Estábamos en el santuario al sur de la ciudad.
Hanako se arrodilló en el templo y unió sus manos frente a su pecho.
— ¿Está rezando? ¿A quién?
Me quedé observándola atentamente detrás de un árbol de pino. Oculto en la oscuridad, camuflado entre las hojas.
— Debo parecer un psicópata o pedófilo. Yanamo sin duda me estaría molestando ahora.
9:35 pm
Hanako llevama las manos a su cara y limpiaba una y otra vez.
— ¿Será parte del ritual?
Sus hombros también se agitaban un poco, con respiración entrecortada.
— Está… Llorando.
10:50 pm
Se quedó dormida.
Estaba recostada lateralmente. Las curvas de su cuerpo se podían ver perfectamente.
Me acerqué lentamente, siendo cauteloso de no despertarla.
En su muñeca, tenía un reloj análogo dorado. Tomé su mano para detallarlo.
— Estoy tocando la mano de una chica de mi edad… — Me sonrojé pero guardé la compostura.
El reloj era más delgado que el mío. Su diseño era femenino con acabados suaves. Luego de inspeccionarlo, miré las manecillas.
Todas apuntaban a las 00:00 am.
— ¿Qué significa esto? — Murmuré confundido.
Retrocedí unos pasos y cavilé en el asunto.
Hanako rezando, el reloj de su muñeca, su comportamiento distante, la impresionante capacidad de observación…
¡NADA TENIA SENTIDO!
Como no pude encontrar alguna respuesta lógica, deambulé por el lugar para encontrar algo más que me sacara de las dudas.
En el templo, había varias estatuas con aspecto budista de no más de 2 metros, alineadas horizontalmente paralelas a las escaleras que llevaban a el.
Cuando Hanako estaba de rodillas, se ubicó frente a una de esas estatuas.
Miré con detenimiento y solo una de las estatuas tenía una nota pegada en la frente.
En esa nota decía:
“Deseo que estés bien donde estés”
La hoja sobre la cual estaban escritas estas palabras era alargada verticalmente. Las letras fueron escritas de una manera que se me hacía muy familiar.
— Esto lo escribió ella sin duda. Es la misma caligrafía. Pero… ¿A quién va dirigida?
Tras pensarlo por un buen tiempo, solo había una posibilidad.
Hanako recordaba a su familia.
Como un detonador, las preguntas estallaron en mi cabeza.
¿Recordar? ¿Si ella fuese consciente de todo no estaría aterrada como yo? ¿Y si realmente no ha recordado a su familia sino a alguien más? De igual manera sigue siendo algo descabellado. Pero… ¿y si realmente recuerda…?
— No no no no no. Ella no es consciente de la existencia de alguien más. En los anteriores bucles, no mostraba signos de extrañez. Es como si nunca hubiese sabido que existían más personas en la ciudad.
Me senté sobre el último escalón con mi cabeza entre las rodillas. Por más que le daba vueltas no conseguía nada.
11:59 pm
Nada en este mundo tenía sentido en lo absoluto. Nada.
— ¿Y si… es una coincidencia?
00:00 am
El día se reinició.
Día 149:
En los últimos días, he seguido a Hanako hasta el último minuto.
Desde el parque al cual parece llegar siempre entre la 1 y 3 pm.
— Quizás el tiempo de llegada varía según donde aparezca cada día — Anoté en una de las hojas ya usadas del cuaderno.
Su comportamiento es totalmente impredecible.
Me dolió admitirlo. Pensé que la conocía, que podía entender su forma de pensar, pero ella es un universo aún más grande de lo que pude ver.
Lo que apenas sé, es que le llama la atención cualquier cosa colorida. Ella se acerca, investiga y luego sigue caminando.
Lo cierto es, que cuando la noche llega, toma rumbo al templo sobre las colinas cercanas a la ciudad. Al llegar coloca la misma nota con las mismas palabras en la misma estatua.
“Espero que estés bien donde estés”.
Después se arrodilla, cierra los ojos y parece rezar mentalmente.
Alrededor de las 10:30 pm, se queda dormida en el suelo.
— No es coincidencia. Pero ¿Por qué lo hace?
00:00 am
El día vuelve a iniciar.
Día 150:
Volví a interactuar con ella.
Tenía que conseguir información sobre su familia. Algo que se conectara con su comportamiento nocturno.
2:45 pm
Lo intenté, pero al preguntar algo relacionado a su familia, bajó la mirada. Se veía triste. Esta vez, no solo sus ojos, si no toda su cara.
No respondió.
Me sentí culpable y quise distraerla de algún modo, por lo que salimos a caminar.
Sin embargo, no aguantó más y salió corriendo con lágrimas en sus ojos.
Nunca la encontré.
00:00 am
El día de nuevo se reinició.
Día 168:
Juro que lo intenté muchas veces, de diversas formas. Desde la pregunta directa hasta la forma más sutil de preguntarlo. Pero no funciona.
Al referirme a la palabra Familia, su autoestima se va en picada.
No importa lo que intente hacer para aliviar su sufrimiento. Contar chistes, visitar lugares, jugar videojuegos, comer dulces…
Siempre, siempre se deprime y huye.
Creo que al decir la palabra Familia, se activa un switch.