Preparatoria Iwata:
Todo se veía muy lento.
La luz que pasaba por las ventanas resaltaba más de lo normal.
Por alguna razón, recordé algo que quizás no sabía que había olvidado.
El ambiente se me hacía familiar por una razón. Los rayos del sol brillaban con tanta intensidad que cegaban.
Nos encontrábamos en un parque.
Veía correr a dos niños. Un chico y una chica.
Yo estaba detrás de ellos. Reíamos juntos.
Por la apariencia que tenían diría que aparentaban unos 5 años.
Al chico lo reconocí. Por la forma de correr y vestir, sin duda era Yanamo. Pero…
— ¿Quién es ella?
Los recuerdos siguieron como una cinta que mostraba una película. No podía pausarla, tampoco podía entenderla.
— ¿Acaso esto es otro sueño?
Solo podía apreciar sus espaldas, y en cuanto giraron para verme, la luz del ambiente evitó que yo pudiese reconocer sus rostros.
En ese instante regresé en mí. Lo primero que noté fue que la chica que se encontraba frente a todos se veía algo…
— Solitaria.
Fue entonces que lo entendí. Aquella sensación que me invadió en cuanto llegó.
Por la cara que todos tenían, nadie más lo había notado.
Aquella sensación era Tristeza.
Sus ojos denotaban eso. Un frío que lastimaba mi corazón.
— Olvídalo Hiro, no cometeré ese error — Me dije a mi mismo.
Pasaron unos segundos y no hubo movimiento alguno.
Todos en la clase se quedaron esperando algún tipo de acción o presentación apropiada ahora que se encontraba ahí.
Sin embargo, ella permaneció allí estática y sin expresión como una muñeca. Frente a la Clase 3 – C.
Su piel era blanca. Su cabello tan negro que no reflejaba la luz. Sus ojos color violeta similares a una amatista, aunque algo opacados.
Vestía el uniforme correspondiente de la preparatoria Iwata, sin embargo nunca pensé que ese atuendo se vería tan bien en alguien. Cada borde, cada curva encajaba a la perfección con su figura frágil y delgada. Dos mechones de pelo descansaban en su pecho y parte de su cara estaba tapada por su flequillo.
Sin duda no era exactamente como yo la recordaba en mis sueños, pero aun así, era ella en verdad. La chica con la que he soñado desde que tengo memoria.
— ¿Pasa algo?
— Mirala, que hermosa es…
Susurros*
— Es tan bella, creo que me enamoré.
— Que se siente a mi lado por favor.
El maestro parecía distraído mirando el reloj que cargaba en su bolsillo, pero cuando fue consiente de los murmullos en la clase, recobró la compostura.
Carraspeó la garganta y continuó.
— Clase, como podrán darse cuenta, ella es la estudiante transferida, Hanako Tsukiyama, su nueva compañera de clases…
Mientras el maestro volvía a repasar sobre nuestro comportamiento y esas cosas, Hanako giró su cabeza en dirección a la puerta. Seguí su dirección y un ligero movimiento llamó mi atención.
Observé a una mujer muy parecida a la estudiante transferida, pero un poco mayor. Estaba haciendo unos gestos con las manos viendo directamente a Hanako.
— Por último, tengo que informarles algo más… Hanako es Sordomuda, una discapacidad que le dificulta comunicarse efectivamente con las personas. Aun así, espero que le den la bienvenida y la traten con total naturalidad.
Todo el salón hizo una cara de sorpresa.
Mi cuerpo comenzó a sentirse extraño. Como si presintiera lo que iba a ocurrir.
— Es una lástima, era tan linda.
— Viejo, eso es muy triste.
Comentarios como esos no faltaron y de cierta manera, Hanako era afortunada de no escucharlos.
— Claro, ahora lo recuerdo. Esa fue la misma sensación que tuve cuando todos se enteraron de mi enfermedad.
Lo que antes me había ocurrido a mí, ahora le sucedería a ella.
Hanako se acercó a la puerta y dialogó con la mujer por unos segundos. La mujer más adulta parecía estar dándole ánimos y demostraba que se preocupaba por ella. Sin duda seria su madre, pero era muy joven.
Después de despedirse de su acudiente, Hanako regresó al lugar donde antes estuvo de pie.
Volví mis ojos hacia Yanamo, quien se quedó observando a la estudiante transferida detenidamente, como si no pudiese creerlo.
Gire de nuevo en dirección a la chica, quien tenía la cabeza ligeramente hacia abajo, como si estuviese en problemas.
Se veía triste.
El profesor Izawa se acercó a ella y le señaló para que tomase asiento.
Todos los lugares estaban ocupados. Todos excepto…
Ella reaccionó y asintió ante el profesor. Caminó cabizbaja y se sentó frente a mí. Donde estaba el único lugar vacío.
Sabía bien que ella no podía hablar o escuchar, pero aunque pudiera, su comportamiento retraído mostraba que no tenía ganas de hablar con alguien.
En mi cabeza aún tenía una serie de preguntas importantes.
¿Quién es ella?
¿De dónde viene?
¿Por qué está aquí?
¿En verdad es ella la chica que he visto en mis sueños?
No había notado que la clase había comenzado. Todos estaban tomando apuntes excepto yo.
— Cálmate Hiro, solo debe ser casualidad, es más, no la has observado lo suficiente para asegurar que realmente es ella.
Sacudí mi cabeza para despejar las dudas. No era el momento y tampoco sabía bien cómo responder a esas preguntas.
Durante todo el tiempo de clases nadie intentó comunicarse con ella. Solo se limitaron a dirigirle alguna que otra mirada rápida seguido de unos murmullos.