Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

22. El secreto de Handul

Mi hermano quiere hablar conmigo, no encuentro otro motivo que no sea Ashtaria... ¿Será que ella le ha contado mis sentimientos?

—Entremos a mi habitación —le invito a pasar.

Handul ha entrado a la habitación y de inmediato le hecha un claro vistazo a todo lo que hay en ella.

—Demasiadas plantas para mi gusto —mientras lo dice le veo acaricia las hojas de una planta que está sobre un soporte que sobresale de la pared. Él se ve muy misterioso, o tal vez pensativo, como si se tomara el tiempo de analizar el contexto de nuestra charla.

—Dime, ¿de qué quieres hablar?

—Ya debes saberlo... de Ashtaria.

—Sí, ya lo sospechaba.

—Sé que ella te ha contado sobre nuestra relación, solo quiero dejarte las cosas claras.

—Ok, te escucho.

—Lo que yo siento por ella no es algo recién..., viene desde la infancia, de hace dos mil trecientos eclipses. Me enamoré de cada expresión, de su sonrisa, sus rabietas y de su llanto. Ella me envolvía en sus travesuras e ingenuamente me arrastraba a sus problemas, y al final mi padre terminaba castigándonos, pero sabes... No me importaba, porque al igual que yo, ella también tenía que pasar por los mismo castigos, era esa sensación de compartir algo con la persona que te gusta; incluso si te suena algo cruel, para mí es algo placentero.
 

»Pasaban los eclipses y su cuerpo iba cambiando, su voz y lo femenina que se veía cuando peinaba su cabello, eso me enloquecía. Entramos al Centro de Aprendizaje Superior… No dejaba de verla en clases, no podía evitarlo, su hermosura estremecía a todos.

—Sí..., recuerdo eso.

—Todos querían conocerla, hacerla su amiga, pero yo siempre estaba ahí para alejarlos, no podía permitir que alguien me reemplazara y se convirtiera en su mejor amigo, ese era uno de mis más grandes temores, era mía y no iba compartirla con nadie.

»Los días pasaban y ella se hacía más popular entre los chicos, ya no podía mantenerla alejada de todos. Donde ella iba había personas que se le acercaban, ella ya tenía muchos amigos y contaba con un grupo de amigas en particular que me resultaban muy molestas, esas mujerzuelas no la dejaban sola. A pesar de eso yo aún seguía siendo su mejor amigo.

—Incluso la querías mantener alejada de mí, pero nuestra amistad era mucho más fuerte que cualquiera, tanto como la tuya.

—Sí, tienes razón, acepté eso..., acepté muchas cosas. Por ejemplo, la vida que ella escogió… Fue la más popular de Centro de Aprendizaje, pero no acepté que ningún chico se le acercara con fines románticos. Vi al primer chico en dejar una carta romántica sobre su casillero, no me costó conseguir el ID de acceso de aquel casillero, así que la siguiente carta ella nunca la recibió. Recuerdo que al día siguiente me encargué de ese tonto que intentó arrebatármela, lo golpeé hasta sentir que ya le había dejado claro que no debía volver a intentarlo. Cada carta de amor que llegaba a su casillero fue quemada o tirada a la basura por mí.

—Hermano..., eres un enfermo... —le digo con desprecio y él se hecha a reír.

—Es que todo iba tan bien..., Ashtaria ni se enteraba de que yo irrumpía en su casillero y que ya había hecho saber a todos los chicos que ella estaba prohibida; ese fue mi gran error, hacerles saber eso. Kiharu, pero ella de pronto se vio diferente, sus ojos enternecían el aura que la rodeaba, suspiraba y se perdía en sus pensamientos. Yo tenía que investigar que estaba pasando con ella, tenía que saber quién la había hecho cambiar de tan hermosa manera.

»Un día pasé cerca a los vestidores de las chicas y escuché la voz de Ashtaria, ella estaba hablando con una de sus amigas. Sin pensarlo dos veces entré a los vestidores y las espié… Vi como una estúpida le entregaba una carta a mi chica. Ashtaria tenía la carta en sus manos y mientras la leía se sonrojaba y sonreía de una manera que jamás lo había hecho conmigo. En ese momento sentí como la llama de la furia se encendió en mí, los celos me quemaban por dentro. Hace tiempo que Ashtaria se veía tan enamorada, de seguro estaba recibiendo las cartas de esa persona a través de sus amigas. Ese día vi que Ashtaria tiró la carta en el basurero del vestidor, muy astuta, pero no tanto como para evitar que yo tomara esa carta. La carta decía que iban a conocerse por primera vez, el chico la esperaría en la cabaña de jardinería que está cerca al bosque, de seguro él iba a estar ahí antes de la hora.

»Fui a esa cabaña una hora antes y lo encontré a él, el chico más popular del Centro de Aprendizaje, era un casanova que le tiraba solo a las chicas más hermosas, y ahora Ashtaria era su objetivo. El muy cínico me preguntó que quien era yo..., como si no lo supiera: ¡Yo soy el que cuida de Ashtaria de por vida!

»Él supo que estaba en peligro y, tratando de disimular, agarró una de las tijeras que había en la cabaña, el imbécil ya estaba armado, yo no podía ir solo con golpes, tomé una paleta de metal y sin pensarlo fui y lo empujé, el chico cayó al piso y cuando yo iba a golpear su bello rostro él se defendió cortando mis nudillos... Eso me dolió tanto que, sin pensarlo, me lancé hacia él empuñando la paleta de metal y, mientras forcejeamos, logré apuñalarle la garganta.

—Espera, ¡¿lo mataste?! Ese fue el chico que fue dado por desaparecido… ¡Tú!..., ¡¡tú lo mataste!!

—Jamás olvidaré ese día —continúa contando con una gran sonrisa—. Arrastré su cuerpo hasta el bosque y, usando las herramientas de jardinería, lo sepulté.

»Estaba tan aterrado, jamás había matado a alguien, tenía que hacer eso rápido y sin ensuciarme, todas las herramientas fueron limpiadas y nadie jamás encontró ese cuerpo. En cuanto a Ashtaria, ese día conoció al amor de su vida, es decir, a mí.

Y así Handul me ha dejado algo claro: que es peligroso intentar arrebatarle a Ashtaria.

«¿Ashtaria, estarás bien al lado de alguien como Handul?»




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