Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

70. Una dulce visita con sabor a té.

Un cielo rebelde pareciera grita enfadado al dejar caer la lluvia sobre del primer asentamiento, el pronóstico de Ashtaria fue muy certero, antes de que callera el torrencial contacté a Foxer para que detuviera el trabajo en las minas hasta que el clima mejorara. La brisa húmeda no es lo único refrescante del día, desde la puerta del Dominio Élite varios del equipo vemos partir a Handul; su modo ataque lleva activado, y con las nanopartículas de su traje ha creado sobre su cabeza una plancha metálica que cubre su cuerpo de la lluvia, solo sus botas se mojan con cada paso que da sobre los charcos de lluvia, solo su partida da un respiro a las personas que realmente le conocemos.

 

—Ojala y nunca regrese —Ashtaria está a un lado mío—, haría cualquier cosa con tal de no ver más ese estúpido rostro —se ve asqueada y enfadada.

 

—Lamento que tengas que pasar por todo esto. Me hubiera gustado llevarte conmigo para que trabajaras en el nuevo asentamiento.

 

—Pero era imposible, siendo la legítima mujer de Handul, me toca aguantar este martirio diario. 0Cada vez que estamos cerca es una pelea... Últimamente me discute para que le de un hijo, Handul quiere que active mi fertilidad.

 

—Si no quieres, no permita que te obligue.

 

—Ya se lo he dejado claro, antes preferiría estar muerta —da un suspiro y continúa—;el problema es que sus amenazas no van en contra mía, sino contra las personas que quiero.

 

Todo este tiempo he tratado de averiguar más sobre estos singulares poderes, hace años envié una orden a Mikadea para que se investigara en los más antiguos y extraños textos; incluso Neefar a intentando contactar con Ran para solicitar de su ayuda, pero de nada ha servido, no hay información y Ran no acude a los llamados.

 

—Te confieso que hubo una noche en que intenté matarlo mientras dormía —dice en un tono frívolo—, pero esta maldita nobleza me lo impide, no puedo matar al hijo del Mikadeano que me crio y me dio una familia.

 

—Si pudiera lo hiciera, pero si pierdo la batalla también sentenciaría a Neefar, y no quiero meterla en este problema.

 

Handul es abducido por la nave que le llevará a Mikadea, es una nave para poca tripulación y por tal razón es más ligera y más rápida que la nave nodriza, en pocos días estaría llegando a su planeta natal.

 

Ahora que Handul no estará aquí, seré yo quien tome el mando frente a ambos asentamientos, es ahora cuando podré levantar mi voz y ordenar sin ser menospreciado por mi hermano; pero antes, necesito descubrir que ha estado ocultando todo este tiempo, desde que se inauguró el nuevo asentamiento no he podido estar al tanto de sus movimientos. Según Ashtaria, Handul se pierde cada ciertas horas del día, y solo antes de finalizar la jornada regresa a patrullar las minas. Es difícil saber que está haciendo, él estando aquí y yo controlando el otro lado del mundo, solo tengo a Ashtaria en este asentamiento, y siendo solo ella se le ha hecho difícil, dice que Handul siempre ha predicho sus movimientos, cada vez que ella planeaba ir a seguirle, él ya lo sabía.

 

Luego de que la nave de Handul se perdiera por el cielo, regresamos al interior del Dominio Élite a esperar que el clima mejore para retomar el trabajo. Por mientras, vuelvo a mi antigua habitación, de seguro le hace falta un poco e3 limpieza, después de todo, he estado fuera de este asentamiento por más de un año.

 

—¿Vas a descansar un rato? —tras mis pasos viene Ashtaria.

 

Me detengo frente a la puerta de mi habitación y volteo a verla para responderle.

 

—Sí, no he podido dormir desde que llegué aquí.

 

—¿Qué tienes?... ¿Pesadillas, insomnios?

 

Me da vergüenza contarle, y el silencio entre ambos agrega aun más intriga a la conversación.

 

—T-Trata de Handul.

 

—Handul ya no está aquí, así que quédate tranquilo y duerme un rato.

 

—Lo sé, aún así me perturba…, y Neefar no está aquí para socorrerme, sus tés siempre me han relajado y son los que me hacen dormir, pero ahora que ella no está me resulta difícil.

 

Es inevitable dejar de pensar en Neefar, su sonrisa se plasma en mis recuerdos y hasta hay veces me parece escuchar su voz. Apenas a pasado un día desde que la dejé en el nuevo asentamiento y ya la estoy extrañando, desde que nos unimos nunca hemos estado tanto tiempo separados.

 

—Puedo hacer té para ti, tal vez no sea tan bueno como el de Neefar, pero puedo intentarlo.

 

—Nunca he probado algo preparado por ti —le abro la puerta de mi habitación mientras le sonrío.

 

—Claro, en el palacio todo lo hacían los sirvientes —responde mientras entra a mi habitación—. Competir contra ellos era imposible, sus platillos eran tan perfectos, que para mi era vergonzoso intentar superarlo.

 

Ambos entramos a la cocina, ella busca entre las gavetas un recipiente para hervir el agua y yo me siento en la silla que está en la mesa de al lado.

 

—En aquellos tiempos hubiera comido cualquier cosa que fuese preparado por ti, aún si estuviera un sabor horrible, no importaba, yo lo hubiera comido… ¿Lo sabes, verdad?

 

—Lo sé… —responde mientras prepara el agua caliente, mientras agacha su mirada sonrojada y trata de reprimir una sonrisa, claramente yo la puedo notar, porque la conozco bien—, pero ya estamos algo tarde y hasta es inapropiado pensar en el pasado, porque estamos casados…, no lo digo por Handul, para mí tu hermano me vale un cero a la izquierda, pero Neefar merece respeto de ambos.

 

—Amo a Neefar, respetarla es lo que siempre he estado haciendo —digo de manera contundente—. Eso no significa que me arrepienta de haberme enamorado de ti, Ashtaria. Todos esos sentimientos han quedado atrás como lindos recuerdos… Y tranquila, ya no duele —Ashtaria voltea a verme para escucharme decirle—, aprendí a superarte de la mejor forma.




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