Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

83. La mayor debilidad

Los de Yowta han aceptado los requerimientos de Neefar, así que ella se levanta de sofá y desde su traje espacial desprende varias esferas de nanopartículas para transformarlas en tubos, con su pulgar usa más nanopartículas para crear una pequeña aguja, con ella pincha los pulgares de los demás y luego deposita las muestras en los tubos.

 

—Hermosos ojos azules, tan brillantes como una estrella de neutrón —Gerebav la halaga mientras observa cómo le saca la muestra de sangre—… Dime, Neefar, ¿con qué poder te han bendecido?

 

—Podría hacer que todo el palacio se estrelle sobre tu cabeza.

 

A Gerevab solo le queda sonreírse luego de escuchar la áspera respuesta por parte de Neefar.

 

—Suena a un poder gravitatorio —dice Dorfen.

 

—Es justo eso, manipular la gravedad que conforma el espacio.

 

—Muy interesante…

 

—Lo que a mí me parece interesante es que los yowtas puedan entender y hablar nuestro idioma —les observo a los tres—… ¿Cómo es eso posible?... Supongo que ustedes tienen su propio idioma.

 

Entonces es cuando Trox empieza a hablar en un dialecto inentendible para cualquier mikadeano, por primera vez nos presentan su lengua natal, el idioma de los yowtas.

 

—Trox acaba de responderte en nuestro idioma —dice Gerebav.

 

—Y ¿qué dijo? —pregunta Neefar.

 

—Dijo: Lo yowtas tenemos un bajo nivel de telepatía, esto nos permite acceder a las partes del cerebro donde se desarrolla el lenguaje y así hacerles comprender lo que decimos.

 

—¿Pueden acceder a nuestros recuerdos? ¿Controlar nuestras mentes? —pregunto sintiéndome un poco asustado.

 

—No —Gerebav niega con la cabeza—, eso ya sería niveles altos de telepatía, nosotros nunca hemos alcanzado tales habilidades, así que no se preocupen por eso.

 

Luego de respirar hondo, advierto:

 

—Espero y sea cierto.

 

—Queremos que ustedes confíen en nosotros, podemos colaborar entre ambas razas —nos dice Gerebav—, sabemos que ustedes quieren a los primates para esclavizarlos, nosotros no nos opondremos solo si, al finalizar su misión, ustedes garantizan la supervivencia de la nueva raza de Yowta. No sé si sabes esto, líder mikadeano, pero poco a poco los croolers han ido acabando con esta nueva raza, evolucionaron más rápido que los primates, tanto que hasta podría calcular unos miles años de evolución más que los primates. Varias aldeas han sido aniquiladas por estas bestias, pero desde que ustedes llegaron se han detenido, han sido muy cuidadosos con todo lo que hacen, porque saben que, antes de continuar con su casería, deberán de acabar con los molestos visitantes de las estrellas.

 

—Kiharu, entre nosotros podemos cuidarnos las espaldas —agrega Trox—, ustedes cuidan de los primates y nosotros le damos cualquier tipo de información, le permitimos usarlos como esclavos.

 

—Es justo lo que venimos a buscar, Trox —respondo fijando mis ojos en el amarillo neón que poseen sus ojos—, queremos iniciar una buena alianza con los de Yowta.

 

—¿Usted qué opina? Gerebav —pregunta Neefar.

 

—Me parece perfecto, y como sus aliados queremos ayudarles en todo lo que podamos, por tal razón no dejaré que se vayan de aquí sin antes conocer cada detalle de lo que nosotros sabemos de los Crooler, para que se preparen lo antes posible.

 

Creí que la información nos llegaría después de que Neefar comprobara la veracidad del supuesto línea de sangre que hay entre los de Yowta y los de Tiakam.

 

—¿Qué tienes para decirnos referente a los Crooler? —pregunto apoyando los codos sobre el respaldar del sofá.

 

—Trox, cuéntale.

 

—Hace años, durante una visita en la aldea de los tiakamitas, me tocó presencia la ira del planeta en forma de tormenta, una de las más feroces y peligrosas que he conocido, solo con ver el cielo se podía entender que se vendrían lluvias intensas y prolongadas, las gotas aún no empezaban a caer, pero los truenos ya se podían escuchar muy cerca. Recuerdo que gran cantidad de tiakamitas estaban afuera de sus viviendas recogiendo sus pieles secas y reforzando las chozas para que el viento no las tumbara; no pasó mucho tiempo cuando, de repente, cayó un rayo a menos de 100 metros de distancia de la aldea, el sonido de la caída fue ensordecedor, aquel impacto apenas pudo sentirse sobre la piel, y es que nadie tenia que resultar lastimado, pues se trataba de una insignificante carga eléctrica, pero hubo uno que se vio afectado, un tiakamita empezó a deformar su cuerpo de manera extraña, vi como se fue convirtiendo en un ser reptil, luego cayó al piso e inmediatamente empezó a quebrantarse en millones de pequeñas masas verdosas… Fue en aquel entonces en el que supimos de la existencia de una segunda raza en Nóderra.

 

»Ese mismo día, bajo la tormenta, caminé hasta donde estaban los restos de aquel ser, tome pequeñas muestras y se lo traje a Dorfen para que los analizara.

 

—Lo examiné utilizando los instrumentos que aún permanecen en nuestra nave nodriza —Dorfen continúa hablando—, en mis análisis encontré células regenerativas que podían cambiar de forma a su antojo, pero debido al toque eléctrico ya no eran capaces de fusionarse entre ellas, la electricidad era la clave para dejarlas inertes.

 

—Y… ¿Por qué aún no han creado armas eléctricas? —pregunto sintiéndome muy intrigado y confundido.

 

—Mi estimado mikadeano, te encuentras en una civilización sin ningún tipo de tecnología —responde Gerebav—, ni siquiera tenemos redes de transmisión eléctrica; no sé si te habrás dado cuenta, pero todo aquí es alumbrado con antorchas.

 

—¿Qué han hecho con la tecnología de su nave nodriza? —pregunta Neefar.




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