Zero Date

Capítulo 4: Consecuencias

Día 37:

 

Mi odio hacia Hanako crecía cada día.

Ese comportamiento tan reservado del cual no tenía la mínima idea de a que se debía.

Lo intenté de todo, lo juro, pero ella sigue manteniendo la distancia. De esta manera no llegaré ni a ser un amigo para ella.

 

— ¿Por qué me abandona? ¿Acaso le hice algo malo? Pero aunque lo hubiese hecho, ella lo olvidaría, pues cada reinicio también afecta su memoria.

 

Me sentía atrapado en un laberinto. Siempre volver a empezar. Cuando estaba cerca de conseguir un avance con ella, el límite de tiempo lo arruinaba.

No puedo negar que si ella no olvidase todo cuando el día se reinicia, sin duda ya estaría más cerca de enamorarla. Pero es frustrante hacer esto una y otra vez y fingir que nada del día anterior sucedió.

Dejando de lado mis propios problemas…

 

Las clases continuaban, y como cada día se reiniciaba su memoria, las clases también lo hacían, por lo que tenía que iniciar desde lo básico, aunque como ya tenía algo de conocimiento, me era más fácil avanzar.

La invité a salir a un lugar apartado del parque. Sinceramente ya comenzaba a traumarme el estar en ese lugar.

Ella asentía a mis invitaciones, pero su mirada se me hacía diferente.

Después de llegar la noche, se fue de nuevo.

— De nuevo…

 

Día 40:

 

Comienzo a entender a Hanako.

Cada mirada. Cada gesto. Cada respiración.

Todo comienza a encajar y voy descubriendo cuando me miente y cuando es sincera.

 

Al llegar la noche desaparece.

 

— De nuevo, de nuevo…

 

Día 55:

 

Por fin dominé el Lenguaje de Señas.

Gracias a esto ya puedo comunicarme con ella a través de las manos. Nuestros lazos son más sencillos de unir.

Desde luego para ella es extraño verme usar lenguaje de señas tan bien, pero al final lo acepta.

Es como abrir una puerta a otro mundo.

Ahora puedo entender cada cosa que ella quiere decir. El climax de nuestra conversación.

 

— (La galaxia Andrómeda está a años luz de nuestro universo…)

— (¿Qué le dice un pollo a otro pollo…?)

— (Si tuvieses un millón de dólares, ¿qué harías?)

— (Los dinosaurios eran enormes…)

— (¿Cuál es tu libro favorito?)

— (¿Enserio, por qué?)

— (Quizás iría a…)

— (Me queda algo ajustada, pero, ¿me queda bien?)

— (La luna tiene varias caras….)

 

Era muchísimo más fácil hablar así. Ella también lucia más cómoda.

Los temas eran por lo genera triviales. Hablábamos de cualquier cosa que nos viniera a la mente.

 

5:33 pm

 

— (¿Sabes cocinar?) — Pregunté.

 

Estábamos caminando de manera casual por las vacías calles de Tokyo sin rumbo fijo.

Negó suavemente con la cabeza, como si tuviese vergüenza de admitirlo.

 

— (¿Quieres aprender?)

 

Ella inclinó la cabeza con su cara inexpresiva. Luego bajó la mirada y preguntó.

 

— (¿Puedo?)

 

— (Claro, será un gusto).

 

Una leve sonrisa se formó en su rostro inexpresivo. Era de esos pocos gestos que ella formaba.

A diferencia de los otros gestos que hacía, este no parecía forzado o falso. Quizás ella…

 

— (Adelante, vamos, conozco el lugar perfecto) — Hice un ademán para que me siguiera.

 

Caminamos unas cuantas calles hasta llegar a aquel restaurante con valor especial para mí.

En el mundo real, era donde iba con Yanamo para comer algo. Nuestro local favorito.

La comida era muy deliciosa y a bajos precios, además, el tendero era amable y como ya éramos clientes frecuentes, nos daba uno que otro detalle.

El día de hoy no quise hacer algo normal como los otros días. Decidí hacer la receta de la Familia Nagomu.

Desde que papá falleció, no volví a recrearla. Pero quise hacer una excepción con Hanako.

Nos colocamos delantales y reunimos los ingredientes.

 

— (Muy bien, aquí están todos los ingredientes necesarios. Empecemos por picar las verduras).

 

Hanako apretó los puños frente a su pechó y se emocionó. Era como una niña.

Tuve que enseñarle lo básico. Desde pelar las papas, hasta la cantidad exacta de especias.

Al parecer, hubo un cambio de roles, donde antes ella era la maestra, ahora era la alumna.

Hanako era bastante torpe en la cocina.

Cuando abrió la bolsa de la harina, lo hizo con demasiada fuerza y nubló la cocina con polvo blanco.

 

— ¡Cof cof cof cof…!

 

Después que se dispersó el polvo, ella fue visible. Su cara y ropa estaban completamente blancas.

 

— ¡Achú! — Estornudó Hanako como un adorable gatito.

 

No pude evitar reírme.

 

Ella se avergonzó por lo mal que manejaba la cocina, pero me acerqué a ella y acaricié su cabeza. En ese momento, se sorprendió por el tacto sobre la coronilla de su cabeza, pero no intentó evitarme, al contrario, se quedó atónita como si fuese la primera vez que alguien la trataba bien.

Cuando la miré a la cara, dos líneas de lágrimas descendían por sus mejillas. Pero de nuevo, estaba inexpresiva, como si no fuese consciente de sus emociones.

 

— (No te preocupes, a todos los principiantes nos sucede lo mismo. Cometer errores es parte del camino. Es la forma de aprender) – Añadí una sonrisa al final de esas palabras. Creo que era la primera vez que sonreía honestamente de esta manera.

 

Ella me observó y la comisura de sus labios se marcaron un poco. Asintió y de nuevo estaba de ánimo para continuar.

 

La cocina era un desastre. Había pedazos de verdura por allí, bolitas de masa por allá…




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