Narrado desde la perspectiva de Handul.
El tiakamita abre los ojos y comienza a gritar desesperado al encontrarse encerrado en el cubo transparente e iluminado. Sus brazos y piernas están asegurados por cuatro pinzas metálicas que forman parte de la camilla, y aunque intenta liberarse con todas sus fuerzas, no puede. Su lucha frenética podría causarle daños si sigue tirando tan intensamente.
—¡Tranquilo, amigo, cálmate! —le dice Brawn con voz firme, mientras intenta calmarlo sujetándolo por los hombros peludos.
Neefar se acerca al tiakamita y le susurra algo al oído. Sus palabras parecen tener efecto, ya que el tiakamita comienza a calmarse, su mirada ansiosa empieza a explorar su entorno con una mezcla de curiosidad y miedo.
Brawn presiona un botón bajo la camilla, y el cubo empieza a elevarse del suelo. Este movimiento asusta nuevamente al tiakamita, quien comienza a gritar y a sacudirse sobre la camilla, causando que sus movimientos se vuelvan más frenéticos.
—Cuidado me lo matan del susto —digo mientras camino hacia el sujeto de prueba.
—Si supiera que está orbitando su propio planeta, definitivamente se desmayaría —agrega Klea desde detrás de mí.
Nos agrupamos alrededor de la mesa donde el tiakamita está inmovilizado, su rostro grotesco muestra una mezcla de temor y confusión. Sus ojos negros nos observa con preocupación, él está aterrado, como si fuéramos a torturarlo o a alimentarnos de él.
—Brawn, ¿cómo funciona esto exactamente? —pregunta Polh con curiosidad. —¿Este ser puede entendernos?
—El aparato de conexión vocal traduce nuestro lenguaje en impulsos eléctricos que viajan a través de las neuronas, permitiendo que el cerebro del tiakamita lo interprete —explica Brawn mientras fija su mirada en el tiakamita—. Ahora mismo, está comprendiendo nuestras palabras.
—Dinos tu nombre —le digo al tiakamita con paciencia.
—Nod…
—¿Qué? ¿No? —arqueo una ceja, un poco frustrado.
—Creo que su nombre es Nod, Handul —corrige Brawn.
—Creo que es momento de que nos presentemos —sugiere Ashtaria.
—Nod, no somos de aquí —dice Neefar, levantando una mano hacia arriba—, venimos de las estrellas. Todos bajamos del cielo.
—Cielo…
—Sí…
—Estrellas…
Neefar y Brawn intercambian miradas de satisfacción, pero yo no entiendo el motivo: parece que el inepto solo sabe repetir palabras.
Luego de un suspiro lleno de decepción, concluyo:
—Supongo que aún no sabe hablar nuestro idioma.
—Él entiende lo que decimos —aclara Brawn—, pero le falta aprender a hablar. Con el tiempo irá aprendiendo palabras.
Un día más ha pasado en Tiakam. La estrella vibrante del planeta se deja sentir a través de la crema solar, el calor es abrasador y pone de mal humor a los obreros en las minas. Se les ve cansados y agotados, por eso Neefar se encuentra en la entrada de una de las minas, tratando de mantenerlos frescos. Desde la sombra de un frondoso árbol, observo cómo ella reparte cápsulas de agua para que los trabajadores se hidraten.
El ambiente es pesado; a pesar de los esfuerzos por mantener a los obreros cómodos, no parecen estar conformes. Es por eso que estoy aquí, haciendo compañía a Neefar. Es peligroso que ella esté sola en este entorno; cualquier altercado podría desatarse en cualquier momento.
—Parece que ayer los obreros la pasaron mal en su primer día de trabajo. No debí haberlos dejado solos —comenta Neefar mientras se acerca.
—No te arrepientas de lo que ya está hecho —respondo—. Hay que centrarse en el presente y manejar la situación.
Se detiene, coloca ambas manos en la cintura y respira profundamente. Su preocupación parece ser mucha; mira hacia la entrada de la mina antes de regresar su atención hacia mí.
—Los obreros dicen que las minas son muy calurosas. Muchos se marean y algunos afirman que sienten que se asfixian.
—No están picando piedras, solo están separando el oro del barro —replico con desdén.
—Es un trabajo agotador, Handul. Requiere mucha concentración y, si se están mareando, será difícil para ellos rendir; podrían enfermarse e incluso morir allí dentro.
Salgo de las sombras y me acerco a ella, dejándole claro mi postura.
—Vinieron para trabajar, así que tendrán que acostumbrarse —digo avanzando un paso; ella retrocede ligeramente—. No vamos a instalar aire acondicionado en los túneles. Lo único que podemos hacer es mantenerlos hidratados. No nos quedaremos sin obreros por unos pocos débiles.
—No puedo creer que esas palabras provengan del futuro rey —responde con desagrado—. ¿Cómo puedes ser tan indiferente? Son nuestros compatriotas de Mikadea, y estamos aquí para protegerlos, ¡especialmente tú!
—Vinimos sabiendo que habría bajas.
—No eres el único que espera ser recibido en nuestro planeta. Ellos también tienen familias… ¿No era eso parte de tu discurso?
Le ofrezco una sonrisa cínica mientras paso a su lado y continúo avanzando.
—No creas todo lo que digo, querida —le digo, pasando por su espalda—. Me encantaría quedarme contigo, pero parece que estarás bien sin mí.
La atracción que siento por Neefar sigue siendo fuerte, pero para evitar complicaciones adicionales, decido alejarme. Es crucial que cualquier posible queja de acoso no llegue a mi padre; debo proteger mi posición en el trono.
Desde mi brazalete, hago una llamada a mi nave. En segundos, esta se posiciona debajo de mí. Activo la zona de abducción y entro a la nave. Tras ingresar las coordenadas en el mando de control, pronto me encuentro sobrevolando el área donde Polh está construyendo el templo.
—¡Oh, dios todo poderoso! ¡Bienvenido a su primer templo! —Polh grita al verme descender de la nave.
—¡Silencio, charlatán! —respondo mientras me acerco a él—. Ahora dale los últimos informes a tu dios —le digo con una sonrisa burlona.
—Déjame decirte que esta zona boscosa es perfecta. Está bien oculta y tiene buenas reservas de piedras. Estuve trabajando toda la noche en un diseño rápido que sea sostenible durante nuestra estadía en Tiakam. Finalmente, opté por una clásica estructura piramidal —extiende su mano y señala la construcción—. En sus extremos hay escalinatas, y en el centro, una gran rampa por donde rodarán las cabezas, que terminarán en la fosa situada al lado del almacén de Zenfrex.