Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

67. Decídete, Neefar

El discurso de mi padre ha finaliza con una invitación al festín, inmediatamente todos los Mikadeanos empiezan a movilizarse hacia la gran tolda, y mientras esto ocurre, los de la élite se acercan hacia los recién llegados para saludarles. Todo esto ha sido muy sorpresivo, me siento algo aturdido, he recibido un bombardeo de malos momentos en tan poco tiempo, y para rematar ahora tengo que lidiar con estos tipos que acaban de llegar, justo ahora estoy presenciando como Rauzet se acerca a Neefar y la saluda, desde aquí puedo escucharles hablar.  

—Tiempo sin verte, Neefar —la toma por sorpresa y le da un abrazo…, y con esto hace que me empiece a hervir la sangre—. No has cambiado en nada, sigues igual de linda.  

Esas palabras le han entrado como un gran bocado de aire, se ve muy nerviosa.  

—¿Rauzet, cu-cuando regresaste a Mikadea? —Neefar parece haber recordado mi sentimientos, de inmediato sus ojos conectan con los míos, pero para ocutlarle mi enojo, me doy vuelta y le escondo mi frustrante mirada.  

—Luego de que el gran Halu aprobara el nuevo asentamiento, mandó un mensaje al planeta Greymor para anunciar mi regreso. No sabes lo feliz que me hizo, tenía ganas de volver a verte y de contarte tantas cosas… por favor, ven conmigo.  

Un fuerte latido me hace girar y buscarle con la mirada, se me comprime el corazón luego de ver como la mano de Neefar es sostenida y llevada por la de Reuzet, no demora mucho cuando los dos se van y entran al Dominio Élite.  

—Pedazo de ridículo, quiere ver el mundo arder —Polh aparece a un lado mío, se ve muy enojado. 

Cierto, Polh aún no sabe de mi relación con Neefar.  

—Polh, no dejare que ni tu ni nadie me separen de Neefar…  

Un silencio con sabor a traición siguen mis palabras.  

—Sabes que siempre he estado interesado en Neefar, y aún así te atreves a ir por ella.  

—Ya estoy con ella, no hace mucho que me ha correspondido.  

Se ha empezado a reír en un son de descaro, sus irritantes carcajadas son cada vez más fuertes.  

—¿¿En serio?? … ¡¿Y porqué se está yendo con otro tipo?! —vuelve a reír, su burla hace que me irrite mucho más.  

No tengo porqué soportar esto, así que lo dejo solo y me voy rumbo al edificio del Dominio Élite en busca de Neefar, y no importa si justo ahora este molesta conmigo por irme con Ashtaria, debemos resolver todas estas situaciones lo antes posible, sino esto podría hacerse más grande y podría ser perjudicial para nuestras relación.  

Mis dos brazos empujan el portón principal del edificio permitiéndome entrar al lugar, la agresividad me define justo ahora, por mi mente empiezan a cruzar imágenes que suponen un posible atrevimiento sexual por parte de aquel desgraciado, y por culpa de la reacción de Neefar que acabo de presenciar, estoy desconfiando, tengo miedo de que ella aún sienta algo por Rauzet, y que le acepte al pensar que yo aún estoy enamorado de Ashtaria. Los busco por los laboratorios, por las salas de reuniones, en el cuarto de maduración, en las salas administrativas y hasta invado la habitación de Neefar…, pero no los encuentro.  

Al salir de la habitación de Neefar me encuentro con Brawn, quien está saliendo de su habitación. 

—¿Brawn, de casualidad has visto a Neefar? 

Me ve con cierta intriga.  

—¿Si no está en su habitación, entonces tu que hacías ahí? 

—Pensé que estaba ahí, pero no.  

—¿Sabes que te buscarás un problema si te descubren entrando a la habitación de una chica sin su permiso?  

—Pero tu no le dirás a nadie, ¿verdad?  

Tuerce los ojos y luego da un suspiro lleno de consternación.  

—Vi a Neefar y a Rauzet saliendo de la cocina, deberías buscarla en el toldo del festín, juraría que iban hacia allá.  

—Bien —llevo mis manos a sus hombros—, gracias amigo.  

—Neefar es una buena mujer —de repente se sonríe—, estoy seguro que estará mejor contigo.  

Salgo corriendo a toda velocidad por los pasillos del Dominio Élite, cada segundo que pasa es un minuto menos en nuestro futuro, ese «Nosotros» se hace cada vez más pequeño en mi mente, y empiezo sentir aquel dolor que provoca un corazón que va desmoronarse poco a poco, él pobre no está listo para un nuevo desamor, uno que de seguro podría ser peor que el anterior. 

Llego a la tolda y empiezo a buscarla entre la multitud, hay muchos Mikadeanos aquí dentro, en especial frente al buffet, ya varios están disfrutando del festín, en mano llevan su platillos seccionado para cada tipo de comida, otros simplemente beben de los mejores néctares que hasta ahora se han encontrado en Tiakam; ya mis ojos han dado con mi padre, con Kimku, Handul, Klea, y hasta una solitaria y deprimente Ashtaria. La luz de las lámparas de piedra son muy débil como para enfocarme en los rostros distantes, trato de encontrar aquella larga cabellera que normalmente es atada por un lazo negro, y hasta agudizo mi oídos para poder distinguir su voz entre todas esas platicas, pero no la encuentro. 

«Neefar, ni maldiciéndome con una ceguera podrás ocultarte de mí». 

Por fin la he encontrado, es raro que la luz de esos ojos neones pudiese ocultarse de mí en medio de la oscuridad de la noche, Neefar está platicando muy sonriente con Rauzet, y eso me desquicia aún más.  

—¿A dónde vas, hijo? —mi padre detiene mis pasos al posar su mano sobre mi hombro.  

—Padre… —doy media vuelta y trato de sonreírle.  

—Deberías ir a buscar tu platillo antes de que te quedes sin nada, los frutos de Tiakam son exquisitos.  

—Yo… —volteo a ver a Neefar.  

—Neefar se ve espectacular con ese celestes neón en sus ojos, ¿verdad? —mi padre también la está observando—. El primer reporte que llegó a Mikadea fue una disculpa por parte de Ashtaria, y en él me contaba como puso en peligro toda la misión y como Neefar logró salvar a todos.  

Mis ojos vuelven a encontrar a Ashtaria.  

—La decisión de Ashtaria fue lo que nos libró de los Crooler.  

—Ashtaria puede ser un poco impulsiva y hasta ansiosa, muchas veces sus miedos le hacen cometer errores…, pero es una gran mujer, la mayor parte de sus decisiones siempre han sido tomada pensando en los demás, excepto aquella vez, ella necesitaba hacerlo, solo la venganza podría hacerla sentir mejor.  

Es cierto, siempre que pueda resolver problemas lo intentará sin involucrar a los demás, así es ella, cree que solo ella puede arriesgarse por sus seres queridos.  

—Padre, ¿me harías un favor?  

—Sí, claro.  

—Ve y hazle compañía a Ashtaria, yo necesito tratar un tema con Neefar.  

—Bien —me sonríe y luego se va hacia donde está Ashtaria.  

Desde el otro lado de la tolda empiezan a llegar los músicos junto con varios instrumentos que fueron creados con la madera de Tiakam, dentro de poco inicia el baile, y yo necesito hablar con Neefar antes de que las cuerdas de los instrumentos emitan sus primeros sonidos. Al ir llegando, sus ojos se encuentran con los míos, con nerviosismo me ven llegar hasta donde están ambos. 

—Neefar, hablemos. 

—Ehmmm…—fija los ojos en su acompañante—, Rauzet, hablamos más tarde. 

—Desde luego, les dejo solo —el chico me sonríe con amabilidad y luego se retiran. 

Tomo a Neefar de las mano y la jalo conmigo, la llevo a las afueras de la tolda ya que aquí fuera no es tan ruidoso, aquí podemos hablar sin problema. 

Levanto la mirada hacia las estrellas y tomo aire para intentar relajarme. 

—¡¡Me enloqueces!! —grito furioso.  

—¡¿Qué?! 

—Neefar —con mis manos sostengo sus mejillas—, verte con ese «Don perfección», me mortifica. 

—¿Te refieres a Rauzet? 

—¡Sí, y no quiero que sonrías frente a él, ni que al verlo te sonrojes, no quiero que te sientas a gusto a su lado! 

Neefar se libra de mis manos con mucha rudeza. 

—No trates de controlarme de esa forma, no me diga con quienes puedo hablar y con quienes no… ¡No me limites!  

—¡¡Es tu ex!!  

—¡¿Vamos a hablar de nuestros ex?!... ¡Fuiste tú quien se escabulló junto con Ashtaria! 

—¡Necesitaba explicaciones! 

—¡¿De qué?! 

—De mi muerte… 

—N-No entiendo… 

—Ashtaria ha mentido a todos referente a mi muerte, y me hizo ocultar esa verdad, y yo no quería, quería que todos supieran que mi hermano es un peligroso asesino, que no merece la corona.  

—¿Handul? —se ve muy impactada.  

—Handul fue quien me mató, y no solo eso, también amenazó a Ashtaria con matar a toda la élite si llegaba a hablar, por tal razón ella ha estado mintiendo. 

—Lo que dices es muy delicado, Kiharu… 

Empecé a explicarle la historia de como mi hermano ha matado a cada pretendiente de Ashtaria, como ella a fingido amarlo solo para proteger a los demás, le conté de aquel último enfrentamiento con mi hermano y de como no dudó en matarme. 

—Debemos hacer algo pronto, Kiharu. Tu hermano es aun más peligroso con ese poder. 

—Es lo que más temo —juego con las puntas de sus largos risos—, Handul iría primero por tu cabeza, y yo no puedo ponerte en peligro. Así que primero debemos crear un plan, investigar como puedo recuperar mi poder sin matarlo.  

—No sé como volveré a ver a la cara a Handul —se ve furiosa—, podría golpearlo por tal traición.  

—No, procura que Handul no note que lo sabes todo, sigue tratándolo con normalidad. 

—Está difícil… 

—Lo sé 

Sin decir más nada ambos regresamos a la tolda, no me atreví a preguntarle sobre sus sentimientos por Rautzel, pues siento miedo a su respuesta. Sé que todo estará bien después del baile, luego de que acepte mi mano será solo mía, y no habrá nada ni nadie que me separe de ella. 

Luego de probar el banquete nos reunimos con Brawn y Klea, esto dos últimamente están muy juntos, presiento que algo podría estar empezando entre ambos, se ven tan bien juntos, hacen una linda pareja, y yo me siento feliz por ambos, por todo, por fin puedo disfrutar del lugar, me siento libre de preocupaciones, Neefar está a mi lado y no está con aquel desgraciado; desde aquí lo puedo ver, no pierde de vista a Neefar, y yo no pretendo dejarla sola. 

De repente, la música ceremonial empieza a sonar, suave, natural, y relajante, así es el sonido que disfrutamos en Mikadea, es tan mágica que hasta sientes fluir cada sonido dentro de las venas, como agua cayendo entre las rocas, es estimulante y provoca querer moverse con ella. 

Varios Mikadeanos se detienen frente a sus intereses amorosos, le extienden sus manos y le invitan a bailar, cierran sus ojos y esperan por su respuesta, y mientras lo hacen otros más se le proponen a la misma persona, quien deberá elegir con quien quedarse. Las respuestas llegarán cuando empiecen a sonar unos acordes que son especialmente para la ocasión, antes de que esos acordes musicales se detengan deberán haber recibido la mano de aquel amor, sino se entenderá como un rechazo. 

Es mi momento, es ahora cuando debo pararme frente a Neefar…, pero antes, Rautzel se me adelanta, le extiende su mano y cierra sus ojos esperando su respuesta. Todos observar tal momento con mucha sorpresa y de inmediato se emocionan tanto que hasta gritan antes tal suceso, no siempre alguien se le propone a una élite, y Neefar se ve muy nerviosa, y yo…, no se si ella aún siente algo por él…, no sé por qué nunca me habló de él, ¿por qué lo ocultó todo este tiempo? 

No, no puedo dudar de sus sentimientos, yo… no me permitiré perderla. Así que me paro frente a ella, y mientras conecto con sus hermosos ojos le extiendo mi mano derecha, doy un gran respiro, le regalo una sonrisa y luego cierro mis ojos, esto ocasiona más alboroto entre los espectadores.  

Con mis ojos cerrados, con mi corazón latiendo de manera exagerada y con aquel público escandaloso de fondo, espero a que llegue aquel momento exacto de la música en el que Neefar deberá decidir entre Rautzel y yo. 

Estoy aquí, confiando en ti… 

Confío en que tomarás mi mano... 

Confío en que tu amor siempre ha sido para algo eterno. 

Los espectadores hacen un escándalo aún más grande, alguien muy impórtate debe estar extendiendo su mano, de seguro es algún otro miembro de la élite, podría jurar que se trata de Handul, pero creo que entre él y Ashtaria ya no hay nada, y no creo que Handul esté interesado en alguna otra mujer.  

Entonces es cuando llega el momento más esperado, la suave música llega a singulares sonidos arenosos, como si el cielo se llenara de estrellas fugaces, sonidos que roban sonrisas y que son capaces de engrandecer cualquier sentimiento de amor. 

La música avanza y mi mano aún no es sostenida por Neefar… 

«¿Por qué demoras tanto en responder, Neefar? Me duele que te resulte difícil decidir entre nosotros».  
 




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