Zenfrex - El Poder De Mantenerte Con Vida

91. Invasores en la nave nodriza

Narrado desde la perspectiva de Trox.

 

El plan es el siguiente: subiré en aquella nave en la que llegó la mikadeana y juntos a ella viajaré rumbo a la nave nodriza que orbita la llamada Tiakam. No puedo simplemente teletransportarme hacia el interior de su nave nodriza, porque no conozco su interior; así que Ashtaria me permitirá ver a través de los ventanales de la nave y así poder divisar hacia dónde ir. Una vez dentro, haré un rápido recorrido por los pasillos para tener una mejor memoria del mapa del lugar, y así regresar frente a la milicia de Yowta para empezar a teletransportarlos de dos en dos. Será solo cuestión de un minuto cuando toda Yowta se encuentre invadiendo la infraestructura de Mikadea.

 

Frente a los ojos de cientos soldados de yowtas, vemos como Ashtaria es abducida por su nave espacial de batalla, las luces de esta se encienden e inmediatamente una pequeña compuerta que está en la parte inferior de la nave empieza a abrirse, supongo que por aquí es por donde tengo que entrar.

 

Entro gateando al interior del compartimiento de la nave cargando con mi espada enfundada tras mi espalda. Me sorprende que el espacio sea tan reducido; sin embargo, aquí dentro se siente cómodo, la gravedad es nula y se tiene una buena vista a mi alrededor. No estoy seguro del propósito de esta sección de la nave, y no es momento para hacer preguntas innecesarias. Con tal de que me lleve a aquella nave nodriza, estaré conforme.

 

La nave se levanta del suelo rojizo y sale volando, con una extraordinaria velocidad, por todo el arenoso cielo, cruza la atmosfera azafranada y avanza por el oscuro espacio estrellado; la tecnología mikadeana es asombrosa, ninguna de nuestras naves ha logrado viajar a tan alta velocidad. No pasa mucho tiempo, cuando nos encontramos navegando los alrededores de la nave nodriza de Mikadea.

 

—Esta es la nave, Trox —la voz de Ashtaria se escucha suave por todo el interior del compartimiento—. Me acercaré un poco más para que veas el interior de la nave.

 

La nave de Ashtaria es plateada en su exterior, pero por dentro todas las paredes se ven transparente, claramente puedo ver cada detalle de la nave nodriza de Mikadea, estructura metálica de un color más oscuro, varios ventanales rodean la estructura que les límita, y a través de estos cristales puedo observar cómo varios mikadeanos conviven entre ellos. Aquella habitación se ve muy concurrida, así que espero que la nave de Ashtaria siga avanzando.

 

Hasta que por fin logro dar con una habitación vacía, esta es perfecta para ingresar sin ser visto.

 

—Ashtaria, ¿es buena idea entrar por esta habitación? —pregunto sin estar seguro de que realmente pueda escucharme.

 

—Sí, esta es una de las salas de relajación, esta conecta con un pasillo que es poco transitado.

 

—Perfecto —respondo y me teletransporto al instante.

 

 

Este es el interior de la nave mikadeana, la gravedad aquí dentro es muy parecida a la de Tiakam, nunca he podido moverme libremente en un ambiente tan pesado, ya que estoy acostumbrado a moverme en menor gravedad como la del planeta que estamos habitando los yowtas. Cada paso que doy es un gran esfuerzo que experimento, no es imposible caminar, pero si podría agotarme pronto. Me teletransporto y quedo no muy lejos del punto de llegada, me paro justo frente a la puerta principal de la sala, la abro, desenfundo mi gran espada y con mucha cautela observo el pasillo que conecta la habitación. No hay nadie aquí fuera, así que vuelvo a usar mi teletransportación para moverme por el largo pasillo mientras voy empuñado mi espada.

 

—¡Ey! ¡¿Tú quién eres?! —un mikadeano que recién acaba de salir de una habitación me ha descubierto. No respondo a su pregunta e inmediatamente me teletransporto frente a él para, con mi espada, atravesar su tórax.

 

El mikadeano grita quejándose del dolor y luego cae al piso quedando inconsciente y desangrado. Vuelvo a observar tomo mi panorama para asegurarme de que nadie le ha escuchado gritar, y por suerte nadie le ha escuchado.

 

No ha sido el único mikadeano que he tenido que matar en esta primera exploración, al entrar a una especie de comedor tuve que matar a unos veinte más. Sé que no era necesario matar a tanta gente, pero es que ya empezaba a aburrirme y necesitaba un poco de diversión.

 

Al salir del gran comedor se escucha una alarma sonar, de seguro la elite mikadeana ya saben de mi presencia aquí… Y no tengo miedo, el único mikadeano peligroso es Handul, por suerte él ni siquiera podría llegar a tocarme, tengo el poder más ventajoso de todas las singularidades, incluso frente a Neefar, solo tengo que tratar de no distraerme.

 

Laboratorios, oficinas, invernaderos, salas de estudio… He descubierto muchas habitaciones dentro de la nave nodriza de Mikadea, y he matado a muchos más. Algunos mikadeanos lucen trajes propios de la milicia de Mikadea, armas que disparan energías fotónicas, las cuales usan sin ningún tipo de éxito. Soy mi rápido para sus punterías, sus armas disparan y toda esa energía termina desperdiciada sobre las paredes metálicas que divide los pasillos.

 

—¡Sal de nuestra nave! Trox —es Kimku quien aparece armado en metal frente a mí.

 

—Vine a traerles la guerra, y solo verán mi retirada si desisten de aquella matanza en Tiakam.

 

—No haremos eso, Trox.

 

—Entonces absténganse a las consecuencias —sonrío de medio lado y luego me teletransporte frente a él.

 

 

Es lo que más extrañaría de este poder: el teletransportarme de un lugar a otro en menos de un segundo. Hace un momento estaba en la nave nodriza, ahora estoy frente a la milicia de Yowta, todos listos para empezar a ser teletransportados por mí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.