Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

90. El trauma de un yowta

Narrado desde la perspectiva de Trox

 

Mi futuro parece no tener más nada para mí, cada vez que hago el viaje hacia ese punto del tiempo veo aquella fatídica escena: Yo, sin poder descubrir mis sentimientos en ese momento, sin conocer lo acontecimientos que me llevarán al estar frente a un Kiharu que grita en llanto, arrodillado y bañado en sangre con mi espada en mano. Ambos, frente a un cuerpo que parece estar sin cabeza, el cual no logro reconocer, porque el futuro nunca se ha dejado apreciar con claridad. En ese futuro también logro escuchar otro nombre, Kiharu grita el nombre de Ashtaria mostrando un rostro trágico, el cual me hace pensar que es ella quien está tirada sin vida frente a nosotros. Mi futuro solo me muestra eso, una y otra vez, porque viajo muchas veces tratando de ir más hacia atrás y así lograr encontrar más respuestas, algo que me dé esperanzas de vida, pero siempre llego justo a ese momento, nunca más atras.

 

Tengo miedo de lo que se pueda aproximar, una guerra es lo que el destino está esperando para acabar conmigo, porque en ese futuro no solo veo mikadeanos armados en metal, sino también a un croolers metamorfos que está en medio de una batalla que parece darse dentro de una infraestructura tecnológica. Es por eso que ni siquiera he salido de mi habitación, tal vez, si me quedo aquí, pueda permanecer con vida y continuar en una nueva línea de tiempo.

 

Alguien está tocando la puerta de mi habitación.

 

—¡Adelante, pase!

 

La puerta de la habitación se desliza y, bajo ella, aparece uno de los guardias del palacio.

 

—Comandante, tiene una visita mikadeana, se trata de la señorita Ashtaria.

 

Ese nombre ha rezumbado en mi cabeza como alerta de calamidades, ha agitado mi ritmo cardiaco y mi respiración a la par.

 

—¡No, que se vaya! —grito en pánico—… ¡Di-Dile a los generales que no permitan que esa mujer permanezca un segundo más aquí! ¡Ella no debería estar aquí! ¡Solo atraerá desgracias!

 

—O-OK, comandante… —suena sorprendido ante mi patética reacción. No demora en cerrar la puerta para dejarme como debería estar, como he estado en estas últimas orbitas: solo.

 

Me tiro sobre mi cama, doy un gran respiro y trato tranquilizarme mientras restriego mi cara con mis manos. Espero y los generales puedan expulsar a esa mujer de mi planeta, no debería escuchar el nombre de Ashtaria nunca más.

 

—¡Trox, levántate de la cama! —salto de la cama al escuchar aquel dialecto mikadeano, tono grave y femenino—. ¡Tu raza necesita de tu ayuda, los tiakamitas están próximos a ser exterminados! —al conectar con su mirada me encuentro con los dorados y exaltados ojos de Ashtaria.

 

Doy varios pasos tras mi espalda hasta quedar recostado contra la pared. Le tengo mucho miedo, y no debería, porque tengo la habilidad para tumbar su cabeza con solo dos movimientos… Pero es que mi cuerpo está congelado en miedo, no está reaccionando como debería.

 

—¡¿Co-Cómo entrante?! —titubeo aterrado—… N-No te vi pasar…

 

—¿Sí recuerdas que tengo poder de invisibilidad? —ella avanza hacia mí y yo presiono mi espalda contra la pared—. Entré cuando le abriste la puerta a tu guardia —Ashtaria se detiene a pocos centímetros de distancia—… Pero no es momento para hablar de mis poderes, estoy aquí porque necesito de ti.

 

—Yo no…, así que lárgate de una maldita vez…

 

—¡¿Qué pasa contigo?! —frunce el ceño y me interroga junto con un gesto de manos —¿Si entiendes cuando te digo que tu raza está a punto de ser exterminada?

 

—¡Vete de mi planeta! —le grito, pero con eso solo consigo que ella me tome del cuello de mi turbante y me presione aun más contra la pared.

 

—¡¿Por qué ese miedo repentino hacia mí?! ¡¿Eh?!—se queda un momento en silencio y luego, con cierta incertidumbre en su rostro, da un par de pasos atrás—… ¿Qué a pasado contigo? Has estado desaparecido por mucho tiempo, ya ni se te ve en Tiakam.

 

Mis manos tiemblan, mi cuerpo se tensiona por completo, mi mente me abruma con ese último segundo de mi futuro, el grito ensordecedor de Kiharu resuena una y otra vez en mi mente, tengo el nombre de Ashtaria tatuado en mi demencia.

 

Sin poder controlar mis movimientos, mi espalda cae deslizándose sobre la pared, termino sentado en el suelo y abrazando mis rodillas bajo mi mentón.

 

—No quiero morir —digo a lo bajo, tapo mis oídos con mis manos para no seguir escuchando aquel nombre—, no quiero morir, no quiero morir.
 

—¡Ey! —siento sus frías manos sobre mis brazos, su tacto me estremece por completo—… ¿Quién podría tan siquiera ponerte un dedo encima? —dice eso e inmediatamente deja de tocarme.

 

—Nuestra muerte está cerca….

 

—¿Po-Por qué crees eso? —pregunta en un tono trémulo.

 

—Porque ya no hay más futuro para mí —vuelvo a agachar mi mirada—, porque hace un par de orbitas empezaron a ser pocos los acontecimientos del futuro y ahora solo es uno.

 

—¿Te refieres a aquel último segundo de tu futuro?, ese que mencionaste alguna vez: ¿el de Kiharu gritando mi nombre?

 

Asiento a sus preguntas mientras mis ojos se humedecen.

 

—Si vienes para llevarme a una guerra —una lagrima se desliza sobre mi mejilla—… No, no iré.

 

Levanto mi mirada y conecto con su rostro, el cual se encuentra sumergido en un profundo estado de shock.

 

«¿Ella también se encuentra aterrada?».

 

—Pues… ¿Adivina qué?... ¡Me vale…! —su expresión ruda y valiente me toma por sorpresa—… Si tengo que morir por una buena causa, entonces moriré con dignidad —vuelve a tomarme de los brazos y jala de ellos para levantarme del suelo—. Yo no le tengo miedo a la muerte, Trox. Tu igual no le temas, porque en este universo tan inestable cualquier cosa podría pasar.




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