Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

84. Una rebelión nunca esperada.

Han pasado dos órbitas desde que dimos con la mayor debilidad de los Crooler: la electricidad; los de Yowta tenían razón, los crooler de Tiakam no soportan la electricidad, también tenían razón sobre su parentesco con los tiakamitas, analizamos el ADN y, sí, son descendientes de ellos, los tiakamitas tienen sangre Yowta. Así que, mientras nos mantenemos en este planeta, protegeremos a esta raza que ya lleva un buen tiempo en peligro de extinción, pues así fue nuestro trato.

 

Para protegernos del enemigo se construyeron dos antenas, una en cada asentamiento, ambas localizadas detrás de los edificios del Dominio Élite, creadas con el poco metal que había quedado de las instalaciones de las maquinarias. En la cima de las antenas se encuentra una cúpula creada con metales conductores; bajo la antena, como si fueran raíces, se extienden varias barras de hierros que permiten la conductividad de la energía. Las antenas han sido muy efectivas, los croolers no han podido cruzar hacia los asentamientos y, como no tenemos para construir una tercera antena en la aldea tiakamita, hemos permitido que los primitivos vivan dentro de la barrera que rodea el asentamiento debido a que ya han sido evolucionados con los Zenfrex, ellos cuentan con su propio lenguaje, le enseñamos a utilizar el fuego, a cocinar las carnes, a construir zonas de cultivos, a trabajar la arcilla y a construir viviendas más resistentes. Evolucionamos a los tiakamitas y ahora se han vuelto más inteligentes, ya no les queda la palabra «primates», les explicamos que la vida fuera de la barrera es peligrosa, que las bestias que podrían encontrarse allá fuera podrían engañarles y matarle con facilidad…, pero ellos son un poco testarudos, últimamente nos ha resultado difícil controlarlos, no están obedeciendo algunas de nuestras ordenes, a veces se comportan con cierta agresividad, y hasta creo que ya ni siquiera nos ven como sus dioses e, incluso, han perdido el temor que sentían hacia mí.

 

 

Todo este tiempo he estado viviendo en el segundo asentamiento que fue construido en la cintura del nuevo continente, acá nos encontramos en un clima más fresco y húmedo, donde, para los mikadeanos, se puede vivir y trabajar mejor, pero eso no nos da motivo para terminan con la producción de oro y cerrar las minas que se encuentran del otro lado del planeta, ya que el oro que se necesita es bastante, los obreros de mikadea trabajan de este lado del mundo y los tiakamitas trabajan en el continente que es más caluroso.

 

Desde la terraza de mi habitación se logra apreciar una suave neblina en una tenue claridad, es un hermoso paisaje tropical, disfruto de este agradable paisaje sosteniendo la cálida taza de un delicioso té que me ha preparado Neefar, me he acostumbrado tanto a esto, que hasta me es doloroso imaginarme un amanecer diferente.

 

—Esta es una de las cosas que más voy a extrañar al regresar a Mikadea —Neefar se me acerca tras la espalda, uno de sus brazos rodea sobre mi cintura y luego ambo conectamos miradas.

 

—Tienes razón…, sin embargo, deseo regresar lo antes posible a Mikadea, sé lo mucho que deseas tener un hijo —acaricio sus mejillas mientras contemplo el brillo en sus ojos— y, al igual que tú, deseo que nuestros hijos nazcan en nuestro planeta.

 

—Una vez que estemos en Mikadea voy a activar mi fertilidad e inmediatamente buscaremos a nuestro primer hijo.

 

En esta mañana los labios de Neefar tiene un sabor tan dulce como el néctar de las flores, mis manos acarician la tersidad de sus mejillas y las de ella se posan tras mis orejas.

 

«Oh, Neefar, esa traslucida túnica hace resaltar la hermosa figura de tu cuerpo, me hace querer regresar contigo a la cama…, pero tengo trabajo importante por hacer hoy».

 

—Es hora de ir a trabajar.

 

—Hoy vas más temprano de lo normal —en su expresión puedo encontrar una tierna súplica.

 

—Recuerda lo que nos dijo Ashtaria: los tiakamitas parecen estar tramando algo, y quedamos en que Ashtaria iba a ir a espiarlos en la madrugada.

 

—¿Entonces vas a ir con ella? —su cuestionamiento arrastra molestias, retrocede unos cuantos pasos y desvía la mirada hacia el paisaje tropical para luego quedarse pensativa y en silencio.

 

—Necesitamos saber que pueden estar planeando los tiakamitas, y es Ashtaria la única con poder de invisibilidad, solo ella puede filtrarse sin ser vista.

 

—¡Y tú que vas a hacer allá, ¿acaso también puedes hacerte invisible?! —levanta sus brazos y encoge los hombres, con aquella reacción me demuestra lo molesta que está—… ¡No!… No es necesario que vayas, puedes recibir los reportes desde los sistemas de transmisión.

 

—¡Neefar! —me llevo una mano al rostro y la restriego para intentar tranquilizarme —..., no empecemos de nuevo con lo mismo, por favor.

 

—¿Por qué siempre tienes que correr hacia ella?... ¿por qué siempre inventas cualquier excusa para reunirte con Ashtaria?

 

—No estoy inventando excusas, pues quiero estar presente…, bien sabes que podría desatarse otra revuelta ¿no?

 

—¿Crees que ella no puede sola contra esos tiakamitas?

 

—¡Por favor, Neefar, ya deja de comportarte de esa forma! También deberías preocuparte por ella, es tu amiga.

 

Menea la cabeza e inconforme con mi decisión da media vuelta, entra al baño y se encierra… Presiento que va a empezar a llorar…

 

«Me duele hacerte llorar».

 

Me detengo frente a la puerta del baño, trato de abrirla, pero está trancada.

 

—Amor, sal de ahí y hablemos, por favor.

 

—Ya vete, Kiharu —su voz se escucha congestionada.

 

—No quería hacerte sentir mal, solo quería que entendieras que Ashtaria también es miembro de la élite, lo sabes, Neefar, esta no será la última vez que me toque trabajar junto a ella… Por favor, entiende.




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