71. Sacrificios en Tiakam

Hace horas que Ashtaria se levantó de mi cama y salió de mi habitación, luego de aquello que susurro en mi oído he quedado con el sueño espantado y sin poder dormir. No puedo dejar de pensar en el hecho de que todo este tiempo ella me ha amado, sus besos y lo que pudo haber sentido cuando le hacía el amor, todo fue verdadero, yo… fui correspondido.

Ahora comprendo por qué fui rechazado, pues cuando amas a alguien jamás permites que otros le hagan daño, aunque eso signifique dejar ir la oportunidad de ser feliz con la persona que amas, ella decidió ocultar todo lo que siente por mí solo para asegurar mi vida, prefirió no confiar en mi destreza de batalla; y ahora la entiendo, estoy pasando por algo parecido con Neefar, la protejo de Handul, la amo tanto que hasta me da miedo confiar en sus habilidades, por eso he preferido desistir de ir por la cabeza de mi hermano.

La alarma suena y al instante la detengo, hace horas que estoy despierto. Me levanto de la cama, me aseo, desayuno algo en la cocina y antes de salir de la habitación recibo una llamada de Ashtaria, y con esto mi corazón eleva su ritmo cardíaco, no estoy preparado para ver su rostro tan pronto, no se como verle a la cara…

El intercomunicador sigue sonando, no tengo otra opción más que responderle.

—B-Buen día, Ashtaria.

—¿Hola, qué tal?... ¡Wow!, tremendas ojeras… ¿dormiste mal?

—No, no te preocupes, estoy bien, dormí de maravilla —respondo sonriéndole.

—Menos mal… —no se ve muy convencida—. Mira, te llamo porque me gustaría ver un tema contigo, trata sobre los Tiakamitas.

—Tus amigos peludos aún deben temerme.

—Bueno, trata de otra cosa, y me gustaría comentarlo solo contigo… Como sabrás, Polh, Rauzet y Foxer son muy amigos de Handul, y prefiero no hablar de esto frente a ellos.

—Está bien, ¿Dónde nos vemos?

—En la aldea de los Tiakamitas, pero ven sin hacerte notar, no deben saber que estamos ahí.

—Ok, ahí estaré.

La mejor forma de no hacerse notar es llegando por el suelo, no hay nada más llamativo que una nave flotando por los alrededores de una aldea primitiva. Así que me adentro en el bosque con mi nanotraje en modo ataque, con las extremidades metálicas que salen de mi espalda voy limpiando el camino y levantando cualquier obstáculo que se me atraviese, por suerte no me he encontrado con algún ser salvaje que pueda atacarme, aquí solo hay seres alados y algunos inofensivos que saltan entre las ramas.

Al estar próximo a la aldea, logro ver a lo lejos a Ashtaria, esta recostada de hombro sobre el tronco de un arbol, observa a distancia cada movimiento de los Tiakamitas, les espía como si esperara algún evento en particular.

—Ashtaria —le llego tras la espalda hablándole en un tono bajo. Se sorprende tanto que hasta le lleva a una bocanada de aire, rápidamente gira su cuerpo y nos encontramos frente a frente, estamos tan cerca que hasta claramente puedo sentir su fragancia, y frente a mis ojos contemplo como el sol atraviesa los de ella, logrando así que brillen como el oro—, dime…, ¿de que trata todo esto?

Ambos damos un paso atrás para mantener la distancia, esto es tan incomodo... Preferiría no haberla escuchado.

—La aldea ha disminuido su población, cada vez son menos…

Es cierto, hay muy pocos aquí.

—¿Crees que estén enfermando? Puede tratarse de algún virus.

—Ya había pensado en esa posibilidad, así que tomé muestras de sangre de varios Tiakamitas y lo envié con Neefar, ella los analizó y no encontró algo raro, dice que todas las muestras estaban sanas.

—¿Y los cuerpo de los desaparecidos?

—No hay rastros de cuerpos sin vida, he recorrido todo este bosque y sus alrededores, y no he encontrado ni tan siquiera sus huesos.

—Entonces no es que se trate de algún depredador…

Nod, el Tiakamita que tiene el aparato de conexión vocal, ha salido de una de las chozas de la aldea, luego levanta la voz y todos voltean a verle.

—Nod se ha convertido en el lider de la aldea —me comenta Ashtaria—, al ser el único que puede comunicarse con nosotros, le ven como el elegido por los Dioses…, bueno, es lo que me dijo él.

—Aún creen que somos sus Dioses…

—Todos menos tu, ellos dicen que eres una especie de ser malvado.

—No comprendo porque me temen, si yo no les hice nada.

Varios Tiakamitas rodea a Nod, está claro que algo están planeando hacer, algunos se paran frente a Nod mostrando unos rostros agachado y atormentados, tiemblan con pánico, es como si supieran que algo malo podría pasarle pronto. Nod sale del circulo y entonces todos los primitivos empiezan a seguirle.

—¡Vamos, pero con cautela! —me dice en voz baja.

Los Tiakamitas siguen a Nod dentro del espeso bosque, caminan por sobre un sendero bien formado, esto me da a entender que ya llevan buen tiempo tomando esta ruta, una que muchos parecen odiar, a los mortificados se les escucha llorar, es como si fueran obligados a ir, avanzan sobre el sendero como su fueran condenados a la muerte.

—Esta ruta es nueva, no la conocía —me susurra Ashtaria.

—Supongo que este es su nuevo pasatiempo, porque este sendero parece ser muy transitado.

Y de pronto, desde el fondo del bosque empieza a notarse una especie de edificación de enormes piedras, no logro ver mucho, pero lo poco que alcanzo a observar deja claro que esto es algo creado por seres ajenos a este planeta, aquello no es creación de los Tiakamitas.

—Ashtaria… —me detengo y extiendo mi brazo para detener los suyos—. ¿Estás viendo eso?

—Sí, acerquémonos un poco más.

Mientras mas nos vamos acercando, más notamos la forma de aquel monumento, es una especie de pirámide creadas con piedras, no es tan alta, tiene una gran escalinata en el centro, y a los lados unos deslizadero que parecen desembocar sobre un hoyo en el suelo, todo el terreno fue deforestado para esta construcción, esta acción contra la naturaleza no es propia de un Mikadeano.