Este es nuestro lugar, su belleza es igualmente impresionante tanto de día como de noche, pero mi momento favorito es cuando Tiakam nos oculta de la ardiente estrella. En la oscuridad, los pequeños destellos lumínicos emergen por todas partes, creando la ilusión de un universo lleno de estrellas doradas flotando a nuestro alrededor, haciéndonos sentir como si fuéramos gigantes en medio de este cielo nocturno.
Mientras caminamos de la mano sobre el campo floreado, el suave crujido de las flores bajo nuestros pasos se mezcla con la melodía de la música ceremonial que aún resuena a lo lejos. El paisaje nocturno está bañado en un resplandor tenue, iluminado por las luces de la luna que destacan la elegancia de nuestros trajes ceremoniales. El vestido de Neefar, con sus tonos azul profundo y plateado, se mueve con gracia a cada paso, mientras mi esmoquin negro con detalles plateados resalta con sofisticación bajo el brillo de la noche.
Este rincón de la naturaleza es nuestro, y si no lo es, me aseguraría de que lo sea para ella. El brillo sobrenatural de los ojos de Neefar destaca entre todas las luces, y su sonrisa agita con fuerza mi pecho. Ahora que tengo mis manos sobre sus mejillas, siento cómo nuestro calor se entrelaza, haciéndose más intenso, más cálido y húmedo.
—Ojalá pudiera regresar al pasado y emendar mi ceguera, me hubiera gustado encontrarnos así desde antes —le digo, mientras acaricio sus mejillas.
Ella me muestra una sonrisa enternecedora y una mirada curiosa.
—Dime, Kiharu. Si pudieras volver a un punto del pasado y borrar una parte de tu vida, ¿desde dónde sería? —me pregunta mientras rodea mi cuello con sus brazos.
—Aquel día en el centro de aprendizaje, después de que te conocí, lo borraría todo, menos a ti.
Un beso sin previo aviso se estrella en mis labios, y solo ella, con su forma de besar, logra que me sepa a gloria, me resguarda en un romance seguro y jamás doliente; en definitiva, es un privilegio ser amado por ella.
—Y entonces, ¿qué tenías pensado? ¿Qué hacemos aquí? —esa mirada llena de erotismo me prende por completo.
—Sé que sabes la respuesta —le doy un pequeño beso y luego continúo diciendo—, pasaremos la noche aquí. Quiero que este día sea especial hasta en su último segundo, quiero que amanezcamos aquí.
—Wow… ¿Dormiremos en el césped? —se ve algo insegura.
—No, amor —de uno de los bolsillos de mi traje saco un pequeño bloque de nanopartículas que me permitirá armar la nanocarpa—, vamos a dormir dentro de una carpa.
Su amplia sonrisa revela lo encantada que está con la idea, así que me apresuro a activar el cubo de nanopartículas. Al instante, el cubo comienza a desplegar cuatro estacas que clavo firmemente en el suelo de Tiakam. Desde cada estaca emergen barras de alambre que se entrelazan, formando una estructura de cubo tan alta como nosotros. Con la estructura completada, las fibras de tela y plástico empiezan a entrelazarse, dando forma a la carpa. La cama inflable incorporada se despliega suavemente en su interior.
Estoy emocionado, sabiendo que esta será una de muchas noches que pasaremos juntos. Pero siendo la primera como parejas eternas, debe ser especialmente memorable.
Neefar entra a la nanocarpa y se acomoda sobre el colchón, dejándome espacio para acostarme a su lado. La imagen de ella allí, rodeada por la suavidad y el confort de nuestra pequeña carpa, hace que mi corazón se hinche de felicidad.
—¿Estás cómoda? —le pregunto después de acomodarme a su lado.
—Esto es mucho más que comodidad —responde, mientras reclina su cabeza sobre mi hombro. Nos abrazamos y nos acurrucamos, entrelazando nuestras piernas.
Con mi brazo rodeando su cintura, nos entregamos a una sonrisa inevitable. Juntamos nuestras frentes, y nuestras respiraciones se encuentran en un contacto tierno y cálido, intensificando el calor entre nosotros. Decido desactivar mi nanotraje, animándola a hacer lo mismo. La temperatura dentro de la carpa comienza a elevarse, y la excitación se siente intensamente.
Mis dedos exploran con cuidado la espalda de Neefar en busca del oculto zipper de su nanotraje. Al encontrarlo, lo bajo suavemente, despojándola del traje. Neefar aprovecha la oportunidad para abrazarme, y siento la firmeza y suavidad de su piel contra la mía.
«Neefar, llegaste y me abrazaste tan fuerte, que hasta lograste juntar todas las partes rotas de mi corazón».
Mis manos recorren la curvatura de su espalda desnuda, y nuestros nanotrajes yacen esparcidos a un lado de la cama. Ella se acomoda debajo de mí, y estirando su brazo alcanza el control de la nanocarpa. Con un toque, el techo se transforma en un plástico transparente, revelando un cielo estrellado que refleja en sus ojos un brillo dinámico y lleno de vida. Su sonrisa, iluminada por las estrellas, me enloquece. Sus labios, rojos y gruesos, tan jugosos como fruta celestial, me atraen irresistiblemente. Sin pensarlo, me lanzo sobre ellos y los muerdo suavemente. Mientras beso sus labios, ella intenta evitar tocarme demasiado con las palmas de sus manos, para no crear puntos gravitatorios que alteren nuestro equilibrio.
Esta noche, deseo hacerle el amor sin recurrir a la fuerza de Zen, y eso me inquieta. Sabiendo que ella posee el poder de Ran, me pregunto si podré complacerla y llevarla al clímax. El miedo a no cumplir con sus expectativas me atormenta, pero mi amor por ella me impulsa a intentarlo con todo mi ser.
—Ey, te veo algo pensativo —dice después de aquel beso—. ¿Pasa algo?
—Tranquila, estoy perfectamente —le respondo, y vuelvo a besarla, sin dejar que la duda interrumpa nuestro momento.
El amor entre nosotros se manifiesta en fricción y besos apasionados, y el calor dentro de la carpa aumenta, haciendo que nuestros cuerpos se empapen en sudor. Neefar cierra los ojos, aprieta la mandíbula y sonríe con satisfacción, una clara muestra de lo mucho que está disfrutando el momento. En algunos instantes, intenta aferrarse a mi espalda, pero se limita, no tiene sus guantes puestos y puede ser muy peligroso.