Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

85. La caída

Llegamos al asentamiento y lo primero que hago es ir al centro médico. En mi espalda aún llevo cargada a Ashtaria, quien hace unos minutos quedó inconsciente luego de decir un par de palabras en el acantilado.

 

Entro a la recepción del lugar y me encuentro con el chico que asiste a Rauzet.

 

—¡Señor, Kiharu! —corre a asistir a Ashtaria—… ¡¿Qué le ha pasado?!

 

Rauzet aparece al fondo del pasillo, al verme llegar con el cuerpo en bañado en sangre apresura sus pasos para llegar a socorrernos

 

—¡¿Qué…?! No me digas… ¡¿Los Crooler?! —pregunta mientras señala hacia el pasillo que han a las salas de atención médica. Corro tras Rauzert, mientras llevo cargada a Ashtaria tras mi espalda.

 

—Nos han atacado los Tiakamitas —mi respiración es algo agitada—, casi todos se han puesto en nuestra contra.

 

—¿¿Me estás hablando en serio??... ¿Un tiakamita le hizo esto?

 

Ambos entramos a una de las salas, acostamos a Ashtaria en la camilla y, como sé que ya nada puedo hacer por ella, la dejo en manos de Rauzet.  

 

—¿Cómo es posible que un tiakamita haya dejado a Ashtaria en tan mal estado? —Rauzet pregunta mientras prepara a Ashtaria para una transfusión de sangre.

 

—No estoy seguro de que pudo haber pasado, cuando la encontré ya estaba inconsciente.

 

—Esto se me hace muy extraño.

 

—Por un momento despertó y solo pudo decirme un par de cosas, luego volvió a desmayarse.

 

—Esos tiakamita son unos brutos —refunfuña con desprecio.

 

Rauzet corre hacia la esquina de la sala, agarra el mango de una mesa que da soporte a una maquina, la arrastra hasta donde está la camilla, conecta unos cuantos cables en varias partes del cuerpo de Ashtaria y enciende la máquina.

 

—No está grave, ¿verdad? —pregunto sintiéndome muy preocupado por ella.

 

Rauzet está revisando los datos que arroja la máquina, la expresión que tiene en su rostro me preocupa aún más.

 

—Maldición…

 

—¿Qué? —pregunto, pero a Rauzet parece resultarle difícil responderme; en definitiva, algo no está bien con ella.

 

—Ashtaria sufrido una grave lesión cerebral, si no sana de la forma correcta tal vez nunca despierte.

 

¿Qué es peor que esto? ¿Acaso la muerte lo es? El no saber si despertará me provoca una severa ansiedad, me complica respirar, cada minuto que pasa me hace sentir un desgarre en el alma.

 

—Esos desgraciados —mis lagrimas son incontenibles—… Voy a descubrir quien le ha hecho esto.

 

Rauzet se para frente a mí y posa sus manos sobre mis hombros, sus ojos se fijan sobre los míos viéndose determinado, como si me pidiera confiar en él.

 

—Tranquilo, haremos todo lo posible para que despierte. Contactaré a Neefar para que venga a ayudarme en esto, ¿ok?

 

—Sí, contacta a Neefar, por favor.

 

—Ve con mi asistente para que atienda tus heridas, yo me quedaré con Ashtaria.

 

—Ok.

 

 

Luego de tratar mis heridas regresé a la sala donde descansa el cuerpo inconsciente de Ahstaria. No sé cuánto tiempo llevo de rodillas frente a la camilla, tengo mi cabeza recostada a su lado, pensado en lo cruel que ha sido la vida con ella. Cierro los ojos y un recuerdo golpea con rudeza sobre mi corazón, recuerdo cuando Yafany me pidió que siempre cuidara de su hija y, desde aquel entonces, la vida de Ashtaria fue mi mayor prioridad… Nunca he podido cuidarla ni de mi hermano ni de los croolers, tampoco cuidé de sus sentimientos; le he fallado tantas veces…

 

De repente, escucho que la puerta de la sala es abierta con cierto afán y rudeza, levanto la cabeza y veo entrar a Neefar con un rostro muy angustiado, agarra una bata blanca que está colgada en la pared y se la pone al instante. Neefar me pasa a un lado y me ignora por completo, ella a depositado toda su atención en los datos que muestra la máquina que monitorea la condición actual de Ashtaria.

 

Neefar está muy concentrada en su lectura, no me atrevo a interrumpirla, aunque me muera por preguntarle si todo va a estar bien, es mejor que se mantenga centrada en su análisis.

 

—Ashtaria va a estar bien —es como si Neefar leyera mi mente, me conoce muy bien. Se da media vuelta y se fija en mí—. Ahora ve al Dominio Élite, necesitas descansar.

 

—Quiero quedarme con…

 

—No ayudarás en nada quedándote aquí —Neefar me interrumpe—… Si realmente quieres hacer algo por ella, entonces descansa bastante. Necesitarás estar al 100% para cuando tengas que ir a buscar respuestas.

 

Neefar tiene razón, esto aún no se ha acabado, los culpables están aquí entre nosotros, dentro de estas barreras que protegen el asentamiento.

 

Asiento a lo dicho por Neefar, me levanto del lado de la camilla y, luego de darle un último viztaso a Ashtaira y a Neefar, salgo de la sala. Al llegar al dominio élite tomo el pasillo que da a las habitaciones de las élites, entro a mi dormitorio e inmediatamente caigo rendido sobre la cama.

 

 

Unas suaves caricias me van despertando poco a poco, voy abriendo mis ojos y lo primero que veo es la silueta del ondulado cabello de mi mujer frente a la tenue claridad del amanecer.

 

 «Siento como si hubiese dormido más de lo normal».

 

—¿Cómo te sientes? —la delicadeza que pone en su tono de voz me hace sentir más aliviado.

 

—Demasiado soñoliento y hasta un poco mareado —restriego mis ojos.

 

—Los medicamentos que te dieron ayer ayudaron a que tuvieras un largo sueño.

 

—¿Un largo sueño? —dejo salir un suspiro—... Por favor, dime que Ashtaria no está al borde de la muerte —agacho la mirada—, que todo fue un sueño.




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