Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

19. Un extraño restaurante

CAPÍTULO 19: Un extraño restaurante.

¿Realmente he llegado a mi fin?

¿Después de esto no hay nada para mí?

No estoy seguro, pero lo que sí sé es que Neefar va a continuar con su vida, yo me encargaré de ello.

—¡Mira, Kiharu, ahí viene una nave de la fuerza armada!

—Sí, esa debe ser la que nos envió Handul. Salta sobre ella y entra a la cabina.

—¡Kiharu, pero tú...!

—Neefar —le interrumpo—, esa nave solo tiene un puesto, y es el tuyo. No te preocupes por mí, yo saltaré tras de ti, intentaré aferrarme en el exterior de la nave.

—Bien... —lo dice algo insegura.

La nave se aproxima y nosotros estamos cada vez más cerca de estrellarnos. Cuando esta se encuentra bajo nosotros, mi hermano me contacta por transmisión.

—Kiharu, cuando Neefar esté a salvo dentro de la cabina, tú saltarás sobre la nave.

—¡Sí!

¿Por qué mi hermano habrá mandado solo una nave? ¡¿Por qué no ha mandado dos?!

Neefar salta de la averiada nave y se posiciona de cabeza como aguja cayendo en el aire, trata de alcanzar la nave que nos ha enviado Handul, pero no logra ni siquiera acercarse lo suficiente, se le está haciendo difícil, la veo alejarse más y más de su objetivo; y es que Handul está controlando la nave de forma remota y la lleva a la misma velocidad y la misma dirección que la nuestra.

—¡Handul, baja la velocidad!, Neefar desciende más lento que la nave.

Handul reduce la velocidad; mientras tanto, mi nave continúa cayendo en picada y a gran velocidad. La nave de controla Handul ha quedado más atrás. Espero y Neefar pueda aferrarse al ala de aquella nave.

Ya casi estoy tocando suelo, mientras más demore en saltar, más se acerca mi muerte.

—¡Kiharu, debes de saltar ya! —grita Neefar desde el sistema de transmisión—. Ya estoy dentro de la cabina.

Sin dudar y sin calcular mi aterrizaje, salto de la vieja nave.

Ahora que estoy en el aire me voy alejando de aquella chatarra. La nave que envió mi hermano aún está detrás de mí, él debería empezar a aumentar la velocidad para así así poder alcanzarme, y justo de esa forma lo hace. A aproximadamente cien metros de estrellarme, logro agarrarme del ala de la nave, Handul hace un giro brusco y, al estar a solo diez metros de distancia del suelo de Mikadea, evita que me estrelle y salva mi vida.

—¡¿Kiharu?! —grita Neefar a la espera de mi respuesta.

—¡Estoy bien, tranquila! Voy sujeto del ala.

Mi corazón aún sigue latiendo de forma descontrolada, el viento golpea de forma violenta sobre mi rostro y me dificulta el agarre. Mis manos empiezan a sudar y a deslizarse, la presión del viento está complicando mi supervivencia... Handul no demora en bajar la velocidad de la nave y así permite que me acomode mejor sobre el ala.

Unos metros después de viajar sobre la nave, siento como Handul empieza a disminuir la velocidad. Salto del ala y caigo con firmeza sobre el suelo, levanto la mirada buscando la nave y espero a que Neefar evacue de ella. Solo pasa un par de segundos cuando Neefar activa la zona de evacuación de la nave y luego aparecer entre la amarillenta luz cilíndrica que emana bajo esta.

Veo que Neefar corre hacia mí.

—¿Kiharu, estas bien?

Sorpresivamente, llega un cálido y fraternal abrazo por parte de Neefar..., incluso puedo sentir que está temblando.

—Sí... ¿Tú estás bien?

—Sí… ¡Qué susto! Pensé que no lo ibas a lograr —me sonríe aun estando asustada.

—Siento que la muerte me persigue.

Ella deja de abrazarme, trata de tranquilizarse haciendo una respiración profunda y, al escuchar unos pasos tras su espalda, desvía la mirada buscando a aquel que se nos viene acercando, se trata de Handul, quien ha llegado junto con otra nave de la fuerza armada.

—Handul, estoy en deuda contigo, nos salvaste la vida —dice Neefar.

—Es lo menos que podía hacer. Me alegra haber llegado a tiempo.

—Handul, estoy muy agradecido, te abrazaría, pero no creo que quieras eso —trato de fastidiar a mi hermano.

—Atrévete y te parto la cara.

Así es mi hermano, parece mayor que yo. Por lo menos sé que puedo estrecharle la mano..., y sí, estaba en lo correcto, él no se niega.

—Espero poder serte de ayuda en algún momento, Handul.

Handul aparta fríamente la mirada y empieza a hablarnos dándonos la espalda.

—Kiharu, tu nave ha caído no muy lejos de aquí —dice señalando hacia el horizonte—, ve por los equipajes que quedaron regados por allá y mete todo dentro de la cabina de la nave. Cuando todo esté listo, me avisas para enviarla a la nave nodriza. Cuando termines de desempacar me dejas la nave en la plataforma de aterrizaje de la nave nodriza; que mañana voy a usarla… Neefar, espero que tu equipaje no esté estropeado.

Luego de eso, Handul regresa hacia donde está su nave, activa la zona de abducción, atraviesa el portal y se va en ella.

Neefar y yo estamos solos en un enorme campo desierto, caluroso y polvoriento. También está la nave que nos dejó Handul, la cual usaremos para transportar todo nuestro equipaje. Luego tendría que contactar a mi hermano para que envíe un par de naves para nosotros, y presiento que aún no es buen momento para eso.

—Aún te ves asustada.

—No. Estoy bien.

—No me mientas, ven, dame tus manos. —Tomo sus manos, y así compruebo que mis sospechas son ciertas, ella aún está asustada—. Mira, tus manos, estás temblando.

—Solo es cuestión de tiempo, ya se me pasará —responde cabizbaja, un poco avergonzada.

—No, es mejor relajarnos un rato. Cerca de aquí se encuentra un lugar donde podemos ir y tomarnos un té. ¿Vamos?

—Bueno... Ok.

Vamos caminando bajo la ardiente gigante roja, con cada una de nuestras pisadas se levanta polvo sobre el suelo arenoso y dejamos huellas tras nuestro andar; desde aquí ya se puede apreciar mejor el lugar, tiene un aspecto rústico, anticuado y poco frecuentado. Al llegar frente al restaurante, nos quedamos parados contemplando su rara y vieja estructura.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.