Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

52. Amarte bajo lucecitas y flores

Amo cuando la brisa se balancea entre sus largos rizos, amo esa mirada agachada y esa tímida sonrisa que hace después de un cumplido; amo todo de ella, amo aquel tono sonrojado que alcanzan sus mejillas, amo cada color que han obtenido tus ojos, incluso amo cuando me obliga a tomar mis medicamentos;  amo cuando se preocupa por mí y se adentra a mi desastrosa realidad solo para inventar una donde me pueda sentir mejor.  

«Ámame sin ponerte límites, bésame como si escribieras tu vida sobre mis labios, pues ha estas alturas no hay nada que me haga olvidarte».  

Sus labios pueden transformar la ciencia que me rodea en hermosa fantasía… Sus ojos simplemente no me dejan escapar de sus encantos, ella entró en mi corazón para vaciarlo por completo. Para mí todo es ella, es todo en mi mente y en mis deseos.

 

Deseo verla desnuda, sentir su piel sobre la mía; así que agarro su brazalete, desactivo la tecnología de su nanotraje y empiezo a bajar el zipper deslizándolo con delicadeza sobre su piel, desde sus pechos, paso frente a su plano abdomen y sus caderas.

De rodilla frente a ella subo la mirada, veo su cuerpo tan firme y saludable que me provoca querer lamer todo en ella, así que decido bajar una parte de su oscura ropa interior y plasmar un beso en la parte baja de su vientre.  

—¡¿Kiharu, qué...?! —se sobresalta y muerde su labio inferior intentado reprimir un gemido.  

Desactivo mi nanotraje y mientras estoy de rodillas frente a Neefar, la veo inclinarse sobre mí y luego me ayuda a bajar mi zipper... Puedo sentir su respiración tras mi oreja, el dulce aroma en su cabello se adentra sutilmente por mi nariz.  

Ella deja mi nanotraje regado sobre el césped, sus ojos sobre mi ropa interior, el resto de mi cuerpo está expuesto, incluso mis manos, realmente quiero tocarla..., pero mi poder...  

Un momento... ¡Claro..., puedo equilibrar la situación!  

Con mis dedos la tomo por la barbilla y la acerco hacia mí dándole un profundo beso. Con esto la he rejuvenecido solo un poco, no hay lío en ello, ella debió darse cuenta y tampoco es que se vea incomoda.   

Dejo caer lentamente mi cuerpo sobre ella haciendo que se recueste sobre el césped lleno de flores, ella no puede acariciarme y eso sí que lo lamento, me gustaría poder sentir sus caricias... Es un hecho que ambos estamos jodidos con este poder.  

—¿Kiharu..., y si nos ven los Tiakamitas?  

Levanto la mirada y observo a mi alrededor.  

—No veo a nadie, tal vez ni sepan que estamos aquí.  

«Y si están, qué más da..., que lo disfruten».  

—¿Y esa sonrisa pícara? —me pregunta también sonriendo.  

—Recordaba todas las veces que deseé tenerte así —lo digo y ella sonríe con timidez.  

Recuerdo cuando en mis sueños me dijo que aún aguardaban muchos momentos en este lugar, estoy seguro que este será el más especial para ambos; espero y no sea el último. Definitivamente recordaré cada detalle, como esas flores que parecen emerger entre su cabello, las luces de los insectos destelladas en su rostro, el satélite reflejado en sus ojos y sus rojos labios semiabiertos.  

Dejo un beso bajo su mentón, recorro su cuello con mis labios, y mientras lo hago, paso mis manos tras su espalda, desabrocho el sostén y luego lo dejo caer sobre el césped. Seguido, con mi mano derecha, empiezo a tocar su pecho; su rostro excitado empieza envejecer solo un par de años, no se ve diferencias. Con mi mano izquierda toco su entrepierna y empieza a rejuvenecer hasta lograr la normalidad.  

Rápidamente bajamos nuestras ropas interiores y al quitarlas las dejamos tiradas sobre el césped. Nuestras respiraciones chocan de forma agitada, el frío de la noche empieza a sentirse sobre su piel; y así, bajo las estrellas, empiezo a hacerle el amor. Siento como arquea su espalda, claramente escucho un corto gemido en mi oído y al buscar su rostro veo en ella una sonrisa de satisfacción. Suave y lento continúo moviéndome, disfrutando cada roce, cada fricción; siento como sus labios alcanzan mi cuello, y justo por la parte baja de mi oreja, ella besa esa zona haciéndome estremecerme por completo.  

Entre lo placentero, decido levantar la mirada y es entonces cuando encuentro a nuestro alrededor algo alucinante. Volando junto con las luces de los insectos está el pasto y cientos de pequeñas flores, veo como todo circula sobre el aire en forma de espiral y sobre nosotros. Entonces comprendo que esto es producto del poder de Neefar, tiene a la gravedad descontrolada. En ambas manos tiene puñados de pastos y flores que aún son parte del suelo, ella está aferrada a ello como si en algún momento fuese a salir levitando..., y sí, me siento igual, como si estuviéramos a punto de volar.  

Ella abre sus ojos y se percata del evento mágico, está impactada, no conocía que podría hacer algo como eso utilizando su poder. Fija sus ojos en los míos y entonces con una sonrisa le hago entender que también me di cuenta.  

Sus ojos... están igual de brillantes, eso significa que ella aún no está cansada, que esto podría durar bastante.  

Mi mano izquierda está sobre la parte baja de su espalda y mientras la acaricio voy haciéndola más joven. Mi mano derecha está sobre su glúteo y mientras aprieto la veo envejecer hasta llegar a su normalidad. Parece que le está gustado el tener sexo mientras uso el poder sobre ella, no sé qué puede estar sintiendo, pero lo disfruta.  

Necesito ver su rostro... Ella está muy excitada, aprieta sus ojos, se lame los labios y sonríe de manera satisfactoria; necesito continuar, no me puedo detener, sus gemidos son cada vez más constantes, no tengo permitido detenerme, la envejezco y la vuelto a rejuvenecer una y otra vez, eso le encanta.  

—¡Por favor, no te detengas!... —me suplica.  

Y entonces pasa...  

Neefar desprende sus manos del suelo y de manera impulsiva agarra mis glúteos con ambas manos... Flores y pastos caen sobre nosotros, un calor indescriptible recorre todo mi cuerpo haciendo que arremeta con fuerza contra Neefar, con una fuerza incontrolable, incluso temo haberle hecho daño…, pero no, esta mujer también es fuerte y logra soportar toda mi brusquedad...; logra llevarme al orgasmo y yo logro en ella lo mismo.  

«Lo rico que se ha sentido llegar juntos, Neefar». 

Terminamos abrazados sobre el césped, bajo las estrellas y con nuestros cuerpos cubiertos de sudor y pétalos de flores. La veo y siento ganas de devorar su boca, esos labios rojos que me desquician, ese «todo» que tanto amo de ella. 




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