Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

87. Huida con sabor a derrota

La losa que yace sobre mi cabeza se estremece bruscamente y provoca que gran parte de ella se agriete dejando caer polvo por todo el recibidor del Dominio Élite. La batalla que se está llevando en el piso de arriba debe ser muy intensa, así que, con mi super velocidad, salgo corriendo hacia las escaleras y empiezo a subirla con gran desespero. Llego al segundo piso y con cautela avanzo por el largo pasillo del área administrativa, logro escuchar nuevamente el estruendo, el cual parece provenir del interior de una de las habitaciones que está al fondo. Vuelvo a activar mi super velocidad, pero esta aumenta significativamente producto de una fuerza ajena a mi poder. Estoy seguro que la responsable de toda esta fuerza es Neefar, me hace avanzar descontroladamente y me hace estrellarme contra la pared que divide el salón de reuniones. El poder de Neefar es sorprendente, no me permite desprenderme de la pared, ¡me está aplastado!

 

—¡Ne-Neefar! —grito al no poder resistir la fuerza con la que mi cuerpo está siendo presionado. Mi presión arterial aumenta, mi cuerpo enrojece.

 

Para poder librarme de aquella compresión, despliego cuatro extremidades metálicas desde mi espalda y empiezo a perforar la pared de arcilla. Por suerte no pasa mucho tiempo cuando la pared se desprende de la estructura del edificio y sale volando junto conmigo y todo lo que está a mi alrededor. Viajo descontrolado en medio de la habitación y paso a un lado de Handul y Kimku, quienes están clavados en el suelo gracias a varias de sus extremidades metálicas, y mientras los veo resistirse a la gravedad, siento como mi cuerpo se adentra en un torbellino de diminutas y afiladas partículas metálicas. Mi metálico traje dorado chispea con el impacto de las afiladas partículas y esto provoca que, frente a mí, aquel pedazo de pared se haga polvo.

 

Algo me a sujetado de la cintura. No logro comprender que está pasando…

 

Giro la mirada en busca de aquello que me sostiene frente a la fuerza de gravedad… ¡No!... ¡No debería de estar aquí!

 

Ashtaria está en el área de batalla, y a un lado de ella está Rauzet. La encuentro haciendo resistencia a la gravedad con sus extremidades clavadas alrededor del hueco que hice en la pared, y él, al igual que los demás, está sujetado del suelo.

 

—¡Lo siento, Kiharu! Ashtaria despertó y desapareció de mi vista. ¡No sé dónde está! —grita con un tono angustiado. El pobre no sabe que la tiene a un lado. Al parecer, Ashtaria le está controlando la mente para que no note su presencia, creo que tampoco puede ver el gran látigo metálico que ella utiliza para sostener mi cuerpo.

 

Regreso mi mirada hacia el origen de aquel centro gravitatorio. Neefar tiene a un crooler sujetado por el cuello con sus manos descubiertas, la sangre vende se desborda del cuello de su rival y se desliza por toda la metálica manga de su nanotraje, el verde gotea hasta sus codos, ella le está estripando en cuello. Prácticamente, su contrincante ya debería estar muerto.

 

—Fuiste un gran rival —Neefar gruñe con desprecio.

 

La fuerza de gravedad baja significativamente haciéndome caer al suelo. Me siento muy fatigado, ya no me quedan fuerzas para continuar esta batalla que aún no acaba, y es que afuera aún se escucha el caos, son demasiados croolers.

 

Desde el suelo veo como Neefar se libra de aquel cuerpo sin vida, lo lanza hacia un rincón de la sala y luego se deja cae de rodillas, ya sin fuerzas y con la respiración agitada.

 

—Neefar —trato de ir hacia donde está ella, pero el látigo que aun me mantiene amarrado me lo impide; esto me hace recordar a Ashtaria. Giro la mirada tras mi espalda y fijo mis ojos en ella, la venda que cubre parte de su cabeza está empapada en sangre—… Ashtaria, ¡¿qué carajos haces aquí?!

 

—No te preocupes, estoy bien —lo dicho no es cierto, ella está tambaleando.

 

—Así que tú también estabas aquí… —Rauzet la toma del brazo y lo cruza tras su cuello para sostenerla.

 

Ashtaria deja ir sus fuerzas y cae desmayada sobre los brazos de Rauzet.

 

—¡ERES UN INEPTO! —Handul me grita furioso—… ¡Te dejo a cargo y mira el caos que dejas que se fomente!

 

No respondo, porque tiene razón… Tenía que haber controlado esta situación.

 

Handul se levanta del suelo y camina hacia donde está Neefar, le extiende la mano y ella vacila en tomarla, pero al final le acepta la ayuda. Handul le ayuda a levantarse, la toma por la cintura y cruza su brazo tras su cuello para sostenerla.

 

—Tranquila, regresaremos hacia la nave nodriza y ahí podrás descansar.

 

«Como se atreve a tan siquiera tocarla…». El neón que destella entre ambas miradas hace que el corazón se me revuelque por dentro.

 

Me levanto tambaleante y trato de ir con pasos firmes hacia donde están esos dos, agarro el otro brazo de Neefar y, al igual que él, la cuelgo tras mi cuello. Agarro la muñeca de mi hermano y, con brusquedad, la aparto de la cintura de Neefar.

 

—Yo me encargo de ella, tu ve a ayudar a Rauzet con Ashtaria —volteo a ver a Neefar y le pregunto—. ¿Estás mal herida? —ella me responde negando con la cabeza.

 

—¿Tú vas a ayudarla o Neefar a ti? —Handul me pregunta mientras se sonríe con aquel desagradable cinismo que le caracteriza. Handul suelta el brazo de Neefar e inmediatamente se dirige a ayudar a Rauzet.

 

—¿Hace cuanto llegaste? —le pregunta Rauzet.

 

—No es momento para charlar... Debemos regresar a todos los mikadeanos a la nave nodriza —con un brazo agarra el cuerpo de Ashtaria y con la otra activa el sistema de transmisión para comunicarse con todos—. Esto es en carácter de urgencia: todo los mikadeanos deben regresar a la nave nodriza en este preciso momento. La misión queda suspendida hasta previo aviso. La élite se reunirá y tomará las medidas necesarias para, posteriormente, retomar la misión.




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