Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

69. Amarte para siempre

Este es nuestro lugar, su hermosura se iguala tanto en la noche como en el día, pero mi momento preferido es cuando Tiakam nos oculta de la ardiente estrella, cuando, entre la oscuridad, los pequeños seres lumínicos destellan por todas partes y nos hace sentir gigantes es un universo de estrellas doradas. 

Esta es nuestra porción de la naturaleza, y si no resultase así, por lo menos me aseguraré que lo sea para ella, mi hermosa Neefar, el brillo sobrenatural de sus ojos sobresalen de entre todas las luces, su sonrisa agita con rudeza dentro de mi pecho, y ahora que puedo mantener mis manos sobre sus mejillas, puedo sentir como nuestro calor se mescla, se hace más sofocante y más húmeda la piel.  

—Ojala y pudiera regresar al pasado y emendar mi ceguera, me hubiera gustado encontrarnos así desde antes —le digo, mientras acaricio sus mejillas.  

Ella me muestra una sonrisa enternecedora y una mirada curiosa.  

—Dime, Kiharu. Si pudieras volver a un punto del pasado y borrar una parte de tu vida, ¿Desde dónde sería? —me pregunta mientras rodea mi cuello con sus brazos.  

—Aquel día en la academia, después de que te conocí, lo borraría todo, menos a ti.  

Un beso sin previo aviso se estrella en mis labios, solo ella con su forma de besar logra que me sepa a gloria, me resguarda en un romance seguro y jamás doliente; en definitiva, es un privilegio ser amado por ella.  

—Y entonces, ¿Qué tenias pensado? ¿Qué hacemos aquí? —esa mirada llena de erotismo me prende por completo.  

—Sé que sabes la respuesta —le doy un pequeño beso y luego continúo diciendo—, pasaremos la noche aquí. Quiero que este día sea especial hasta en su último segundo, quiero que amanezcamos aquí.  

—Wow…, ¿Dormiremos en el césped? —se ve algo insegura.  

—No, amor —saco cuatro estacas de metal para armar una nanocarpas—, vamos a dormir dentro de una carpa.  

Su amplia sonrisa me deja claro que le fascina la idea, así que rápidamente entierro las cuatro estacas sobre el suelo de Tiakam y luego activo las nanopartículas. Poco a poco van levantándose barras de alambres que emergen de las estacas, estas se juntan entre sí formando una especie de cubo tan alto como nosotros. Completada la estructura, empieza a tejerse las fibras de tela y plástico, incluso se va formando la cama inflable que está incorporada dentro. Me siento muy emocionado, esta será una de muchas noches que dormiremos juntos, pero al ser la primera como parejas eternas, deberá ser especial. 

Neefar entra a la nanocarpa y yo le sigo atrás, la veo acomodarse sobre el colchón, dándome espacio para acostarme a su lado. 

—¿Estás cómoda? —le pregunto luego de acostarme. 

—Esto es mejor que estar cómoda —dice mientras recuesta su cabeza sobre mis hombros, mientras ambos nos abrazamos y nos acurrucamos empiernados. 

Con mi brazo rodeo sobre su cintura y, mientras somos partícipes de una inevitable sonrisa, juntamos nuestras frentes, haciendo que nuestra respiración choque tras su encuentro, provocando que la calidez que hay entre ambos aumente; entonces es cuando decido desactivar mi nanotraje, animándola a hacer lo mismo; de pronto aquí dentro se está poniendo muy caliente, la excitación se hace presente.  

Mis dedos rebuscan tras su espalda el escondido zipper de su nanotraje, y al encontrarlo lo bajan por completo. Neefar no pierde la oportunidad para abrazarme, puedo sentir la firmeza en sus dedos, y lo suave que se sienten sus piel sobre mi cuerpo.  

«Neefar, llegaste y me abrazaste tan fuerte, que hasta lograste juntar todas las partes rotas de mi corazón».  

Las palmas de mis manos empiezan a sentir la curvatura de su desnuda espalda, a un lado de la cama y sobre el suelo están regados nuestro nanotrajes; la tengo debajo de mí, ella estira su brazo y alcanza el control de la nanocarpa y con él hace cambios en el diseño de la parte superior, de repente el techo de la carpa se transforma en un plástico transparente, permitiendo que las estrellas se reflejen en sus ojos y en aquel iris dinámico lleno de vida; me enloquece aquella sonrisa que se dibuja en sus rojo y gruesos labios, tan jugosos y exquisitos, como fruta nacida de un mundo celestial, me hacen perder el control y sin una pisca de retención me lanzo sobre ellos y los muerdo suavemente, y mientras la beso, ella trata de no tocarme con las palmas de sus manos para evitar crear puntos gravitatorios sobre mi cuerpo. 

Esta noche le haré el amor sin usar la fuerza del poder de Zen, y eso me tiene un poco preocupado, pues ella si tiene el poder de Ran y por tal razon tiene más alcance que yo. ¿Podré hacerla sentir bien? ¿Lograré llevarla hasta el climax? Temo no cumplir con sus expectativas. 

—Ey, te veo algo pensativo —dice luego de aquel beso—. ¿Pasa algo? 

—Tranquila, estoy perfectamente —enseguida vuelvo a besarla. 

El amor entre ambos se convierte en fricción y besos, el calor dentro de la carpa se hace más intenso, logrando que nuestros cuerpos se empapen en sudor. Neefar cierra sus ojos, aprieta su mandíbula y sonríe de satisfacción, clara expresión de lo mucho que lo está disfrutando, en ciertos momentos intenta agarrarse de mi espalda pero se limita, ella no se atreve a tocar mi cuerpo, lo más seguro es que sea porque ya no soy tan fuerte.  
De repente el colchón inflable explota bajo nosotros y ambos caemos sobre el suelo, cosa que no debería pasar debido a la resistencia de aquellas nanopartículas. 

—¡¿Qué paso?! —me detengo con mi respiración agitada—. ¿Estás bien? 

—Sí —se sonríe apenada—, es mi culpa. Mis manos se agarraron del colchón y por eso explotó… 

—Vaya… procura esta vez no agarrarme el trasero.  

—Es difícil reprimir tal deseo —sonríe algo coqueta.  

Sin darle más importancia al inconveniente, continuamos haciendo el amor sobre la dureza del suelo, pues era mucha la calentura, éramos una necesidad sumamente antigua que solo se solventaba con cada arremetida, ni el fin del mundo podría detenernos, ni nada nos haría olvidarlo, pues resulta que esta es la mejor noche en mi vida, estoy con la mujer que amo y que me hace sentir amado; y es que todo se está dando tan perfecto, ambos supimos controlarnos, logré que Neefar llegara al punto más alto de la excitación, y yo le seguí después. 

Y así los días en Tiakam pasaron, las próximas acostadas las dimos en nuestra habitación, ahora que ambos estamos viviendo juntos, todos los días despierto sonriente porque ella está a mi lado, mi amada Neefar, es tan fácil quedarme para siempre con ella, su hermosura es adictiva para mis ojos.  

Tiakam a completado dos orbitas alrededor de su estrella, lo que equivale a 200 eclipses en Mikadea, nos restan solo diez orbitas de Tiakam para poder cumplir con el mínimo de oro requerido, y las excavaciones en las minas continúan muy lento como para poder cumplir con nuestro plan de salvación. Los mineros siguen con nosotros, les hemos reducido las horas de trabajo en un 50%, ya que esa fue la última orden que dio mi padre antes de retirarse de Tiakam, lo ordenó aún sabiendo que nos atrasaría demasiado, lo vi en su rostro, su última expresión facial reflejaba la probabilidad de no lograr la salvación para su pueblo, se fue muy preocupado, y y como su heredero ha estado muy ocupado perdiendose haciendo quien sabe que, soy yo quien empieza a buscar otras opciones para agilizar la minería.  

—Odio este maldito clima —me digo, aquí bajo el cielo gris de Tiakam, y sobre la colina que está a un lado del asentamiento, estoy sintiendo unas pequeñas gotas de lluvias caer sobre mí.  

—¡Kiharu! —tras mi espalda escucho la voz de Ashtaria. 

—¿Qué pasa? —le pregunto mientras la veo correr frente a mi, su rostro luce preocupante.  

—Acaba de llegar un mensaje desde Mikadea…, es del Gran Halu.  

—¿Q-Qué dice mi padre? —titubeo en medio de mi nerviosismo.  

—Al parecer ha enfermado, y pidió el regreso inmediato de Handul.  

—Mi padre debe estar muy mal… —estoy perplejo, mi corazón late muy fuerte—, sino ¿por qué llamaría a Handul?  

Los ojos de Ashtaria están cristalizados, es evidente sus ganas de llorar.  

—De seguro le han llamado para prepararlo para su ascenso al trono —ha dejado caer una lagrima.  

«Padre, tu nos enseñaste todo lo que somos, nos hiciste Mikadeanos fuerte, capaces de enfrentar cualquier cosa… ¿Cómo deberíamos enfrentar esta incertidumbre de no saber si estarás bien? Estás muy lejos, papá»  
 




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