Zero Date

Capítulo 8: Secretos

Día 397:

 

Mi garganta se siente seca. Despierto con sed.

 

— ¿Qué demonios me está pasando?

 

Continúo con mi objetivo.

Me reuní con Hanako en el típico parque.

Ella sigue sin decirme nada acerca de su pasado.

 

00:00 am

 

El día volvió a reiniciarse.

 

Día 420:

 

Desperté con el chasquido.

Mis músculos se sentían débiles. Mi garganta seca. Mis pulmones dolían.

 

— ¿Qué me pasa? ¿Por qué despierto así?

 

De nuevo busqué a Hanako.

 

— Hoy debo convencerla. No voy a aceptar un No por respuesta.

 

Ya me estaba desesperando. No solo por no conseguir mi objetivo, también porque sobre mí, el peso del tiempo me estaba oprimiendo.

Cada día que paso aquí es tiempo que estoy dormido allá. Estoy arriesgándome todo el tiempo a que me desconecten en el mundo real y se Game Over para mí.

No puedo aceptar ese resultado. Significaría que todo por lo que he luchado hasta el momento no sirvió para nada.

Mi sufrimiento, mis esfuerzos, mis muertes.

Todo.

 

Llegué al parque en la Harley Dadvinson.

Como siempre, la saludé y me presenté.

 

— (Hola, soy Hiroshi Nagomu. Un placer conocerte)

 

Esas palabras con las que siempre iniciaba nuestra interacción.

Ella estaba cómoda.

Decidí ser paciente y esperar el momento y lugar adecuado para tocar el tema.

La última vez que hablamos muy de cerca y abiertamente fue en el…

 

— Templo. Hablaré sin rodeos con ella en el templo.

 

La pasamos bien. Reímos, jugamos, pero me sentía muy enfermo.

 

— (¿Estás bien?) – Me preguntó preocupada.

 

Asentí con la respiración algo forzada.

Ella expresó una mirada que dudaba de mis palabras. Sabe que no estoy bien.

 

— Ahora que lo pienso, no le he dicho en ningún momento eso.

 

En ningún día le dije a Hanako sobre mi enfermedad cardiaca. No solo a ella, a toda nueva persona que en el mundo real interactuaba conmigo.

No es algo de lo que pueda estar orgulloso, es decir:

“Mucho gusto, soy Hiroshi Nagomu y padezco de una enfermedad que me está matando lentamente. Espero y nos llevemos bien”

Imaginé esta situación con una cara sonriente de niño tierno.

Simplemente no veía necesario declara mi estado de salud a nadie. Por lo tanto tampoco lo hice con ella.

 

Pasó la tarde y con ella, llegó la noche.

 

10:34 pm

 

Caminábamos rumbo al templo. Como siempre, ella y su mirada nostálgica.

La acompañe en su momento. Incluso mientras rezaba, también me arrodillé imitándola.

 

— Y bien, aquí estoy postrado frente a ti, oh todo poderoso…

 

No sabía a quién pedirle protección. Pero si supliqué porque este bucle infinito terminara pronto.

No creo en dioses, tampoco en los Ángeles. Pero sea lo que sea que esté pasando dentro de este mundo, sin duda no es obra humana. ¿Cómo podría serlo? Simplemente no es normal. Claro, excepto para mí, quien ha pasado un año y algunos días más repitiendo todo. El único que conserva sus recuerdos. Ya me estoy acostumbrando a la rutina.

Hanako terminó de rezar con sus ojos humedecidos. No pude esperar más y pregunté.

 

— (¿Por quién rezas?)

 

Ella bajó su mirada sin hacer nada.

 

— Otra vez ese gesto, ¿Cuántas veces he hecho esto?

 

Luego de cavilar un poco, me mira y responde:

 

— (No quiero hablar de eso).

 

— (Por favor, quiero saberlo, conocer tu pasado).

 

— (Es algo muy personal, no quiero decirlo).

 

— (Hanako, hazlo por mí, te lo pido) – Insistí.

 

Negó con la cabeza luciendo muy incómoda.

 

— (Ya me voy a dormir, gracias por acompañarme).

 

Como un animalito, se prepara para correr. Sus ojos están a punto de estallar en lágrimas.

 

— No. No no no. No lo puedo permitir.

 

Antes de que emprenda la huida, la tomé del brazo.

 

— No me hagas esto otra vez, ya no lo soporto más.

 

Ella volteó a verme, sorprendida cuando la detuve.

 

— (Hanako, por favor dime que ocurrió).

 

Estaba asustada. La verdad no sabía si era por mi o por hablar del tema. Volvió a negar.

Tratando de soltarse de mi agarre forcejeó varias veces. Pero no tuvo éxito. No la dejaría ir esta vez. Apreté un poco más inconscientemente.

Me hizo un gesto de súplica. Luego se detuvo y su expresión cambió rápidamente.

 

— (Hiro… ¿Cuántas veces me has preguntado lo mismo?) – Su cara estaba sumamente concentrada en mí. Sin expresión alguna.

 

De nuevo, su monstruosa capacidad de análisis me asombró.

Como dejó de resistirse la solté. Conocía bien esa mirada que tenía. Esa que pone cuando realmente quiere saber algo y comienza a examinar la situación.

 

— (Tu mirada trae a mi mente a un hombre que lo ha intentado todo y que está desesperado por algo) – Dijo esto y bajó el rostro pensativa -  (Ya he visto ese rostro antes).

 

No entendí esa última referencia, pero sin duda ella ya estaba trabajando su cerebro para sacarme información.

 

— (Explícame que ocurre. Te prometo que entenderé).

 

Mi pecho dolía, la respiración era forzada, pero no me detendría. No era la primera vez que ella me acorralaba, ya estaba empezando a soportar este tipo de situaciones. Tuve que hacerlo.




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