Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

29. El ataque sorpresa

Me irrita lo impulsiva que puede llegar a ser Ashtaria. Esa impulsividad, combinada con su sed de venganza, es una mezcla peligrosa que nos ha arrastrado hasta aquí, y eso me enfurece.

Sin embargo, en este momento, todo mi enojo se ha transformado en miedo. Temo haberla perdido, y si eso ocurriera, la perdería para siempre. Ya me llegó a odiar por devolverle la vida.

Ahora, toda la élite corre sobre un suelo asqueroso, guiados por el sonido de la explosión, que nos ha llevado a una zona amplia y tan repugnante como el resto de la nave. Giro la mirada y veo a Brawn inspeccionando cada rincón del lugar.

—Este lugar parece ser donde guardan su combustible.

El sonido de otra explosión nos alerta, y los destellos nos ciegan por unos segundos. Apenas he abierto los ojos cuando aparece la silueta de una mujer saltando muy alto en el aire, con un par de dagas en las manos.

—¡Ahí está! ¡Es Ashtaria! —grito, señalando la silueta.

Ashtaria cae tras la espalda de un crooler y, actuando con sigilo, corta eficazmente la cabeza del enemigo. La sangre verde salpica las mangas de su nanotraje y la cabeza del desdichado cae rodando en el asqueroso suelo. Al percatarse de nuestra presencia, con el rostro indignado, pregunta:

—¡¿Qué hacen aquí?! ¡Oh, claro! Una mascarilla… ¿cómo no se me ocurrió?

Mientras Handul se acerca a Ashtaria, ella crea una mascarilla a partir de partículas. Luego continúa diciendo:

—Chicos, iba a encargarme sola de este asunto.

—¡¿Estás loca?! ¿De qué asunto hablas? —Handul se ve muy enfadado.

—Estoy segura de que esta nave es el corazón de los croolers. Si destruyo este lugar, los destruiré a todos.

—¿Y crees que esta nave tiene un botoncito rojo de autodestrucción? ¿Cómo piensas hacer eso? ¡Estás demente! —le reprocho, muy enojado.

—Sí, claro que tengo un plan.

—A ver, ¿y cuál es? —la interrogo, sin que mi enfado disminuya.

—Voy a ir al centro de mando de esta nave, tomaré el control y la estrellaré contra el planeta Vezto. Ese enorme planeta se tragará a esta asquerosa raza.

—Comprendo. No es tan descabellado —comenta Brawn—. Podríamos acercarnos lo suficiente al planeta para que su gravedad haga el trabajo y nos dé tiempo de escapar.

—Amigo, tu inteligencia nunca me ha defraudado. Justo haremos eso —afirma Ashtaria, haciendo señas para que la sigamos—. Vengan, este parece ser el mejor camino para llegar al centro de control.

Handul se adelanta un par de pasos y luego se detiene frente a ella, visiblemente molesto.

—¡Aquí quien da las órdenes soy yo! —Era de esperarse, el Handul dictador en acción. Nadie puede pasar sobre él, ni siquiera Ashtaria.

—¡Maldición! —Ashtaria grita, alza las manos en señal de resignación, mostrando su indignación—. Entonces, dime, ¿qué vamos a hacer?

Handul avanza caminando por delante de Ashtaria, dejándola atrás. —¡Vamos a buscar ese centro de mando, síganme!

—Tu orgullo me da dolor de ovarios.

Avanzamos con cautela por un pasillo interminable, cada paso resonando en la humedad del ambiente. En cualquier momento podrían aparecer los croolers; deben ser conscientes de nuestra presencia. ¿Cuándo decidirán atacarnos? La tranquilidad que rodea este lugar me inquieta. Parece demasiado calmado para ser natural. Las sombras se alargan a medida que nos adentramos más en el pasillo, y la tensión en el aire es evidente. Cada sonido nos hace girar la cabeza, anticipando el momento en que enfrentaremos la amenaza que acecha en la oscuridad.

—Quiero salir pronto de aquí, este olor me tiene mal —Neefar no es la única que está asqueada; todos compartimos el mismo sentimiento de repulsión por el olor.

—Tranquila, terminaremos esto lo más rápido posible —le responde Polh, rodeando su hombro con su brazo. No puedo evitar sentirme molesto. Durante todo el viaje, él se ha acercado mucho más a Neefar de lo que me resulta cómodo.

¿Por qué me siento tan molesto? Creo que es porque temo quedarme solo sin alguien tan especial como Neefar. Reconozco que aún tengo la amistad leal de Klea, pero la conexión que tengo con Neefar es diferente. Cuando estamos juntos, todo parece más brillante, más significativo. Es como si ella pudiera entenderme incluso sin palabras, y yo a ella. No creo que pueda encontrar algo tan lindo y puro como lo que tengo con Neefar. Y ahora, con Polh tan cerca de ella, siento como si estuviera amenazando con arrebatarle esa conexión única que compartimos. Es un temor irracional pero profundo, que se agita en mi interior mientras observo su cercanía.

—Estoy sintiendo un olor más fuerte, ¿será que estamos camino al depósito de desperdicios? —se cuestiona Ashtaria, frunciendo el ceño en disgusto.

¡Nos han sorprendido! Del techo se abre de golpe una compuerta, y en un instante, una docena de croolers caen sobre nosotros como una lluvia repentina. El ruido sordo de sus cuerpos chocando contra el suelo se mezcla con el sonido de nuestros corazones latiendo con fuerza en medio de la tensión. La repugnancia del olor que nos rodea se intensifica con la presencia de estas criaturas, confirmando que hemos encontrado el origen de la pestilencia que nos ha acosado desde que ingresamos en esta nave.

Handul se prepara para dar su orden:

—¡Los tenemos encima! ¡Todos en modo ataque y a cortar cabezas!

Actuamos al instante. Todos transformamos nuestros nanotrajes, activando el modo ataque que nos permite crear cualquier tipo de armas.

Kimku, el más cercano a mí, está tirado en el suelo, inmovilizado por un crooler. Sin perder tiempo, activa su modo ataque y en su mano derecha se forma un gran cono metálico. Con precisión y fuerza, lo utiliza para perforar la garganta del crooler, liberándose de su agarre con un movimiento rápido y letal.

La siguiente en liberarse de un crooler es Ashtaria. Con destreza, crea dos látigos metálicos, uno en cada mano. Empuja al crooler hacia atrás y, con un movimiento preciso, uno de sus látigos se enrosca alrededor del cuello de la criatura. Un tirón fuerte y rápido basta para arrancarle la cabeza. La sangre verde del crooler vuelve a salpicarme la cara, añadiendo una nueva capa de repugnancia a la situación.




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