Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

62. Despertar

—¿Tienes miedo? 

—¿De qué? 

—De qué, cuando él abra los ojos, descubra que ya no te ama. 

—Ashtaria, yo confío en los sentimientos de Kiharu.  

¿Neefar?... Sí, Esa es tu voz… 

—Espero y te sea sincero, no le perdonaría que te mintiera.  

Ashtaria… también estás en mi cabeza… 

—¿Crees que no puede volver a enamorarse?... A-Además, tu estás con Handul, mi relación con Kiharu ya es algo ajeno a ti.  

—Ya conoces mi historia con Kiharu, sabes que no me interesa de manera romántica, y pues…, mi relación con Handul hace poco terminó.  

Abro mis ojos luego de escuchar las palabras de Ashtaria, luego de escuchar el nombre de Handul mi corazón se siente vivo y lleno de ira, el monitor de ritmo cardíaco empiezan a marcar señales, y en un par de segundos se intensifica un sonido de alerta.  

—¡¡Kiharu!! —gritan ambas chicas.  

Una luz cegadora lastima mis ojos, me impide mantener mis ojos abiertos, los aparatos conectados en mi cuerpo se desprenden provocando dolores insignificantes producto de las agujas que penetraban en mi piel…Este dolor, este corazón tan acelerado, todo esto me hace entender que estoy vivo. 

Siento las manos de amabas chicas sobre mis hombros y sobre mis brazos, me trata de tranquilizar sobre la confortable y fría camilla metálica. 

—¡¡HANDUL!! —grito repleto de cólera, mientras intento nuevamente abrir mis ojos. 

—Tranquilo, yo estoy aquí —enfocó mi visión sobre aquella silueta de cabello ondulado, ya puedo verla mejor, solo ella podría tranquilizarme de tal forma. 

Sin el mínimo esfuerzo, Neefar puede mantener mi cordura estabilizada, mis pulmones se relajan y me regresa a la normalidad con solo escuchar su voz, ella es tan saludable para mí.  

—Te amo, Neefar —es lo primero que sale de mi boca luego de verla.  

—Lo sé, yo igual te amo —algunas lágrimas empiezan a deslizarse sobre sus mejillas—, y estoy feliz de que regreses, de que estés vivo. 

Cuando sus ojos conectan con los míos, hace que mi mundo se centre solo en ella, en su sonrisa, en sus brillantes ojos celestes; me alegra que entre nosotros todo siga sintiéndose como antes.  

—Ya no tengo el poder…  

—Lo sé, ahora lo tiene tu hermano, tuvimos suerte de que Trox no se quedara con tu poder. 

—¿Trox? —pregunto extrañado—, ¿Q-Qué tiene que ver Trox en todo esto? 

—¿Acaso no lo recuerdas? —Ashtaria está del otro lado de la camilla, la veo y de inmediato recuerdo que la última vez que la vi estaba tirada e inconsciente sobre el suelo. 

—¡Ashtaria, ¿estás bien?! —trato de levantarme de la camilla, pero antes ambas me sujetan con fuerza. 

—Sí, tranquilo —responde con la mirada inquieta—… luego de que Handul se quedara con el poder, fue a atacar a Trox y este huyó… ¿Sí recuerdas que fue Trox quien nos atacó? 

—No… fue… 

—Fue Trox —su tono de voz es convincente. 

—No recuerdo que fuera así… 

—Bueno —Neefar pasa sus dedos entre mi cabello—, de seguro la contusión cerebral afectó de cierto modo en tus memorias, poco a poco recuperaras tus recuerdos. 

Lo recuerdo perfectamente, mi hermano me mató, atravesó su punzón metálico sobre mi pecho y luego adquirió mi poder, pero por alguna razón que desconozco, Ashtaria lo está protegiendo.  

Un momento… sé cuál es la razón, es amor. 

Parece que no puede traicionar a Handul, no puede ir en contra de él, pues es la persona que siempre ha amado, de seguro lo perdonó y no le importó lo que él me hizo… Me siento decepcionado. 

—¿Quieres que hablemos de eso más tarde? —Ashtaria se ve preocupada, y no creo que sea por mi. 

—Ok… 

—Bien, por ahora descansa y ponte al tanto de todo.  

—No te preocupes, yo le pongo al tanto —le dice Neefar.  

Ashtaria le asiente, y luego su atención vuelve a mi:  

—Me alegra tenerte de vuelta, Kiharu, ya me siento más tranquila —su sonrisa demuestra lo aliviada que está.  

Siempre pensé en Ashtaria como una inalcanzable estrellas, ahora la veo y creo que se asemeja más a una nebulosa en el cielo, dispersa, desentendida y si un nucleó, quien intente entrar en ella podría no entenderla y perderse, como me pasó a mí.  

Ashtaria me sonríe de manera compasiva, da media vuelta y luego cruza la puerta de la habitación, dejándome a solas junto a Neefar, en un lugar que desconozco, y con mi mente vuelta un desastre, todo es tan desconcertante.  

—¿Dónde estamos? —preguntó mientras poso mis manos sobre mi palpitante dolor de cabeza.  

—Estás en el salón de maduración, creado para conservar los cuerpos que son tratados con el Zenfrex. Esto es parte del Dominio Élite.  

—¿Terminaron con el asentamiento?  

—Sí.  

—¿Cuántos días pasaron? —le pregunto mientras empiezo a levantarme lentamente, aún con mi cabeza dando vuelvas.  

—Siete días —me sostiene del brazo y me ayuda a levantarme—… siete largos días en los que estuve asustada, desesperada, y pensando si regresabas o no  —al estar sentado sobre la camilla, aprovecho  el agarre de sus manos, y de inmediato la halo hacia mí y la abrazo.  

Con sus manos aprieta mis rostro sobre sus mejillas, como si tratará de hundirse sobre mí piel, sin limitantes ni nada que le reprima, no hay poderes que nos haga dudar, pues mis sentimientos son claros, esa fragancia que se desprende de su piel huele al amor de mi vida.  

Me ha dado un beso con una clara esencia a verdadero, suave, tierno, delicado y retumbador, de esos que dejan eternos recuerdos vibrantes en tu mente.  

—¿Quieres ir a descansar? —me pregunta aun estando muy cerca de mí.  

—Quiero pasar este día contigo… no solo este día, toda mi vida.  

Mientras vamos caminando por los pasillos del Dominio Élite, varios Mikadeanos se me acercan y me saludan dándome la bienvenida, al parecer le han dicho a todos que estuve de viaje rumbo a Mikadea, nadie sabe que me mataron y que regresé a la vida, solo la élite tiene conocimiento de lo ocurrido con el supuesto Trox.  

Al salir del Dominio, me encuentro en la cima de una gran escalinata, frente unas perfectas edificaciones de ladrillos y arcilla, réplica exacta de los diseños arquitectónico de Polh, no son para nada parecidas a las que tenemos en Mikadea, pero se trata de otro planeta, aquí el clima es diferente y por tal razón las cosas que se construyan aquí serán distintas a lo que conocemos y adaptable a este mundo.  

—Apenas ayer inauguramos todo esto —me dice Neefar señalando el lugar —ese edificio que ves a tu izquierda es el centro médico donde estoy trabajando, a la derecha están los edificios residenciales, y en frente está el almacén que conecta las cavernas mineras con el sistema de traslado de vagonetas, a un lado la plataforma de naves mineras, y atrás de nosotros están los cultivos y los almacenes de alimentos.  

—¿La minería está en curso?... Veo que varios vagones están llegando con oro.  

—Sí, ya tenemos más de cinco días recolectando oro… pero tenemos un pequeño problema en las minas.  

Con el rostro angustiado de Neefar, puedo entender que se trata de algo grave.  

—Los mineros se están quejando de las calores dentro de las cavernas, muchos se han desmayado, y la mayoría se deshidratan muy rápido.  

—Eso es un completo embrollo, hay que hacer algo.  

—Eso mismo le dije a Handul —ha fruncido el ceño—, pero se ha negado, no quiere ayudar.  

—Handul…  

No se ni como sentirme, creo que es una mescla de todo, tristeza, ira, decepción, y también está ese sentimiento que pesa más que todos, el de haber perdido a alguien importante, a mi hermano.  

Empiezo a bajar las escalinatas a gran velocidad, dejando atrás a Neefar.  

—¡Kiharu, ¿A dónde vas?!  

—Es hora de buscar a mi hermano —le grito mientras la rabia empieza a consumirme.  

«Handul, para mí siempre fuiste aquel hermano que caminaba frente a mí y me protegía empuñando su espada, ahora comprendo que eso solo era una falsa pantalla, pues cuando me permitías avanzar frente a ti, me punzabas sobre la espalda con esa misma espada». 


 




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