Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

60. Problemas en las minas

El Tiakamita abre sus ojos y empieza a gritar espantado al encontrarse encerrado en aquel cubo transparente e iluminado, sus brazos y sus piernas son sujetadas por cuatro pinzas metálicas que forman parte de la camilla, él trata de zafarse, pero le es imposible, incluso podría lastimarse si sigue halando con tal fuerza.  

—¡Vamos, amigo, cálmate! —dice Brawn mientras lo sujeta por los peludos hombros.  

Neefar se acerca al Tiakamita y le dice algo al oído, y lo que sea que le haya dicho está funcionando, él se está calmando y, su mirada ansiosa, ha empezado a observar todo a su alrededor. 

Brawn presiona uno de los botones que está bajo la camilla, y así el cubo se empieza a levantar del suelo, esta acción vuelve a asustar al Tiakamita, puesto que ha empezado a gritar y a sacudir su cuerpo inmóvil sobre la camilla.  

—Cuidado, me lo matan del susto —digo mientras camino hacia el sujeto de prueba.  

—Donde se entere que está orbitando su planeta, le va a dar un paro cardíaco —agrega Klea, quien viene atrás de mí. 

Todos rodeamos la mesa donde está inmovilizado aquel ser de rostro grotesco, sus ojos negros nos miran con preocupación, está aterrado, como si fuéramos a torturarlo o a alimentarnos de él. 

—Brawn, ¿cómo funciona esto? —le pregunta Polh—. ¿Este salvaje puede entender todo lo que digamos? 

—El aparato de conexión vocal traduce nuestro lenguaje hasta convertirlo en sinapsis eléctricas, estas viajan entre las neuronas para que así el cerebro pueda interpretarlo —Brawn se le queda viendo al Tiakamita—. Justo ahora nos está entendiendo. 

—Dinos tu nombre —le digo al Tiakamita.  

—Nod…  

—¿Qué? ¿No? —arqueo una ceja de manera intimidante.  

—Creo que su nombre es Nod, Handul —Brawn me corrige.  

—Y yo creo que deberíamos presentarnos —sugiere Ashtaria.  

—Nod, nosotros no somos de aquí —Neefar levanta una mano señalando hacia arriba—, venimos de las estrellas, todos bajamos del cielo. 

—Cielo…. 

—Sí… 

—Estrellas… 

Neefar y Brawn comparten una mirada de satisfacción…, y no comprendo el por qué: parece que el inepto solo sabe repetir palabras. 

Luego de un suspiro lleno de decepción, concluyo: 

—Supongo que aún no sabe hablar nuestro idioma. 

—Él entiende lo que decimos —aclara Brawn—, pero le falta aprender a hablar, poco a poco irá aprendiendo palabras. 

Ha pasado un día más en Tiakam, hoy la vivaz estrella se hace sentir a través de la crema solar, el calor incomoda y pone de mal humor a los obreros que trabajan en las minas, se ven algo agotados y, por tal razón, Neefar se encuentra en la entrada de las excavaciones. La contemplo a lo lejos y, bajo la sombra de un frondoso árbol, ella ofrece a los obreros cápsulas de agua para que se mantengan hidratados y los más frescos posible. El ambiente aquí se siente pesado, ellos no parecen estar contentos con su trabajo, aun cuando se les ha brindado todo lo necesario para sobrellevarlo, parecen no estar conformes, por eso estoy aquí haciéndole compañía a Neefar, es peligroso que ella esté sola en este lugar, cualquier cosa podría desatarse pronto.  

—Parece que ayer los obreros la pasaron mal en su primer día de trabajo, no debí dejarlos solos —Neefar viene caminando hacia mí—. Hubiéramos aplazado unos días la cirugía con el Tiakamita.  

—No te arrepientas de algo que ya está hecho, hay que pensar en el ahora y trabajar en ello.  

Detiene sus pasos, se lleva ambas manos a la cintura y luego respira hondo; Neefar se ve muy preocupada, voltea la mirada hacia la entrada de las minas y luego regresa su atención hacia mí.  

—Los obreros dicen que las minas son muy calurosas, muchos se marean y hasta afirman que en algunas ocasiones sienten que se asfixian.  

—Ni que estuvieran picando piedras…, solo están separando el oro del barro.  

—Es un trabajo agotador, Handul, requieren mucho de su visión, y si se están mareando será muy difícil realizar su trabajo; ellos podrían enfermar y hasta morir ahí dentro.  

Salgo de las sombras y me dirijo hacia ella, y al tenerla frente a frente le dejo claro: 

—Vinieron para trabajar, así que van a tener que acostumbrarse —avanzo un paso y ella retrocede—. No vamos a instalarles aires acondicionados en los túneles, lo único que podemos hacer es mantenerlos hidratados... Tampoco es que nos quedaremos sin obreros por la muerte de unos pocos débiles.  

—No puedo creer que esté escuchando esas palabras del futuro rey —responde con desagrado—. ¿Cómo no pueden preocuparte los obreros? Son nuestros hermanos de Mikadea y estamos aquí para protegerlos, ¡en especial tú!  

—Vinimos aquí sabiendo que habrían bajas.  

—No eres el único a quien esperan en nuestro planeta, ellos igual tienen familias… ¿Acaso no fue ese tu discurso? 

Le muestro una sonrisa cínica.  

—No creas todo lo que diga, linda —le paso a un lado y avanzó tras su espalda—. Deseo mucho quedarme contigo, pero creo que es mejor irme, parece que estarás bien sin mí. 

Desde mi brazalete hago un llamado a mi nave y, en segundos, esta se posiciona bajo mi cabeza, activo la zona de abducción y entro a ella, agrego las coordenadas en el mando de control y en poco tiempo me encuentro sobrevolando la zona donde Polh está construyendo mi templo. 

—¡Oh, dios todo poderoso!, sea bienvenido a su primer templo —Polh grita al verme bajar de la nave.  

—¡Calla, charlatán! —respondo mientras me aproximo hacia él—. Ahora dale los últimos informes a tu dios —le doy una sonrisa burlesca.  

—Déjame decirte que esta zona boscosa es perfecta, está escondido de todos y tiene buenas reservas de piedras. Como sabrás, estuve trabajando toda la noche en un diseño rápido y que fuese sostenible por lo menos durante nuestra estadía en Tiakam, al final me decidí por esta clásica estructura de piedras en forma piramidal —extiende su mano y señala la estructura—, en sus extremos están las escalinatas y en el centro una gran resbaladilla por donde van a rodar las cabezas que luego aterrizarán en la fosa que está construida a un lado del almacén de Zenfrex.  

—Me gusta. Por lo que veo todo va bien. 
 
—Bueno, se supone que todos estos obreros iban a estar trabajando en el nuevo sembradío de arroz. ¿Nadie de la élite ha preguntado por ellos?  

—Ashtaria me preguntó por ellos hace un par de horas cuando se pasó por el sembradío, disque para mostrarle a Nod las cosas que hemos estado haciendo.  

—Entonces Nod está con Ashtaria.  

—Sí, ella está decidida a enseñarle a hablar. Ahora, lo que no va tan bien son los trabajos en las minas, los obreros de esa área están algo molestos, parece que no soportan el calor dentro de las cuevas.  

—¿Y ellos qué quieren, que pongamos a los Tiakamitas a trabajar? —Polh se pregunta, se ve molesto por la situación.  

—¡Ja! Esa sería buena opción… pero esos brutos ni siquiera saben hablar —le digo y él se sonríe—. Imagínate enseñarles a usar nuestras maquinarias, sería un completo desastre... Los Mikadeanos vinimos a trabajar, Polh, nadie está aquí para vacacionar.  

—Por suerte ya mañana despierta Kiharu, deja que él se encargue de ese asunto… 

—No importa lo que decida Kiharu, si todo siempre debe que pasar por mi aprobación.  
 




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