Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

51. No pretendas que te entienda

Los saludos, las pláticas y todo aquel bullicio que hacen los mineros generan ecos a través de la larga y cilíndrica zona de evacuación de la plataforma naviera. He detenido mis pasos y dado media vuelta para ver a Handul; estoy seguro que lleva rato viéndome con mala cara… Es que nadie le determina, es como si todos creyeran que soy el único líder de la misión y eso le mortifica.  

Lo veo venir ciñendo el entrecejo, con sus manos aparta a unos cuantos Mikadeanos que se atraviesan en su camino y con su mirada me indica que estoy en problemas.  

—¿Qué crees que haces, Kiharu? —dice al llegar frente a mí.  

—¿A qué te refieres?  

—Parece que no recuerdas cuál es tu lugar. No sé qué le habrás dicho a la tripulación como para que ahora todos te vean como el líder de la misión.  

—No dije nada..., pero quien sí dijo algo fue mi padre. ¿Acaso no recuerdas cuando dijo que sus dos hijos eran sus ojos puestos en Tiakam?  

Con mucho cinismo ha soltado unas cuantas carcajadas.  

—Eso no te pone en posición de liderar toda la misión.  

—Al igual que tú, yo también puedo liderar —a lo lejos puedo ver que Klea y Neefar se detienen y se asombran al vernos discutir—. No tengo tiempo para discutir estupideces contigo, ya deja tu envidia —le paso por un lado y él me detiene por el brazo.  

—Mantente al margen —me habla en un tono frío—. Si tratas de arrebatarme lo que es mío, no me contendré.  

Me suelto bruscamente de su agarre y le respondo:  

—Lo sé.  

Presiento que esto no va a terminar bien... ¿Cómo podría cambiar la forma de pensar de toda una tripulación?, es imposible poder controlar eso.  

Dejo al ardido de Handul atrás y continúo mi camino hacia donde están las chicas, necesito hablar con Neefar, no he tenido la oportunidad y ahora es el momento.  

Klea es la única que decide avanzar hacia mí, la veo aproximarse con una sonrisa pícara y con unos ojos que parecen haber leído mis intenciones.  

—Es tu oportunidad —me susurra al pasar justo a mi lado.  

Neefar sigue inmóvil, se ve que está asustada por mi presencia, ella sabe que voy directo hacia ella, con su rostro trata de buscar alguna otra salida, pero no la hay, tras su espalda solo están los diferentes tipos de naves y en el fondo la compuerta que da salida hacia el espacio galáctico.  

—¡Kiharu, no te acerques! —grita aterrada.  

—¡¿Kiharu, qué intentas hacerle a Neefar?! —Handul grita tras mi espalda logrando que detenga mis pasos.  

—Ven, Handul, dejémosles solos. No pasará nada —a duras penas pude escuchar a Klea.  

—Neefar, solo quiero que hablemos…  

—¡Te dije que es peligroso que estemos juntos!... Mantén distancia, por favor.  

—Solo escúchame...  

Neefar sale corriendo hacia una de las naves de la fuerza armada y, al verla ser abducida, salgo corriendo hacia otra de las naves.  Le escucho encender los motores, activa la apertura de las compuertas y al instante la veo salir disparada a una gran velocidad.  

—Kiharu, por favor, encuéntrala y tráela de regreso… No se te ocurra dejarla sola —me dice Klea desde el sistema de transmisión.  

—Tranquila, regresaré con ella.  

El único lugar hacia donde pudo dirigirse es hacia el planeta Tiakam, es lo único que conoce por aquí. Utilizo las últimas coordenadas y salgo de la nave nodriza a gran velocidad, en pocos segundos ya estoy entrando en la atmósfera del planeta.  

No necesito usar el sistema de transmisión de la nave para preguntarle en donde está: primero, porque sé que no va a responder; segundo, porque no quiero que sepa que estoy aquí; y tercero, porque sé hacia dónde pudo dirigirse.  

Dejo mi nave levitando frente al amplio campo donde están las maquinarias instaladas y enseguida salgo por la zona de evacuación de mi nave.  

La noche está próxima y entiendo lo peligroso que esto puede significar para ambos. Estoy seguro de que ella ha entrado en el bosque y a estas horas todo se ve más aterrador... No somos inmortales, aquí la diversidad es tan grande que aterra; hasta el ser vivo más pequeño podría provocar la muerte con una sola picadura, y en la noche es cuando muchos aprovechan para alimentarse.  

Voy caminando de forma acelerada, dentro del espeso bosque se puede escuchar el cantar de otro tipo de seres vivos, parece que a esta hora cantan los insectos. Las oscuras siluetas de las copas de los arboles resaltan con excelente contraste sobre un cielo de color violeta, de vez en cuando veo las hojas danzar al son del refrescante viento. Las estrellas más brillantes hacen acto de presencia entre las pequeñas porciones de cielo, mientras que el blanco brillante del satélite se deja apreciar por completo.  

«Mi corazón seguirá inquieto hasta que pueda dar contigo, es por eso que asomaré mis ojos tras los troncos de cada árbol de este planeta para encontrarte».  

He activado el modo ataque para, con mis armas, abrir paso frente a la maleza. Sé que voy por el camino correcto porque mientras voy avanzando encuentro algunas plantas cortadas y, principalmente, porque cada vez que doy un paso…, siento más fuerte nuestra atracción..., de seguro Neefar también puede sentirlo.  

Por fin he llegado, cómo no podría reconocer este lugar, solo aquí se puede encontrar una gran cantidad de flores sobre el césped. De pronto, logro verla de espalda, sabía que la encontraría en este lugar, después de todo este es su lugar favorito.  

Estoy impresionado, de noche todo aquí se ve tan alucinante..., tan mágico. Al principio pensé que sobre el aire había suspendidas algún tipo de esporas luminosas, pero no, se tratan de pequeños insectos que generan algún tipo de luz amarillenta, parpadean alrededor de la plateada armadura de Neefar, su ondulado cabello parece brillar bajo la luz del satélite; sonrío al ver que jamás ha dejado de usar la cinta negra que le regalé.  

—¿Neefar, por qué has venido a esconderte en este lugar? Sabes que puedo llegar hasta aquí sin problema, era el lugar más obvio para encontrarte.  

Ella se da media vuelta y así, el celeste neón de sus ojos, se encuentra con los míos.  

—Ibas a encontrarme aun si me escondiera dentro de una cueva, lo sé... Lo que no sabía es que de noche esto se viera tan perfecto —baja la mirada y continúa diciendo—. No deberíamos estar los dos solos en un lugar como este.  

—No culpes al lugar si eres tú quien hace perfecto todo a su alrededor.  

—Ya deja de decirme ese tipo de cosas.  

—No lo haré..., tampoco dejaré que te alejes de mí.  

«¿Cómo es que sin ningún tipo de esfuerzo has logrado tener un rostro tan hermoso? Eres tan bella que haces que quiera agradecértelo».  

La naturaleza la complementa como una hermosa obra de arte, algunos insectos destellan luces frente a sus mejillas y el viento levanta hacia un lado las puntas de su cabello.  

Voy caminando reprimiendo mis deseos con excesiva serenidad, ella no tiene intenciones de volver a salir corriendo, y al tenerla frente a frente, deslizo mis manos sobre sus mejillas y las cruzo bajo su cabello, posicionándolas justo tras sus orejas para así sostener su rostro.  

—Entiende que eso que sientes por mí no es amor, es solo producto de la singularidad.  

—No pretendas que te entienda cuando aseguras que no te amo. Yo entiendo por completo mis sentimientos, por favor, Neefar —acerco mi rostro hasta tocar nuestras frente—, entiéndelo tú también.  

—Kiharu —mi impulso por lograr un beso la interrumpe, no se ha negado, me ha correspondido—. Si conoces alguna forma de hacerme sentir cuánto me amas, por favor, hazlo.  

«Esta noche te haré sentir mucho más que eso». 
 




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