Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

66. Malditos celos


La brisa que nos visita esta noche es fría y constante, el cielo estrellado acompaña a un satélite rebosante de una plateada luminosidad, es una noche perfecta, el gran Halu estará arribando el asentamiento en pocos minutos, y por suerte ya todo está listo para su bienvenida. Estoy dentro de una amplia tolda de nanopartículas de tela color negra que se ha tendido frente a las escalinatas del Dominio Élite, y guindando bajo la tolda nos iluminan decenas de lámparas de piedras con tallados huecos, el fuego que arde por dentro se filtras por los orificios de las piedras, haciendo que todo sobre nuestras cabezas se alumbre con pequeños puntitos dorados. De un extremo está situada una larga mesa que sirve una gran variedad de comidas y bebidas, del otro extremo está el área de la danza ceremonial; es esa la parte más esperadas por todos, donde los hombres pretenden a sus mujeres para compartir una vida eterna juntos… Sí, esta noche y frente a todos me le propondré a una hermosa mujer de cabellos ondulados, desde aquí dentro puedo verle observar el cielo nocturno, jamás ha dejado de usar la cinta negra con la cual amarré su cabello aquella vez.  

—¡Dice Yazu que el gran Halu está cerca de Tiakam! —grita Kimku, quien está a un lado de Neefar, Klea y Brawn. Todos esperan por la llegada de mi padre, están parados fuera de la tolda junto con un gran grupo de Mikadeanos.  

Hacia el fondo del asentamiento se pueden ver a una gran cantidad de Tiakamitas curiosos, observan callados y desde la distancia aprenden de toda nuestras culturas, al escuchar el rugido de las naves sobre el cielo, levantan la mirada y reaccionan como si se tratase de algo habitual en su mundo, ya no les asusta nuestras naves espaciales, ellos disfrutan verlas volar.  

—Kiharu —la voz de Ashtaria me llama tras mi espalda, al darme vuelta la veo venir hacia mi junto con un Tiakamita—, quiero presentarte a… —el Tiakamita sale corriendo muy aterrado luego de verme—. ¡¿Pero qué…?!... ¡¡Nod, no te vayas!!  

El Tiakamita ha salido corriendo a gran velocidad hacia la parte trasera del Dominio Élite, Ashtaria intenta ir tras él pero antes yo la detengo.  

—Déjalo, todo esto debe tenerlo ansioso.  

—Disculpa, no se que le habrá pasado…  

Ashtaria se percata de que aún sostengo su mano y se libera de ella viéndose algo nerviosa.  

—Tenemos una charla pendiente, Ashtaria.  

—L-Lo sé, es mejor hablar de esto en un lugar apartado, hay muchas personas a nuestro alrededor.  

—Sí, vamos al almacén, a esta hora nadie debería estar trabajando.  

Ambos salimos de la tolda y caminamos rumbo a la parte trasera del almacén.  

Ahora que lo pienso, sería un problema si Neefar me ve escapando junto con Ashtaria, para asegurarme de que no nos está observado volteo la mirada… ¡Mierda!  

—¿Neefar es celosa? —me pregunta Ashtaria.  

—Es una de esas cosas que desconozco de ella, hoy me enteraré.  

—Pues yo creo que justo ahora nos esta matando con la mirada —Ashtaria también se ha percatado de la situación.  

Tras el almacén abrimos una pequeña puerta y rápidamente ambos entramos al lugar. Aquí dentro esta oscuro, solo la luz del satélite logra colarse entre los pequeños orificios que están en la parte superior de las paredes, esa misma luz es la que se refracta sobre los tumultos que oros que reposan dentro de los vagones.  

Ashtaria se sienta en el borde de un mediano vagón de madera, agarra un pedazo de oro y empieza a lanzarlo hacia el aire como si se tratara de una pelota.  

—Kiharu, seamos breves, que el gran Halu no demora en llegar.  

El resplandor del oro hace aun más vivaz el dorado de sus ojos, para mí es un verdadero problema que cada ambientación la hagan lucir tan bien.  

—Bu-Bueno… —aclaro mi garganta, luego voy con ella y me siento a su lado—, solo quiero saber que pasa. Dime, Ashtaria,  ¿Cuáles son los motivos para ocultar un crimen tan terrible? —le pregunto con seriedad.  

—Créeme que yo igual quiero soltarlo todo, quiero que todos entiendan lo peligroso que es Handul, pero no puedo. 

—No comprendo… ¡¿Por qué eres tan complicada?! 

—¡Porque mientras Handul este tras mis pasos, toda mi vida estará jodida por su culpa! 

—¡¿Qué te hizo Handul?! —poso mis manos sobre sus hombros—… Dime, sin miedo, que hace rato tengo ganas de destruirlo por completo.  

—Luego de que te matara, Handul me amenazó, dijo que si decíamos algo, él se encargaría de matar a cada miembro de la élite, que les cortaría la cabeza —se ve muy enfadada.  

—Cuando esté en prisión no le va a dar tiempo, así que tranquila.  

—Tan solo el capturarle podría ser peligroso, y con ese poder lo es aún más que antes, sumémosle que es el mejor guerrero que tiene Mikadea, podría ser un total caos lleno de muchas muertes.  

Ella realmente está aterrada, y ahora presiento que lo sabe todo…  

—Por tu rostro de espanto, juraría que conoces muy bien a Handul… ¿Los sabes, verdad?... Lo que mi hermano ha hecho por ti.  

Ashtaria conecta sus ojos con los mío, mostrándose sorprendida.  

—¡¿Tu lo sabía?! —se levanta del borde del vagón, parece que no le agradó mi revelación—… ¡Lo sabía, y aún así te me declaraste! 
 
—¡Cuando te declaré mis sentimientos yo no sabía sobre los crímenes de Handul!… ¿Pero tu sí?  

Ashtaria no dice nada, es como si quisiera decirlo todo, pero la carencia de valor la limita.  

El bullicio de los mikadeanos se levanta por todos los alrededores, al parecer mi padre ya está pisando el suelo de Tiakam, Ashtaria aprovecha el momento para salir huyendo, yo avanzo más rápido y la detengo. 

—Ashtaria, ¿Por qué estás con Handul?... Dices amarlo aun sabiendo que es un mal hombre, sé que no eres así…  

—Kiharu, dejemos este tema para después… —hace fuerza para librarse de mi agarre, pero no se lo permito—, tu padre a llegado, vámonos.  

—No, primero terminemos con este tema.  

—No quiero hablar de mis sentimiento.  

—¿Sentimientos, sentimientos hacia quien?... ¿Hacia Handul?  

—No es de tu incumbencia…   

—¡¡Responde!!  

—¡¡No!!... No amo a Handul…, jamás lo he amado… —noto repulsión en su rostro, no hacia mí, sino hace Handul.  

Aquí podría haber un silencio sepulcral, pero la llegada de mi padre no lo permite, las personas celebran su llegada con gritos y aplausos… , y nosotros aquí lastimándonos con las verdades.  

—Ashtaria, entonces… ¿por qué me hiciste creer que sí?  

—Porque era la forma más segura de alejarte de mí… de protegerte…  

—¡¡No tienes que protegerme!! —camino hacia ella y le digo frente a frente—. ¡Yo puedo protegerme solo! 

—Lo hice por ti… —sus ojos se han cristalizado.  

—Pudiste haber confiado en mi, ¿acaso son tan mal guerrero? —el pecho se me comprime, y Ashtaria parece no tener más palabras para sus excusas—. Si me querías rechazar, no hacia falta inventarte esos sentimientos…, de lastimarme tanto —esas lágrimas no debieron brotar de mí.  

Agacho mi rostro y rápidamente me aparto de ella, quiero salir de este lugar, quiero distraer mi miente para no recordar su rostro rechazándome y aquel dolor que llegué a sentir.  

Al salir del almacén la brisa refrescante de la noche vuelve a azotar con fuerza sobre mi ropa y mi cabello, levanto la mirada y veo cuatro naves sobrevolar bajo las escalinatas del Dominio Élite, una es de mi padre, la otra es de Yazu y esa última dos… no estoy seguro…  

En la parte baja de las escalinatas, una gran multitud de personas veneran al rey de Mikadea, y en la sima de esta, la élite toma su posición habitual, tras la espalda del rey. Esta vez él no está solo, a su lado derecho le acompaña un hombre alto y de cuerpo atlético, su blanco cabello es corto y algo alborotado, ojos color rosa y sonrisa encantadora; es el típico prospecto deseado por casi todas las Mikadeanas. Mientras voy avanzando entre la multitud, puedo escuchar los suspiros y las frases lujuriosas de varias mujeres, qué molesto es...  

A la mano izquierda de mi padre está otro Mikadeanos, uno que creo reconocer, se trata de Foxer, encargado de mantener actualizado el inventario de los almacenes de oro, siempre a trabajado junto a Kimku; su llegada podría traerme más problema, pues es el mejor amigo de Handul, así que es un hecho que siempre va a estar en mi contra.  

—No esperaba encontrarme con un planeta tan increíble —mi padre inicia su discurso y de inmediato todo guardan silencio—, cuando viajábamos en la nave nodriza vi aquel puntito azul a la distancia, y me dije: Ese planeta tiene mucho futuro, no solo para sus habitantes, sino también para nosotros —mi padre me sonríe al verme llegar, yo igual le sonrío, le estrecho la mano y enseguida tomo mi lugar con la élite, entre Handul y Klea—. Hoy vengo a anunciarles un nuevo proyecto que empezará a llevarse a cabo al iniciar un nuevo día. Gracias a los análisis de la élite Neefar, y luego de un gran debate con varios lideres de Mikadea, hemos decidido crear un nuevo asentamiento en la otra cara de Tiakam, y para ellos necesitamos más líderes, lo que me lleva a nombrar a nuevos miembros para la élite. —lo dicho por mi padre no solo me ha sorprendido a mí, también al resto de la élite, no esperábamos mas compañeros de la élite.  

Mi padre hace una pausa para saludar a Ashtaria, le da un abrazo y luego ella toma su posición, entre Neefar y Yazu.  

—Kiharu —me susurra Klea—, tenemos problemas… —Klea voltea a ver a Neefar, ella se ve algo sonrojada.  

¿Por qué se ha sonrojado?... ¡Eso solo debería ocurrirle conmigo! 

—¡Les presento a los nuevos miembros de la élite! —mi padre abre sus brazo para señalar a ambos hombres—. El élite Foxer, liderará la minería y los almacenes de oro desde el nuevo asentamiento—mi padre lo presenta y todos los Mikadeanos empiezan a murmurar entre ellos—. Y como nuevo líder del centro médicos de éste asentamiento, el élite Rauzet.  

—Rauzet es el ex de Neefar —Klea me vuelve a susurrar para ponerme en alerta—, ella me contó que terminaron su relación luego de que él fuese elegido para salir en la misión de rescate hacia el planeta de los pequeños grises. 

—¡¿Qué…?!  

«Neefar, odio que puedas sonrojarte de esa manera frente a otro hombre… por favor, explícale a mis celos que no debo tener miedo de perderte».  
 




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