Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

68. Baile ceremonial

Aquella relajante música no ayuda a calmar mi desesperación, y el escandalo abatible de los espectadores hace que mi ansiedad aumente con descontrol, quiero que Neefar tome mi mano, quiero que al abrir mis ojos su sonrisa esté esperando por mí. Por lo menos estoy seguro que ella tampoco ha aceptado la mano de Rauzet, porque si fuese lo contrario, inmediatamente se hubiese formado tremendo alboroto. 

«¿Qué es lo que estás pensado, Neefar?... ¿Qué te impide tomar mi mano?». 

Antes de que su mano tocara la mía, yo ya sentía su calor, al sentir sus dedos sobre la palma de mi mano, abrí mis ojos y pude conectar al instante con su mirada, ella me está sonriendo, aquella sonrisa se traduce como un «te acepto», y yo le respondo con una que me es difícil describir. Entonces toda la tolda se estremece por el escándalo de los espectadores, mi padre se acerca hacia Neefar y en su mano izquierda pone una argolla ceremonial que deberá prensar sobre su labio inferior.  

Esta es toda la felicidad que me hacía falta…, ahora Neefar es solo mía, y será así para siempre.  

—¿Por qué demoraste tanto en tomar mi mano? —le susurro.  

—Porque Handul nos sorprendió a todos… —volteo la mirada y de inmediato me percato de que Handul también ha extendiendo su mano, y al ver que le estoy observando me sonríe de medio lado… Un momento… ¿Ashtaria?... Esto no puede ser cierto—. Se supone que Ashtaria conoce la maldad de Handul… Dime, Kiharu ¡¡¿Por qué le ha aceptado la mano?!!  

«Ashtaria… ¿Qué has hecho?» 

Mi padre va hacia donde está Handul, toma la mano de Ashtaria y en ella deja una argolla ceremonial. Mi padre le sonríe sin prejuicios, él les ha aceptado y hasta les ha bendecido besando su frentes… Y es que esto es aún mas grande que cualquier otra proposición, pues se trata del futuro rey de Mikadea, y a partir de ahora, muchos verán a Ashtaria como la futura reina de todo Mikadea.  

—Neefar, mírame —trato que su mirada se concentre en mí—, este es nuestro momento, no permitamos que Handul ni nadie nos lo arruine, ¿Ok?  

—Ok —dice mientras se sonríe.  

Aquellos acordes terminan para dar continuidad con la ceremonia, ahora en lo que resta de la música transcurrirá un juego de nombres, el nombre de nuestro primer hijo.  

Neefar se pone la argolla ceremonial sobre su labio inferior, en ella guinda una pequeña pluma plateada que normalmente ha pertenecido a la cola de un Phoenix pichón. El juego consiste en desprender la pluma usando solo mis labios y sin ejercer la fuerza física, si logro hacerlo antes de que la música termine, yo elegiré el nombre de nuestro primer hijo, si Neefar logra conservar la pluma hasta el final de la música, entonces es ella quien gane el derecho.  

La música llega a unas notas bajas, es tanta la suavidad del sonido que hasta se siente casi imperceptible al oído, todas las parejas vamos tomadas del brazo hacia el centro de área ceremonial, nos paramos frente a frente, con delicadeza levantamos las manos a la altura de nuestros hombros, y luego juntamos las puntas de nuestros dedos como símbolo de la unión a través del tiempo: cada dedo nos representa en el pasado, presente y futuro, al juntar nuestros meñiques nos unimos en amor desde nuestra niñez, nos hace entender que desde pequeños estuvimos amarrados a un amor que era ignorado por la inocencia de dos niños; nuestros anulares nos representan en la adolescencia, aquel enredo en nuestras mentes era tanto, que no nos permitía precisar sobre aquel amor que aguardaba para nosotros; los dedos del medio nos une en la juventud, en nuestro presente, cuando por fin deducimos todo lo que el amor estaba haciendo con nosotros; los índice nos simboliza en la vida adulta, el futuro próximo en el que estaremos junto; y los pulgares nos une eternamente hasta nuestra vejez.  

Las notas musicales se levantan con gran entusiasmos, azotan en la piel como fuerte briza costera, las puntas de mis dedos descienden sobre los de ella, bajan por palma de sus manos y continúan deslizándose al pasar sobre sus muñecas; mis dedos se pasean por todo su brazo, de extremo a extremo y sin hacer la mínima fuerza sobre su piel, ya que este es un baile de extrema delicadeza, la seductora música nos mueve a su ritmo, nos balancea de un lado a otro, y mientras intento distraerla con mis caricias, trato de robar la pluma que guinda de su argolla, pero es difícil, ella tiene una gran agilidad.  

—No te la voy a poner fácil —me dice en voz baja, mientras sonríe con coquetería—. Yo también tengo un nombre que quiero para mi primer hijo. 

El recorrido de mis dedos llega a sus hombros y luego con mis caricias alcanzo la parte alta de la espalda, con un brazo rodeo su cintura y con la otra aparto el cabello que cae sobre su cuello, para así finalmente acercar mis labios a su oreja.  

—¿Qué nombre tienes es mente? 

Neefar se da media vuelta y luego acicala mi cabello entre sus dedos.  

—Estoy segura que es una niña, quiero que su nombre sea Dannazi.  

—¿Y si es un varón? 

—Si es un varón, me gustaría nombrarlo Dan. 

—Me gustan los nombres —digo sonriéndole.  

Aprovecho la desconcentración de Neefar e intento arrancarle la pluma, pero vuelvo a fallar, solo me queda contemplar su sonrisa victoriosa mientras pasa sus dedos desde la parte baja de mi oreja hasta la barbilla. 

La música avanza atribuyéndome una pronta derrota frente a Neefar, es muy poco el tiempo que me queda para poder ganar este baile, así que necesito hacer algo rápido. Si sigo intentado de que hablar creo que tal vez podría distraerla lo suficiente, sí, eso haré; pero antes, mis ojos encuentran a Ashtaria y a Handul, quienes obviamente nos acompañan en el centro del área ceremonial, me preocupa aquel rostro amargo de Ashtaria, la veo bailar con Handul, y creo que no soy el único en percatarse de que ellos no parecen disfrutarlo, y que se lo han tomado muy personal. Ashtaria evade cada intento de Handul, se ve muy concentrada, en definitiva está decidida a no perder frente a mi hermano, que no le dará el gusto de elegir el nombre de su primer hijo.  

—Neefar, no comprendo a Ashtaria. ¿Crees que Handul ha vuelto a amenazarla?  

—Es lo más probable.  

—Tenemos que encargarnos de Handul lo antes posible, antes de que termine usando el poder para otros fines malévolo.  

—¿Crees que Ashtaria llegue a darle un hijo a Handul? —Neefar se ve muy preocupada—. Handul parece controlar su vida.  

—Handul está enfermo, se aferra a Ashtaria aún sabiendo que ella no lo ama.  

—¿A quién crees que ame?  

—¿A ella misma?  

—¿Y si te ama?... ¿Y si te ha mentido todo este tiempo?  

—Sentiría mucha pena por ella —llevo mis dedos a su mejilla y la acaricio—, porque ahora es a ti a quien amo, mi bella Neefar.  

De pronto la música se escucha algo pausada, esta es el ritmo que alerta a todos de la finalización del evento, la música está a diez segundos de terminar, al parecer me he distraído con mi propia estrategia, perdí mucho tiempo preocupado por Ashtaria, me desconcentré por completo.  

En un último intento, mis labios se lanzan sobre los de Neefar, pero ella retrocede y voltea la mirada tratando de proteger la pluma que guinda de la argolla , vuelvo a abalanzar hacia sus labios y ella, con mucha astucia, se da la vuelta, y así mi labios quedan sumergidos entre sus plateados risos.  

La música llega a sus últimos acordes para dar fin al baile, ha terminado el juego, y al igual que mi hermano, soy uno de los perdedores; pero eso no me impide sonreír, pues es la única derrota que no desluce mi felicidad, hoy celebro por que he podido concretar un futuro con el amor de mi vida. Ella voltea a verme e inmediatamente me da un fuerte abrazo, yo le respondo de la misma forma, luego sus ojos conectan con los mío, y seguido le doy un beso bajo las miradas y los aplausos de todos los espectadores, este es un día muy especial ya que ahora no solo se celebra la llegada de mi padre, también el compromiso de los dos príncipes de Mikadea.  

«Ashtaria, intentas simular una alegría que jamás podrá pertenecerte si estás con Handul».  

Jamás dejaré de preocuparme por Ashtaria, porque ella siempre ha sido parte de mi familia, y me acostumbre a sobreprotegerla. Es algo que ha empezado a entender Neefar, y es que no estaremos tranquilos hasta que Handul pague por sus crímenes, hasta que Ashtaria esté libre de peligro.  

Sujeto la mano de Neefar y la jalo conmigo para sacarla del centro del área ceremonial, mientras vamos caminando entre la multitud, muchas personas nos felicitan y nos dan sus buenos deseos. Al salir de la tolda la brisa fría de la noche refresca nuestros rostros.  

—¿A dónde vamos? —me pregunta luego de notar que, desde mi brazalete, he enviado la ubicación actual para traer mi nave.  

Volteo la mirada y al verla tan intrigada se me hace inevitable sonreírme: 

—Vamos a nuestro lugar favorito.  
 




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