Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

49. Perdóname

El plateado de su cabello va degradándose hasta completar la tonalidad de un rosa vibrante que alcanza hasta las puntas, cada hebra es tan lacia que al verla te das cuenta de que es imposible enredarlas entre tus dedos; tiene un perfecto flequillo que toca la parte baja de sus cejas y, lo que más llegué a amar de ella, fueron esos ojos que ahora expresan abstinencia bajo un oculto deseo que me hace estremecer por dentro.  

Quiero que las cosas vuelvan a hacer como eran antes, como cuando podíamos estar a solas sin descubrir sus deseos sexuales, sonreíamos sin encontrar entre ambos miradas seductoras, quiero que sea justo como en aquellos tiempos, cuando nos quedábamos después de trabajar e imprimíamos imágenes del cielo nocturno para trazar líneas entre las estrellas con la idea de crear constelaciones.  

«Pudiste haber seleccionado una estrella, yo estaba dispuesto a volar alto e ir por ella». 

Extraño esos días cuando podía darle un abrazo y sus caricias no se sentían tan provocadoras.  

¿Qué puedo hacer para que deje de verme de tal manera? No quería que sus ojos me vieran como una presa a punto de ser devorada, quería ser parte de su vida, que al verme el amor se reflejara en ella... Sé que soy culpable por permitir que esto se diera de tal forma. Me siento mal por arruinar esa linda amistad. 

—Quita esa cara de arrepentimiento —lo dice desviando su mirada hacia un lado de la habitación con una triste sonrisa. 

—Ven, pasa. 

Nos hemos sentado en el sofá que tengo frente a la cama y entre nosotros está ese agujero que hice al momento de estallar en rabia. Me sostengo con los codos sobre mis rodillas y, con un rostro agachado, busco su mirada. 

—Ashtaria... 

—Estoy aquí porque quiero que hablemos de Neefar. 

—¿Nee-Neefar? —levanto mi rostro asombrado. 

—Sí. ¿Por qué te sorprende? —fija sus ojos en los míos. 

—¿Le pasó algo? ¿Te dijo algo? —mi corazón se ha acelerado. 

—No, no le ha pasado nada, ella está bien. Es que antes de salir de Tiakam estuve hablando con ella. 

Cierto, recuerdo verlas juntas. 

—Kiharu, necesito que no la dejes sola. Ella está dispuesta a todo con tal de estar lejos tuyo. Temo que ese hombre la encuentre sola y le haga algo, ella aún no está muy práctica con ese poder. 

—No te preocupes, he decidido no dejarla sola. 

—Ella está tan segura de poder sola… —me lo dice con mucha preocupación—, ni yo ni nadie de la élite puede contra Trox, tú lo sabes, viste cómo casi mata a Handul con un solo golpe. 

—Ashtaria, incluso yo siento miedo... Trox tiene una velocidad con la que podría destruirme fácilmente. 

—También temo por ti...— parece que no esperaba decir eso, se ha sonrojado—. Lo que quiero decir es que Neefar también puede protegerte, ella tiene un increíble poder con el cual puede frenarlo. ¡Necesitan trabajar en equipo! 

—Estaremos en el mismo asentamiento, estaré pendiente de ella, tranquila. 

—Tal vez no sea así. 

—¿A qué te refieres? 

—Neefar me dijo que iba a proponer crear un segundo asentamiento —da un gran suspiro y continúa—, dijo que iba a enviar la idea al Gran Halu junto con el reporte. 

—Entonces... 

—Sí, ya lo ha enviado. Vengo de verla, ya cuando llegué fue tarde para detenerla. 

—Un segundo asentamiento no está en los planes de la misión. 

—El Gran Halu puede aceptarlo, no es mala idea crear otro asentamiento del otro lado del planeta, hacerlo doblaría la cantidad de oro. 

—Del otro lado del planeta... ¡Es una excelente propuesta! 

—Se trata de Neefar, es tan inteligente como Brawn —hasta ahora pude notar que ambos estamos sosteniendo una conversación de la mejor manera. Me provoca sonreír—. ¿De qué te ríes? 

—Ashtaria —doy un suspiro—, perdóname. 

—¿Por qué? ¿A qué le pides perdón? —ha vuelto a expresarse en un tono frío. 

—Vamos, sabes de lo que hablo... La última vez que hablamos te insulté horrible, no me controlé. Lo lamento tanto... 

Parece que el tema le ha incomodado, me ha apartado la mirada mientras va pasando parte de su cabello tras su oreja. 

—Yo igual lo lamento..., fui muy dura contigo —se ha levantado del sofá, parece que ya está por irse—. Estoy algo cansada, voy a regresar a mi habitación. 

—Sí. Descansa. 

Me sonríe algo indecisa, da media vuelta y sale caminando de mi habitación.  

Realmente estaba preocupada por Neefar, parece que ahora son más cercanas, no sé en qué momento pasó, pero me alegra. 

Ha pasado otro día, toda la élite está en la plataforma de despegue siendo abducidos por las naves de la fuerza armada y, tras nosotros, están unas doscientas naves mineras con obreros de Mikadea. Nos preparamos para regresar a Tiakam, hoy empiezan los trabajos para el asentamiento; primero tenemos que ensamblar las maquinarias, las piezas van distribuidas en el almacén de cada nave minera. 

—Señor Kiharu, estamos preparados para partir —dice un obrero desde el sistema de transmisión. 

—Bien. Hora de ir a Tiakam, señores —lo digo y enseguida los obreros se animan, puedo escuchar sus buenos deseos desde el sistema de transmisión. 

Las naves están preparadas para iniciar el corto viaje, están formadas esperando que las compuertas de las naves nodrizas abran por completo.  

—¡Listo, todos síganme! —Handul da la orden y cientos de naves empiezan a salir de la nave nodriza. En pocos segundos estamos atravesando la atmósfera de Tiakam. 

Al cruzar las nubes se puede escuchar, a través de sistema de transmisión, a muchos obreros hablar en un tono animado, se escuchan muy entusiasmados, como si no creyeran lo que están viendo sus ojos, los obreros no podían creer cuando vieron a los seres alados que vuelan por el cielo azul; no podían creer la gran cantidad de agua y vegetación, ellos están fascinados al igual que lo estuvimos nosotros al descubrir las primeras rarezas de este planeta. 

—¿Señor Kiharu, estos seres no son peligroso? —me pregunta un obrero. 

—Tranquilo, para nada son peligrosos.  

Llegamos a la zona donde se harán las construcciones, todas las naves se detienen suspendidas en el aire y desde la espesura del bosque más cercano empiezan a aparecer varios Tiakamitas. 

—¡Señor Kiharu!, ¿y esos que son? —el obrero se escucha algo preocupado. 

—No teman, son aliados. Son los seres más evolucionado que he encontrado hasta ahora. 

—No hay que temer, compañeros —otro obrero levanta la voz desde la transmisión de la nave—. Después de todo, el señor Kiharu y su equipo de élite estarán con nosotros. 

Eso no me lo esperada, estoy completamente seguro que ese comentario no le gustó a Handul.  

—¡¡Dejen de ser tan cobardes, ¿acaso no corre por sus venas sangre Mikadeana?!! —lo sabía, Handul está furioso. 

—S-Sí... ¡¡Sí, señor!! —los obreros responden temerosos. 

Handul ha descendido por completo dejando la nave estacionada sobre el suelo de Tiakam, todos nos disponemos a hacer lo mismo; el campo es tan amplio que simplemente no nos estorba dejar las naves estacionadas aquí. 

Al bajar, todos contemplan el paisaje, veo como sienten y disfrutan los olores que vienen junto con la brisa golpeando contra sus rostros, ellos se ven muy contentos. 

—Señor Kiharu —alguien me habla tras mi espalda, al voltear me sorprendo al encontrar ese amigo que hice antes de salir de Mikadea. 

—¡Tihám, estás aquí! 

—¡Sí, no podía perderme esta aventura! —lo dice con una gran sonrisa—. Este lugar es asombroso. 

—Estoy de acuerdo, Tihám —sonrío con amabilidad. 

—Señor Kiharu, estamos listo para recibir sus ordenes.  

Volteo a ver a todos los obreros y ellos tienen sus ojos puestos sobre mí, como si solo esperaran recibir ordenes por parte mía. 

—¡¡Formado!! —Handul les grita y los obreros obedecen inmediatamente. Ahora dirige su mirada hacia nosotros, con sus ojos sobre Tihám—. ¡Ve a tu posición! —lo vemos venir mientras arruga el entrecejo. 

—¡Sí, señor, disculpe! —Tihám va trotando hacia la fila. 

Handul empieza a pasearse frente a todas las filas, de extremo a extremo. Tiene una mirada fría, intimidante, los obreros ya le están temiendo; los veo sudar de manera exagerada... Un momento..., ¡yo estoy igual! 

—Para los primeros trabajos van a recibir ordenes por el ingeniero Brawn, él es el encargado de los proyectos de ensamblaje de maquinarias.  

—¡Sí, señor! —gritan todos los obreros. 

—Pero antes deben conocer un poco más sobre este planeta, así que antes de iniciar los trabajos van a escuchar lo que tengan que decir las chicas de la élite: Neefar, Tamarath y Klea.  

Tamarath es el nombre que se le dio a Ashtaria luego de su muerte.  

Las tres chicas pasan adelante y se detienen frente al grupo de obreros, ellas deben dar a conocer información importante del planeta..., pero parece que va a resultar complicado que ellos presten atención, todos están embobados viendo a las tres hermosuras que tienen en frente. 
 




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