Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

82. La nueva civilización de Yowta

Esta agonía que siento al no saber nada de ella, intento afinar la visión entre la espesa lluvia, pero ni con la fuerte luz de la nave logro encontrarla, no está en el bosque ni en las colinas, no está en la aldea tiakamita ni tampoco en el área de cultivos, Neefar ha desaparecido, el sistema de transmisión ha dejado de percibirla, es como si ya no estuviese en Tiakam.

 

Presiento que Neefar no está en este planeta, para confirmarlo hago otro llamado desde el sistema de transmisión:

 

—Hola, Yazu.

 

—Kiharu, ¿Cómo estuvo la ceremonia?

 

—Algo complicado, pero nada que se salga de control.

 

—Me lo imagino…

 

—Yazu, ¿has visto algún rumbo inusual con alguna de las naves de la fuerza armada?

 

—Ahora que lo mencionas, los radares de la nave nodriza detectaron a una de las naves de la fuerza armada viajando a alta velocidad rumbo al planeta vecino. Contacté con la Nave y me respondió Neefar, dice que estaba en medio de una misión.

 

—Necesito que revises la ubicación exacta de esa nave.

 

—¿Neefar se ha ido sin tu autorización?

 

—Sí, y necesito dar con ella, pues es peligroso que ande sola en un planeta desconocido.

 

—¡OK!

 

—Yo iré por ella, así que cualquier cosa que pase en Tiakam me lo informas, espero no demorar mucho. Por cierto, comunícale a Ashataria que ya encontramos a Neefar, que yo iré por ella.

 

—OK, yo le informo, no te preocupes.

 

Agrego las coordenadas desde el centro de control de la nave y salgo disparado a la velocidad de la luz rumbo al planeta vecino, donde, según Trox, está la nueva colonia de Yowta. Este viaje me tomará alrededor de 30 minutos, lo que significa que Neefar aún no está pisando aquel planeta.

 

Quedamos en ir al planeta vecino, pero no hoy, Neefar no contuvo su ansiedad y partió para encontrarse con los yowtas. Solo espero que ella se encuentre bien, pues no quiero iniciar una nueva guerra contra otra raza. Y es que comprendo lo que ella intenta hacer, no es que busque una venganza, lo que quiere es más seguridad para cada mikadeano en Tiakam; ya lo habíamos mencionado antes, de seguro Yowta tiene mucha más información referente a aquella nueva raza de Croolers, y nosotros necesitamos saber todo lo que ellos conozcan del enemigo, solo así estaremos más seguros.

 

Desde la distancia puedo apreciar a un punto redondo de tono naranja que a duras penas logra atrapar la luz de su estrella, este punto se va haciendo más grande al pasar minutos de viaje, y al acercarme a su órbita puedo encontrar un mundo no tan radiante como Tiakam, sus pequeños océanos son opacos, algunas zonas de la superficie se ven agrietada debido a la corriente de sus amplios ríos, tiene poca vegetación y su suelo se ve más seco y polvoriento. Desde los sensores que trae incorporada la nave puedo notar que gran parte de la atmosfera del planeta está cubierta por unas congeladas nubes de dióxido de carbono, es algo parecido a Mikadea, incluso la temperatura lo es…, lo que no es compatible es el aire, es mortal respirarlo.

 

La nave entra a la atmosfera del planeta, y con ello la gravedad logra jálame solo un poco, pues no es tan fuerte como la de Tiakam, aun así, necesito activa el sistema antigravitatorio de la nave para poder entrar con suavidad y, al lograr estabilizar la nave bajo el helado cielo, aprecio el paisaje de un enorme desierto, unos cuantos puñados de altas palmas y plantas de troncos gruesos y espinados.

 

Me ha llegado una notificación al sistema de transmisión de la nave, es Yazu, quien de seguro tiene información de Neefar, así que de inmediato tomo la llamada.

 

—Dime, Yazu.

 

—Kiharu, ya tengo la ubicación exacta de Neefar, te mandaré las coordenadas.

 

—Ok, perfecto, gracias.

 

Sobre el tablero de control de la nave aparece proyectada la coordenada de aquella zona del planeta donde se encuentra localizada la nave que se llevó Neefar, no pierdo un segundo en agregar aquella ubicación como destino e inmediatamente la nave sale volando a gran velocidad.

 

De repente, a lo lejos empiezo a divisar unas extrañas edificaciones creadas a partir de piedras negras, mientras más me voy acercando me voy percatando de que algunas de estas arquitecturas tienen la forma de unos rostros mirando hacia el cielo: narices respingadas, cabezas alargadas y algunos que parecen tener un par de cuernos enroscados sobre la cabeza. No es tan moderno, pero eso no le quita lo increíble del lugar, las paredes de los edificios brillan debido a la gran cantidad de piedras preciosas, este planeta debe estar repleto de buenos recursos minerales.

 

«¿Dónde debería de empezar a buscarte, Neefar?».

 

Los Yowtas ya se han percatado de mi presencia, se ven muy impresionados, mas no asustados, no veo alguna intención de ataque en mi contra, viajo hasta la edificación más lúcida y grande que yace en el centro de toda la urbe, desciendo frente a aquel monumento y, luego de convertir mi nanotraje espacial, equiparme con oxígeno y de formar un casco con nanopartículas, activo el sistema de evacuación. Mi cuerpo es transportado por el portal que alumbra bajo la nave.

 

Bajo un gran portón aparece un yowta de arrugas pronunciadas, es igual de calvo y grisáceo que Trox, tiene unos ojos negros y una mirada intimidante; lleva puesta ropa abundante, oscura y de un grueso adecuado para resistir las bajas temperaturas del planeta.

 

—Un pálido más que viene a pisar mi planeta —dice mientras se me aproxima.

 

—¿Su planeta?                                                                                   

 

Todo este tiempo creí que solo Trox podía entender nuestro idioma, que su poder le otorgaba tales dones; ahora veo que estaba equivocado.




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