Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

15. La batalla por las partículas de oro

El Coliseo se ha quedado en silencio por algunos segundos, solo se deja escuchar la fría brisa que hace hondear las banderas, mi agitada respiración y lo fuerte que late mi corazón. Estoy aterrado, viviendo aquella pesadilla que de niño siempre tuve; desde aquella primera vez que vi a un Phoenix con mis propios ojos, mis sueños siempre fueron interrumpidos por un abominante rugido.

Maldición, no debería estar aquí…

De pronto todos los espectadores empiezan a emocionarse y a apoyarme mientras gritan mi nombre, esto es algo épico e inusual para ellos, ya que no siempre alguien de la élite enfrenta al Phoenix. Por suerte, desde que tengo el poder de Zen mi cuerpo es más resistente y he salido ileso de esta caída.

No hay tiempo que perder... Activo mi nanotraje en modo ataque, mientras veo como aquel gran Phoenix sacude su cabeza, este me supera en tamaño como por 20 veces.

Es hora de ser valiente.

Miro hacia el Palco y veo a mi hermano con rostro de fascinación y extasiado de emoción por aquel combate que está a punto de presenciar, mis posibilidades de ganar son bajas, pero no imposibles.

—¡Oye, Kiharu, espero y no pongas en ridículo a nuestra familia, sal de ahí victorioso!

—¡No te preocupes, Handul! ¡Aún me quedan muchos años para soportarte! —le grito desde la arena.

Mientras el Phoenix se prepara para atacarme, puedo escuchar a Klea y a Ashtaria discutir.

—¡Acaso quieres matarlo! —le grita Klea.

—¡No era mi intención tirarlo a la arena! Él ha resbalado solo —ambas se están gritando.

—¡Tú lo empujaste! De seguro debes estar pensado: «Si no es para mí no es de nadie».

«¿En serio, Klea?».

Esta mujer me hace sonreírme bajo todo el miedo que estoy sintiendo.

—¡Que estupideces dices! Deja de poner palabras en mi boca, estúpida.

—¡Ya paren las dos! —les grita Handul tratando de poner orden.

El Phoenix sofoca el fuego que yace sobre su lomo y a los segundos le veo venir corriendo hacia mí... Definitivamente, ¡esto es una maldita pesadilla!

—¡¿Qué haces, Kiharu?, deja de huir! —me grita Handul desde el palco.

No puedo pensar en otra cosa que no sea huir... ¡Tengo que hacer algo ya!, no puedo estar huyendo todo el día. Tampoco puedo utilizar mi poder aquí, los Mikadeanos no deberían enterarse del poder que tengo.

El Phoenix se prepara para golpearme con un ala en llamas, trata, pero yo salto con una fuerza increíble... nunca en mi vida había saltado tan alto; desde aquí puedo escuchar a los espectadores sorprenderse.

Del salto caigo en una rodilla y de inmediato con las partículas de mi traje formo una enorme espada. Necesito ir cortando las colas de acero una por una, ya que son realmente peligrosas y debo tener cuidado para no quemarme con alguna de ellas; todo el Phoenix está envuelto en llamas.

Vuelvo la mirada hacia el palco, ya que he escuchado una voz familiar, se trata de mi padre que ha llegado y se ve algo angustiado.

—Gran Halu, por favor, ayude a detener esto, debemos sacar a Kiharu de la arena —Ashtaria le suplica a mi padre.

—Lo siento, Ashtaria, por más autoridad que yo tenga, no hay forma de abrir este escudo, fue diseñado de esa forma, ni yo ni nadie puede abrirlo.

—¡Padre, no te preocupes, voy a acabar con este Phoenix!, después de todo... soy tu hijo —le grito a mi padre.

Mi padre se ha animado, me asiente con una sonrisa que demuestra confianza en mí, también puedo verlo en su mirada, no puedo defraudarlos, quiero que se sienta orgullo de mí.

Corro hacia el Phoenix, voy gritando para darme valor a mí mismo, con mi espada en las manos y un espíritu valiente evado una llamarada lanzada por el Phoenix y luego salto para esquivar un coletazo de acero.

La cola del Phoenix ha quedado enterrada sobre el suelo; ¡esta es mi oportunidad!

Con mi enorme espada trato de cortarle la cola, y ahora... algo muy malo acaba de ocurrir. La piel del Phoenix es tan resistente que hasta me ha quebrado la espada, y con ello, pierdo una gran cantidad de partículas de mi nanotraje. La cola del Phoenix ha quedado cortada pero no fue suficiente para tumbarla, no tengo suficientes partículas para crear una espada de igual tamaño, de igual forma, necesitaría una más resistente.

—¡Kiharu, no te des por vencido!

—¡¿Neefar?!

Sí, es ella... y está en el palco. No me di cuenta en qué momento ha llegado, pero me resulta muy raro verla en un lugar como este. Ella no es de venir aquí, de seguro alguien le ha contado de mi situación.

Ya basta, tengo que concentrarme...

El Phoenix tiene una cola lastimada y está furioso, es inútil pensar en debilitarlo con mis manos, eso sería meter las manos en el fuego y no quiero eso.

Antes de poder pensar en una forma de atacarle: el Phoenix empieza a volar hacia mí y con sus colas empieza a atacarme. Esquivo el primer ataque, también el segundo, pero el tercero no y con aquel fuerte golpe me manda a volar lejos, estrellándome contra la pared de las gradas.

Ese golpe ha sido demasiado fuerte, si no fuera por mi resistencia ya estaría muerto, el choque solo me ha provocado un horrible dolor de cabeza.

Estoy regado en el suelo sintiéndome algo aturdido, puedo escuchar al furioso Phoenix acercarse, mas no puedo verlo claramente, solo puedo sentir su calor cada vez más cerca, puedo sentir como el suelo se sacude con cada uno de sus pasos.

Necesito levantarme del suelo lo más rápido posible.

El Phoenix está tan cerca que hasta puedo sentir su aliento, ya puedo verlo, está a punto de quemarme por completo. Pero justo cuando está por lanzarme aquella mortal llamarada, logro levantarme con la poca fuerza que me queda, de inmediato corro hacia la pared de las gradas que tengo tras mi espalda, salto hacia ella, me impuso con mis pies y, como si fueran cohetes, me escapo de la llamarada saliendo de aquel peligro entre las patas del Phoenix.




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