por el pasillo del área de ingeniería; mientras tanto, Klea va contándome como fueron los anteriores duelos en el coliseo: sangre, quemaduras, guerreros aplastados, desmembramientos y todo aquello que suene sanguinario. Todo eso es sumamente emocionante para ella.

Entramos al laboratorio de Investigaciones espaciales y encontramos el lugar vacío, parece que todos aún están almorzando, incluyendo a Ashtaria. Después de todo, aún estamos en hora de almuerzo.

Ambos caminamos hacia donde están las únicas ventanas del laboratorio, al abrirlas somos refrescados por la brisa que transita en las alturas, dejándose sentir sutil y tan agradable. Al parecer nos quedaremos aquí hasta que finalice la hora de almuerzo, nos apoyamos con nuestros codos sobre el borde de la ventana y observamos el movimiento de la ciudad, mostrándose tan agitada como siempre. Volteo a ver el rostro de Klea y la encuentro algo pensativa, la luz del día resplandece sus ojos color lila y la brisa se mese en su corto cabello plateado.

—¿Por qué crees que nuestros antepasados no trabajaron desde antes en este proyecto?, todo nos lo han dejado a nosotros —me pregunta con cierta seriedad.

—Porque ese nunca fue su problema, es el nuestro.

—Eso se escucha demasiado… egoísta...

—Lo sé... Pero entiendo que en ese tiempo incluso no se tenía la tecnología necesaria. Pensar en un escudo para el planeta era algo ficticio; no fue hasta después de la revolución de los portales espaciales que se pudo plantear como una opción real.

Puedo escuchar que mi equipo empieza a entrar al laboratorio, entre ellos también viene llegando Ashtaria. Ella se sienta y prepara su puesto de trabajo para seguir en lo suyo.

Klea ve llegar a Ashtaria y luego busca a mirarme junto con una sonrisa pícara y, sin decir nada, regresa a su escritorio, eso sí, sin perderme de vista. Yo cierro las ventanas y me dirijo hacia donde está Ashtaria.

—Ashtaria, si quieres ya podemos reunirnos para explicarte los reportes.

—No, ya no hace falta. Ya encontré lo que estaba buscando, gracias.

—¿Quién la entiende? —me pregunto en tono gélido y bajo.

Klea, quien estaba viendo la escena desde su escritorio, me asiente con ojos exaltados, como si con ellos dijera: «Te lo dije».

Las horas de trabajo pasan y finalmente llega la hora de regresar a casa, pero antes de irme, tengo que terminar de ordenar unos datos de la misión. Aquí solo hemos quedado, Klea, Ashtaria y yo.

—¿Kiharu, aún no terminas de ordenar? —me pregunta Klea.

—No, pero no creo demorar mucho.

—Bueno, yo me tengo que ir —dice Klea y luego la veo venir caminando hacia mí, se sienta sobre mi escritorio y, sorpresivamente, se acerca con cierta coquetería hasta rozar mi oreja.

«Klea, ¿qué estás tramando?... ¿por qué te me acercas así tan de repente?; no conocía esta parte coqueta de ti. Ese aroma que viene de tu cabello, dulce y suave olor a frutas, es deleitante».

—Nos vemos mañana, te estaré esperando fuera del coliseo —ese fue un susurro muy seductor.

—O-Ok…

Klea me guiña un ojo y se va...

Todo este coqueteo no pudo ser cierto, algo debe tener en mente.

—Veo que te llevas muy bien con la nueva...—dice Ashtaria sin verme a la cara.

—Ashtaria...

—Me voy.




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